JxSí y la CUP presentan la ley para legalizar el referendo independentista

Diputados catalanes durante la presentación de la ley del referendo. / Twitter
Diputados catalanes durante la presentación de la ley del referendo. / Twitter

Las dos agrupaciones, no obstante, esperarán hasta mediados de agosto para registrarla oficialmente en el Parlamento para impedir una reacción del Tribunal Constitucional.

JxSí y la CUP presentan la ley para legalizar el referendo independentista

Tras haberse confirmado la baja de Jordi Baiget por sus dudas respecto a la celebración del referendo independentista, Junts pel Sí y la CUP han enfilado esta mañana de martes la Ley del Referéndum, con la cual los independentistas buscan disfrazar de legalidad una consulta que es acusada en todas partes de ser ilegal. Ocho diputados presentaron su proyecto ante el Parlamento local en un acto que mezcló proclamas políticas y la lectura de los artículos más técnicos de esta nueva norma.

De acuerdo a Marta Rovira, de JxSí, la Ley del Referéndum es la "ruptura democrática del pacto constitucional del 78". Sus palabras fueron secundadas por la representante de la CUP, Anna Gabriel, quien ha estimado la norma y la consulta como "la vía de solución democrática a un conflicto que existe y que lejos de negarlo tenemos que solucionar". "No damos un golpe de estado, nuestro límite no está en el Constitucional ni en un Estatut recortado", agregó Gabriel.

Las palabras "democracia" y "autodeterminación" se repitieron en mil ocasiones en los discursos de los diputados, quienes se desmarcaron de términos como "derecho a decidir", muy popular entre los independentistas del pasado. Este nuevo proyecto invoca incluso el pacto sobre derechos civiles y políticos de las Naciones Unidas, que fue ratificado en España en 1977, el cual reconoce "el derecho de los pueblos a la autodeterminación".

Los independentistas presentaron en unidad la norma con la que convocarán a la consulta. No obstante, esperarán hasta mediados de agosto para registrarla en la Cámara. Su idea es aguantar el tiempo que sea posible la impugnación del texto al Constitucional por parte del Gobierno central, que llegará sí o sí en cuanto cualquier tipo de ley soberanista se plasme en un documento oficial.

En el aspecto técnico, la ley presenta todos los aspectos que deben permitirse, todo de acuerdo al plan de sus progenitores, para que este referendo sea vinculante: avala la creación de una Sindicatura electoral, integrada por cinco juristas, avisa que el 1-O contará con la presencia de observadores internacionales e incluso una campaña informativa, que será neutral. Aun así, deja a discreción del Govern aspectos clave como el censo. La Ley del Referéndum será "suprema" y se respetará por encima de cualquier otra ley.

Al acto debían acudir por invitación todos los partidos de la oposición, pero decidieron declinar la invitación. Los únicos parlamentarios que estuvieron presentes fueron Albano Dante Fachin, Joan Giner y Àngels Martínez Castells (Podem) y Joan Josep Nuet (EUiA), quien también es un integrante de la ejecutiva de Catalunya en Comú. También estuvo Germà Gordó, un diputado no adscrito tras haber sido expulsado de JxSí por su imputación en el 3%.

El referendo aumenta la tensión

El proceso de esta consulta mantiene las relaciones muy tensas entre Barcelona y Madrid. Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat, amenazó el lunes con saltarse cualquier inhabilitación de las autoridades, aduciendo de que, si le sancionan apartándole de su cargo, él igual irá "a trabajar al día siguiente". Pero probablemente el mayor golpe hasta este momento fue la caída de Jordi Baiget.

Baiget compareció en una entrevista para asegurar que tenía serias dudas sobre si el referendo podría celebrarse, aduciendo incluso que los funcionarios que participaran en el proceso y en su misma celebración podrían pagar duras consecuencias. Aquello hizo salir en tromba a la oposición catalana, que le defendió de las críticas de los independentistas pues, aseguraron, sus palabras reflejaban en público lo que todos en el despacho de Puigdemont pensaban en privado. Puigdemont no perdonó tal descalabro y le despidió casi de inmediato.

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