La Justicia enreda el contencioso catalán y bloquea al Gobierno

Mariano Rajoy y Carles Puigdemont. / C. Segundo
Mariano Rajoy y Carles Puigdemont. / C. Segundo

Hay  indicios de que la sociedad española está harta de la degradación de la vida política, de su ensimismamiento.

La Justicia enreda el contencioso catalán y bloquea al Gobierno

La decisión de un Tribunal alemán de rechazar la petición de extradición de Puigdemont por el delito de rebelión y posponer el análisis del posible delito de malversación, ha complicado más si cabe la resolución del problema político de fondo. Al endosar a la Justicia el problema, los vericuetos procesales, los conflictos de fuero y procedimiento o la capacidad de los abogados, sitúan en un escenario incierto la respuesta, algo habitual en el debate jurídico, pero imposible de gestionar en el marco político. La batalla entre el juez del Tribunal Supremo que instruye el caso, los jueces alemanes y la eventual intervención del Tribunal europeo, tendrá mucho de técnica y de doctrinal pero poca eficacia para el problema que preocupa y divide tanto a la sociedad catalana como a la sociedad española.

Será difícil de aceptar que unos procesados sean juzgados por rebelión cuando eran subordinados de quien no puede ser procesado por ese delito. Y hará más difícil explicar en Europa ese delito y las penas preventivas de prisión ya en vigor para varios de ellos.

En el frente político, se abre la puerta a la posible investidura de Puigdemont que aunque sea efímera, le permitirá disponer del arma electoral

En el frente político, se abre la puerta a la posible investidura de Puigdemont que aunque sea efímera pues antes o después será inhabilitado, además de deteriorar la situación, le permitirá disponer del arma electoral: la fecha de la convocatoria de elecciones en Cataluña. Con la mirada puesta en hegemonizar el espacio nacionalista, y mantener vivo el conflicto con el Estado. Claro que, al actuar así, Puigdemont alimenta electoralmente a quien puede ser el próximo Presidente del Gobierno estatal, Albert Rivera, más hostil al nacionalismo que el propio PP. Si una vez instalado en la Moncloa, consigue llevar a la práctica la hostilidad manifestada hacia el modelo autonómico, está por ver y sólo aventura conflictos.

En todo caso al Gobierno de Rajoy se le ha roto la estrategia en el peor momento posible. Sin los Presupuestos aprobados y con el escándalo Cifuentes en progresión. Fiel a su estilo, no la invita a marchar, le permite todo el protagonismo inmediato mientras se filtra el descontento y preocupación del partido. El objetivo será aislarla hasta que ella misma decida, como ha ocurrido en casos similares.

El escándalo ha puesto de manifiesto prácticas universitarias lamentables, hoy centradas en una institución concreta pero que traen causa del carácter endogámico y clientelar vigente en la Universidad

Por otra parte  el escándalo ha puesto de manifiesto prácticas universitarias lamentables, hoy centradas en una institución concreta pero que traen causa del carácter endogámico y clientelar ampliamente vigente en la Universidad española con la clara connivencia del mundo político que allí tiene uno de sus caladeros principales de cuadros.

La suma de problemas parece estar llevando al Gobierno popular a su ocaso. Careciendo de espíritu reformista, fiándolo todo a la mejora económica, envuelto en escándalos sucesivos, sus posibles logros, más abstractos, quedan eclipsados por las emociones negativas que los rodean. En el PP es tarde para cambiar de dirigentes pues el mal no proviene de las personas, sino del estilo político y organizativo adoptado, que al situar como valor supremo la unidad sin fisuras, impide cualquier proceso de reflexión y cambio cuando se producen graves problemas.

No hay datos concluyentes, pero sí indicios de que la sociedad española está harta de la degradación de la vida política, de su ensimismamiento. Quien sea capaz de enarbolar con credibilidad la bandera de la regeneración de valores en la vida pública, de la persecución efectiva de la corrupción y de la política pegada a la realidad, suscitará interés y previsiblemente apoyos. Sin políticos distintos no podrán afrontarse los problemas que más indignación suscitan, Cataluña especialmente. @mundiario

Comentarios