La investidura de Pedro Sánchez se aplaza indefinidamente, y no es malo

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. / Mundiario
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. / Mundiario
​La función de la Justicia no es resolver el debate político. Haberle confiado demasiados asuntos de esa naturaleza nos depara el actual estado de la situación, cada día un poco peor.
La investidura de Pedro Sánchez se aplaza indefinidamente, y no es malo

La sentencia dictada por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea es un varapalo para la estrategia de judicializar por la vía penal las conductas políticas. Mediante un procedimiento tan habitual en la vida política como la inmunidad parlamentaria, los prófugos y aún los condenados se sustraen al poder judicial mientras disfruten de los privilegios inherentes a su condición de representantes electos. De momento el Tribunal Supremo tiene un problema pues no es viable que Puigdemont, prófugo, pueda recorrer el mundo y entrar en España, y Junqueras, condenado, no pueda salir del presidio. Cualquier resolución que adopte tendrá consecuencias en el debate político ya de por sí enquistado.

Al Gobierno se le crea un nuevo problema. ERC se ha apresurado a anteponer la situación de su dirigente a las negociaciones para la investidura. Es lógico, una vez que Sánchez les ha otorgado la llave del Gobierno. Algo que no era necesario pues el Presidente, de la misma forma que hizo en primavera, podía haber dilatado en el tiempo el proceso de negociaciones, abriendo varios frentes simultáneos. No lo hizo así, empujado por el retroceso sufrido cerró un acuerdo con Podemos y un mes más tarde no hay nada, ni Gobierno, ni pacto de legislatura, ni fechas, ni luces sobre la situación, tras conversaciones vacías de contenido con los presidentes autonómicos y otros líderes sociales. Si con el golpe de efecto del pacto por la izquierda se pretendía evitar el desgaste de una investidura abierta, se ha conseguido lo contrario, con gran alegría de Abascal y los suyos que sin hacer nada reciben un apoyo creciente.

Por el contrario, ERC administra el tiempo, sabiendo que trabaja en dos pistas a la vez, la autonómica, donde no puede ser más pactista que Puigdemont, y la estatal, donde tiene poco que ganar. Para aumentar las complicaciones, Torra ha sido inhabilitado provisionalmente y su posible sucesora va camino de serlo. Con los tiempos demorados de la Justicia española, los problemas se alargan y se enredan indefinidamente.

Con PP y Ciudadanos carentes de alternativas serias y enrocados en la vía judicial, a Vox se le abre un camino de crecimiento sin techo electoral ya que le basta con explotar el malestar ciudadano ante una situación política cada día más enviciada, degradada y en la que no se vislumbra salida alguna.

Es tarde para ensayar la vía constitucionalista para la que además no se dan las mejores condiciones. Pero no es tarde para tomar distancias con ERC. El acuerdo básico PSOE-Podemos, podría pretender gobernar en minoría, con la abstención de los partidos que se autodenominan constitucionalistas, en el marco de un programa mínimo de reformas consensuado. Es cierto que Sánchez, Casado e Iglesias se han dicho de todo para no hacerlo, pero no es menos cierto que la situación política necesita una salida que no implique peajes onerosos para el país ni para las instituciones. Si no hay contrapartidas no  es posible fraguar un equilibrio así.

Caso contrario sólo es posible gobernar con la agenda de ERC, y de los demás partidos catalanes y separatistas, que al final forman un bloque común de intereses y demandas. Sería un gobierno arriesgado, inestable por definición y muy probablemente ineficaz. Y que favorecería el crecimiento constante de Vox.

A estas alturas no tiene sentido repartir culpas o preguntarnos cómo hemos llegado hasta aquí. La función de la Justicia no es resolver el debate político y haberle confiado demasiados asuntos de esa naturaleza nos depara el actual estado de la situación, cada día un poco peor. Pero aún es más desasosegante que ninguno de los cinco candidatos a presidir el Gobierno, los mismos  que comparecieron en la televisión en un debate reciente, parezca ser consciente de la gravedad de la situación, ofrezca una estrategia mínima para salir de ella y demuestre carisma para liderarla. Estamos en el regate corto y en manos de chantajistas que suben la apuesta en cada envite. @mundiario

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