Inquietud ante la escalada de violencia en Cataluña

Un vehículo de la Guardia Civil destrozado por manifestantes en Barcelona. / RR SS
Un vehículo de la Guardia Civil destrozado por manifestantes en Barcelona. / RR SS

¿Se busca un muerto? Hay quien piensa que precisan un muerto, un héroe, un mártir para redondear el memorial de agravios, “de los ataques del Estado a un pueblo pacífico que solo quiere votar” (al margen de la norma).

Inquietud ante la escalada de violencia en Cataluña

Hay algo más peligroso que esa escalada verbal, negadora de las normas que regula la vida social de los españoles, que ya forma parte del lenguaje cotidiano del presidente de la Generalitat de Cataluña. ¿Se busca un muerto? Hay quien piensa que precisan un muerto, un héroe, un mártir para redondear el memorial de agravios, “de los ataques del Estado a un pueblo pacífico que solo quiere votar” (al margen de la norma), luego de haber aireado la mentira aquella de los mil heridos cuando el Estado, ante la inhibición de los Mossos, tuvo que hacer cumplir la orden de la fiscalía para impedir un referéndum ilegal. Conviene recordar que dos prestigiosos catedráticos de Derecho de la Universidad de Barcelona salieron al paso con datos incontrovertibles de aquella patraña que se lanzó al mundo. Y que el expresidente Carles Puigdemont sigue teniendo como eje vertebrador de su discurso.

Y dentro de este clima, denota en que situación estamos, cuando, en medio del lenguaje cotidiano de los alzados contra la Constitución, se nos dice que, tras la reunión del ministro del Interior, Grande Marlaska, con el conseller del ramo en Cataluña, en aquella comunidad autónoma será normal lo obvio; es decir, que el espacio público es de todos. El parte da la risa: “El Gobierno y la Generalitat han alcanzado un compromiso y garantizarán la neutralidad de los espacios públicos y que los Mossos d'Esquadra son conscientes de que deben actuar para que no esté monopolizado por una ideología”. El ministro dice que este espacio debe "ser neutral para todos los ciudadanos", en alusión a la polémica por los lazos amarillos. Podemos quedarnos tranquilos.

Y esa escalada de violencia, no sólo verbal, sino física, con quienes quieren limpiar los espacios comunes de símbolos de los rebeldes, ya llega al paroxismo. El líder de los Mossos d´Esquadra separatistas, Albert Donaire, abiertamente llama a la insurrección y “abrir las cárceles” de Cataluña donde esperan juicio los líderes procesados: “No lo podría impedir el Gobierno porque “no tiene el control del territorio”. Somos más fuertes. Si somos muchos, España no controlará Cataluña ni con todos los policías y militares del Estado”.

Cataluña y la “anomia”

Una de las evidencias de la situación real que vive Cataluña responde a lo que los griegos llamaban la “anomia”; es decir, la falta de respeto a la norma. Pero de un modo particularmente perverso: no existen otras que obliguen a los ciudadanos que las que dicta la Generalitat. Se han ignorado y se sigue anunciando que no se reconocen ni reconocerán las que dicte el Estado, empezando por la propia Constitución. Y paradójicamente, si existe la capacidad de que el Parlament y la Generalitat dicten normas se debe a que ambas instituciones derivan de la Constitución que se quebranta.

La sociología ha estudiado este fenómeno, el de “anomia”; insisto, en el sentido de la falta de respeto a la norma, como una de las razones que explica las conductas criminales, al margen de las que regulan la vida social. Y en este sentido, nos hallamos ante un fenómeno particularmente perverso y que se inscriba dentro de las teorías de la tensión social, o “cuanto peor, mejor” para llegar a los objetivos perseguidos. En ese contexto hay que situar los desafíos constantes y los excesos verbales del presidente vicario Torra, quien todos los días desafía al Estado, anuncia que no va a cumplir las normas que lo obligan como máxima autoridad del Estado en Cataluña y todo lo que conocemos. Por ejemplo, la cesión de las cárceles a la comunidad catalana figura en las previsiones constitucionales de transferencias, dentro del Estado de las autonomías, pero la administración del sistema penitenciario no habilita para abrir las prisiones si las sentencias que recaían sobre los justiciables, pendientes de ser juzgados por rebelión no obtienen la absolución.

Algunas teorías concluyen que la existencia de delincuentes tiene como aspecto positivo que genera la reacción y la cohesión de la sociedad al rechazar sus comportamientos. En este caso, más bien parece que el sinsentido de lo que afirma y amenaza Torra produce estupor e indignación, en el mismo grado que algunas de las cosas que afirmaban los criminales de ETA, cuando decían que sus asesinatos fueron, en realidad, ejecuciones, amparadas por una especie de “Derecho de Guerra”. Los ciudadanos que quitan los lazos de los rebeldes no hacen otra cosa que cumplir la norma de que el espacio público es de todos, no de unos pocos.

Los mossos y los lazos

Las manifestaciones –no corregidas en modo alguno– de determinados mossos d´esquadra, su participación activa en la colocación de lazos, amenazas a quienes los quitan y los repetidos llamamientos a la rebelión armada, denota que la anomia de una parte al menos de quienes, para ser lo que son deben jurar o prometer cumplir y hacer cumplir la Constitución se ha instalado en sus cuarteles. Ya en su día me referí en MUNDIARIO a la deslealtad de la inmensa mayoría de los casi 18.000 manifiestamente mostrada el 1-O, y que constituyen una guarida pretoriana de vanguardia de los rebeldes como se ha visto y se descubre cada día. En su día vaticiné las dificultades de orden técnico para depurar las responsabilidades individuales de los agentes que incumplieran su deber de lealtad a la Constitución y el Estatut y de perseguir los delitos y cumplir las órdenes judiciales. A la vista está. La liviana depuración de la cúpula de este cuerpo deja intacto el resto. O sea, que se han hecho las cosas a medias.

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Niños con esteladas en la calle. / RR SS

Ahora sabemos más de los planes elaborados por Puigdemont y los suyos para dar cobertura a la indisciplina de los mossos, ta evidentemente mostrada. En el proceso contra la rebelión, entiendo yo, que deberían deponer todos los mossos que, de modo activo o pasivo intervinieron en la jornada del 1-O y por qué no se cumplió la orden de Fiscalía de Cataluña que, para evitar la "consumación del delito, requisasen urnas y todo material destinado a preparar y celebrar el referéndum del 1 de octubre”. Pero al mismo tiempo, no se olvide que, el entonces el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, auguró que los Mossos no retirarían las urnas del referéndum, aunque la justicia española se lo ordenase. Y así fue salvo media docena de acciones para disimular con la burla de que algunas urnas se retiraron tras la votación.

Conviene insistir que el artículo 4 de la Lei 10/1194 de 11 de julio, del Parlamento de Cataluña, de la Policía de la Generalitat-Mosso d´Esquadra-, señala “Antes de tomar posesión, los miembros de los Mozos de Escuadra han de jurar o prometer acatamiento a la Constitución como normal fundamental del Estado y al Estatuto de Autonomía, como norma institucional básica de Cataluña”. O sea, que está fuera de duda que los agentes de este cuerpo están obligados a guardar y hacer guardar la Constitución por encima de todo. Con el Código Penal en la mano, un mosso que, de modo ordinario, con o sin Estado de Sitio o militarizado, según el caso, que se negara a cumplir sus deberes policiales, conforme a la legalidad vigente, podría incurrir entre otros, en estos supuestos: Abandono de destino y deber de perseguir delitos. Desobediencia. Rebelión. Y en caso extremísimo, sedición.

Último episodio, marchas nazis de antorchas

Nuevos elementos en escena ha sido la marcha de las antorchas al estilo de los nazis. Tras el discurso de Torra, amenazando de nuevo al Estado, varios miles de independentistas salían a las calles de Tarrasa en la noche del martes en una marcha con antorchas al estilo de la Alemania nazi. Una marcha ‘por la república y la libertad’, en la que se utilizó a un grupo de niños para situarlos en cabeza portando una enorme estelada. Se corearon consignas por la libertad de los líderes golpistas y finalizó con la quema de fotos del Rey y del juez Pablo Llarena.

Si se sigue la cronología de los hechos inspiran esta marcha debe seguir una “noche de los cristales rotos” (agosto de 1938) contra los intereses de los catalanes no nacionalistas y otra de los “cuchillos largos” (junio de 1934) para depurar las propias filas. Todo es empezar. @mundiario

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