La inconsistencia política de Ciudadanos dificulta la gobernabilidad y daña su credibilidad

Albert Rivera. / FB Cs
Albert Rivera. / FB Cs

Su escoramiento a la derecha y la obsesión incomprensible contra el PSOE y su líder, difuminan su papel político. Pudiendo ser socios únicos del actual Gobierno, optan por ser segundones en la oposición.

La inconsistencia política de Ciudadanos dificulta la gobernabilidad y daña su credibilidad

El giro ideológico promovido por Albert Rivera desde hace tiempo, ha llevado a Ciudadanos a abandonar el centro político para encasillarse en la derecha. Su pretendido liberalismo es ahora consigna hueca, en plena competencia con el PP para hegemonizar el espectro conservador. Las urnas han sido contundentes y esa pretensión deberá de esperar. Los populares parecen haber tocado fondo por lo que sólo pueden mejorar en el futuro, para frustración de C´s que no consigue poder tangible.

El citado escoramiento y la obsesión incomprensible contra el PSOE y su líder, difuminan su papel político. Pudiendo ser socios únicos del actual Gobierno, optan por ser segundones en la oposición. Lo que no les impide, en el Parlamento europeo, formar parte del grupo ALDE, liderado por Macron, quien sí tiene una visión global de la política. Así, de su mano, C´s está negociando con Pedro Sánchez la conformación de las instituciones europeas, mientras en España lo combate con más saña que argumentos.

Otro político francés, Manuel Valls, vuelve a mostrar altura de miras ofreciendo la Alcaldía de Barcelona a la señora Colau, sin contrapartida alguna, para evitar de esa forma un mal mayor, que el nacionalismo separatista controle esa plataforma extraordinariamente influyente. Rivera por el contrario prefiere que el PSOE se vea obligado, números mandan, a una alianza inestable con varios grupos parlamentarios.

De eso va el actual momento. Sánchez sólo puede mantener el Gobierno mediante un pacto con Podemos, que tras el fracaso electoral intenta obtener algún rédito para evitar su dilución, y varios partidos más no siempre coincidentes en sus propuestas: PNV y otros regionalistas, atentos antes a lo suyo que a lo común. Si lo logra, será un Gobierno inestable, obligado a la llamada “geometría variable” en los acuerdos parlamentarios y siempre al borde de la parálisis. Un gobierno así, no podrá abordar cambios estructurales porque no conseguirá los apoyos adecuados salvo pagando grandes peajes.

Sánchez tiene un camino alternativo. Convocar nuevas elecciones, que sólo favorecerían a su partido pues los demás, C´s en primer lugar aparecerán como los obstáculos a la gobernación. No es el mejor escenario pero tampoco sería una catástrofe. Con Podemos a la baja, Vox en un techo bajo y el PP en niveles mínimos, los socialistas podrían mejorar mucho su posición, la única como ha expresado Sánchez que puede formar Gobierno en cualquier supuesto.

Incluso el Gobierno de Navarra, transformado en un escaparate de la crisis provocado por el nacionalismo, tendría mejor solución si Ciudadanos no la bloquease. En España, dada la magnitud de los problemas pendientes, convendría abandonar la política de bloques enfrentados para avanzar en soluciones pragmáticas, lo cual sólo es posible si Ciudadanos participa. En otras palabras, si juega de la misma forma que lo hace el PNV, capaz de participar en todas las alianzas parlamentarias desde hace décadas.

Rivera no está por la labor. Como le ocurre a Iglesias y en cierto sentido a Casado, tiene una visión personalista de la política, intentando construir un partido que se asemeje más a él que a los españoles. Anteponiendo la estrategia cortoplacista a la visión global que demuestran sus socios Macron y Valls, sólo consigue resaltar sus limitaciones.

Ahora pretende imponer vetos personales a los dirigentes del PP con el que quiere pactar. Eliminar mediante oscuros pactos a quienes no ha podido ganar en las urnas. Torpe maniobra antidemocrática, de pésimos efectos en el electorado, aunque se intente revestir de regeneración. Hará bien el PP en negarse a cualquier tipo de chantaje y reclamar acuerdos transparentes sobre políticas, no sólo chalaneo de cargos. Así, paso a paso, Rivera consuma la irrelevancia política de su partido, que no sabe como transformar sus votos en gobierno. @mundiario

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