El impresionismo catalán expone ante el mundo La Noche Estelada

Aficionados del Barça con banderas esteladas. / RR SS
Aficionados del Barça con banderas esteladas. / RR SS

La obra no me parece expresionista, la verdad, ni realista, ni siquiera surrealista como la de Dalí, sino impresionista, impregnada del subjetivismo epidémico que se extiende por Cataluña provocado por un ecléctico brote de enterovirus sociológico.

El impresionismo catalán expone ante el mundo La Noche Estelada

La Delegada del Gobierno en Madrid les ha servido en bandeja un lienzo en blanco. Se llama Dancausa que, como el propio apellido indica, describe a una persona que debe tener cierta propensión a proporcionar causas a rebeldes con ella o sin ella. A la España mediática unionista, como últimamente no hace otra cosa que pensar en Cataluña, al final le está ocurriendo lo mismo que a Serrat aquel aciago día en que reconoció que no hago otra cosa que pensar en ti: que mira al cielo buscando inspiración, je,  pero las musas pasan de ella lo mismo que pasaron del pobre Joan Manuel. Las musas es que casi siempre están de vacaciones cuando más falta nos hacen, oye. Y, bueno, éramos pocos, y va un juez de Madrid y dicta una medida cautelar, quizá inspirada en la Ley del Mecenazgo, qué sé yo, que permite a los atribulados artistas de la bohemia política mediterránea empuñar los pinceles y decorar la capital del Estado con el mayor mural impresionista de la historia de la humanidad: La noche Estelada en el Vicente Calderon.

La era de las fotos y vídeos rupestres en masa

Claro que ha habido murales surrealistas de mayores dimensiones, hombre.  A lo largo de una historia marcada por la evolución de la pintura rupestre (prehistórica), que empezó con el hombre de Cromañón en la soledad de las cavernas y ha seguido divulgándose con el Homo Sapiens en masa, hemos seguido exponiéndonos a que, dentro de algunos siglos, nuestros descendientes nos estudien a través del alucinante álbum de fotografías y vídeos rupestres que estamos almacenando para la posteridad. Yo es que me estoy imaginando a los antropólogos en el sigo XXX, o así, contemplando  Plazas de Oriente con ecos de adhesiones inquebrantables, Plazas Rojas con indicios de presencia obligatoria,  Plazas de San Pedro y Mecas como virtuales escalas hacia la vida eterna, Plazas peronistas,  explanadas en la Habana, tétricos mosaicos de esvásticas, Puertas del Sol para supersticiosos exorcistas de Años Viejos, Estadios para fetichistas de Justin Bieber, macrobotellones paraideológicos en Piongyan, entierros de Lola Flores y manifestaciones de esas, y ya me parece escuchar las primeras exclamaciones que saldrán de sus bocas, cuando puedan cerrarlas, claro, a medida que hurguen en los restos de nuestra civilización: ¡joder que tropa!

¿Por qué, cómo, para qué, ha empezado a ser mejor estar mal acompañado que solo?

Esas oleadas surrealistas de la historia reciente, incluido el toque impresionismo catalán que estamos a punto de incorporar a nuestra siniestra pinacoteca en el Vicente Calderón, solo confirman, incluso a los ateos, eso que llevan predicándole toda la vida a los creyentes: no es bueno que el hombre esté solo. Por lo visto hemos eliminado de nuestro acervo de sabiduría popular uno de los , axiomas más útiles para los seres humanos: más vale estar solo que mal acompañado. A mis escasas luces, la humanidad ha pasado de la inquietud de pintar bisontes y cosas de esas  contra nada y contra nadie, en soledad, a pintar la mona contra todo y contra todos, con perdón, en masa, junto a los nuestros, contra los demás, a imagen y semejanza de aquellas familias que describió Mario Puzzo, dicho sea sin ánimo de establecer odiosas comparaciones, que vivían sometidas a sus distintos y distantes Padrinos. Ahora, verás, los llamamos líderes.

La noche estrellada

Servidor porque no es heredero de Vincent Van Gogh, oye, sino le ponía una denuncia por plagio a los independentistas catalanes que, este domingo, sunday, bloody, sunday, nos quieren “impresionar” exponiendo ante España y el mundo La Noche Estrellada, perdón, Estelada. Chico, si en ese dichoso evento deportivo nunca pintan copas, comme il faut, y siempre van a  pintar pitos o bastos, mejor declarar la ley seca por parte de la Federación Española de Fútbol. Digo yo que sería mejor prohibir las Copas, a ver si me entiendes, que seguir tentando al personal con prohibir las Esteladas, con el resultado por todos conocido. Ahora, como te digo una cosa te digo la otra: el problema no es que España viva una noche estrellada, sino que una noche de estas, con copas o sin ellas, con banderitas o sin banderitas, con medidas restrictivas o medidas cautelares, nos convirtamos en un estúpido pueblo capaz de reincidir en la funesta costumbre de estrellarnos.

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