¿Otorgaría Sánchez a Puigdemont la misma amnistía de Azaña a Companys?

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Azaña,Companys, Sánchez y Puigdemont. / Mundiario.
Cada vez con mayor insistencia ERC y los sectores independentistas que apoyan al Gobierno exigen que se aplique una amnistía a los implicados en el "procés". 
¿Otorgaría Sánchez a Puigdemont la misma amnistía de Azaña a Companys?

Poniendo como ejemplo de medida necesaria para la normalización política de Cataluña, y máxime después del triunfo independentista en las recientes elecciones, está en marcha una campaña para que el Gobierno de Pedro Sánchez otorgue la “amnistía” a los presos y huidos del “procés”, como la que el Gobierno del Frente Popular concedió en febrero de 1936 a Companys y al resto de los implicados en la rebelión de 1934 y la proclamación de la República catalana, que duro 10 horas, entre otras cosas, gracias a la lealtad del general Batet, tarraconense de cuna. Por cierto, que este leal soldado no se alzó con Mola y Franco contra la República, lo que le costó ser fusilado por ello.

Aunque en este punto los tratadistas no se ponen de acuerdo, lo cierto es que la Constitución de 1978 prohíbe los indultos generales y, por tanto, en la interpretación más restrictiva también la amnistía (art. 62 i. CE). Por ello, desde esta perspectiva, frente a la imposibilidad de la primera, sí queda el recurso constitucional del indulto. Pero los partidarios de la amnistía, que justifican su encaje constitucional, subrayan que esta manifestación de clemencia se fundamenta en una decisión política y en una oportunidad histórica que, a su entender como en el presente caso, se hace necesaria por el fin que la justifica, la normalización de las relaciones entre Cataluña y España. Y que, por lo tanto, a través de una Ley Orgánica específica se puede solucionar la cuestión. Efectivamente, la Amnistía precisa sustentarse en de una ley emanada del Congreso de los diputados, mientras que el indulto particular se canaliza a través de un expediente, tramitado por el Ministerio de Justicia, y que se formaliza en un Real Decreto aprobado por el Consejo de Ministros y ratificado por el Rey.

 

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Pedro Sánchez, jefe del Gobierno de España, junto a Carles Puigdemont, expresidente de la Generalitat. / Mundiario

La amnistía, el referéndum sobre la independencia de Cataluña, y finalmente ésta, son el paquete que los independistas catalanes, especialmente los más próximos al Gobierno de Pedro Sánchez, como ERC, ha puesto sobre la mesa como inexcusable asunto a tratar en las pendientes negociaciones, y no se han cansado de repetirlo. Tienen a su favor los precedentes habidos en nuestra propia historia reciente, pero va mucho más allá en sus pretensiones. Los partidarios de recurrir a la amnistía y no al indulto en este caso, arguyen que “Todo lo que no está prohibido expresamente se puede utilizar si no entra en contradicción insalvable con los principios y preceptos constitucionales”. De ahí que entiendan que es un recurso posible que no saldría, si el Congreso así lo decide del marco constitucional.

El contumaz desprecio al Tribunal Constitucional

Y entiende que esa “amnesia” u olvido del delito, como si nunca hubiera existido, contribuiría a esa pretendida normalización de las relaciones de Cataluña con el Estado, el problema radica en que los sediciosos condenados no sólo no han mostrado el menor arrepentimiento por sus actos, sino que insisten en que, porque no han cambiado sus objetivos, en caso necesario volverían a hacer lo mismo. Pero a su favor juega el hecho de que la amnistía, al ser una decisión política puede ser planteada como contramedida en una negociación como la prevista, pese a lo mal que suene hacerla parte de un paquete del trato. El problema es, sobre todo, de ponderación; es decir, si compensan lo riesgos que supone con el efecto que tal medida puede acarrear.

¿Cómo se va a borrar de modo tan simple la reiterada y contumaz desobediencia y desprecio por parte del Parlament y del Gobierno de la Generalitat de las sentencias del Tribunal Constitucional, cuando se insiste en que no les concernía y que volverían a hacer lo mismo? Claro que los tratadistas de la amnistía la alojan en el espacio de las decisiones políticas necesarias y no en necesariamente en el judicial ordinario. Claro que quienes entienden que, sobre todo ante hechos tan graves como los cometidos durante el “procés”, una amnistía como la que se pretende sería un antecedente peligroso para vaciar de contenido los tipos panales por los que fueron condenados los dirigentes catalanes. Otros entienden que los delitos perviven, pero lo que hace la amnistía es perdonar por otras razones justificables a quienes los cometieron. Pero es que dentro de ese proceso alumbran diversas responsabilidades por los que se sucedieron, aparte de los achacables a los dirigentes del “procés”, como los ocurridos ante la Delegación de Hacienda el 20-S y otros.

Conviene recordar las repetidas, hasta el presente, interpretaciones que ERC y los otros grupos independentistas han dado siempre a sus resultados electorales en Cataluña, que han valorado como “plebiscitos” continuados contra la sentencia del “procés” y la voluntad de independencia. En ese sentido, Junqueras, recordando el ejemplo de Companys, entiende ni él los otros condenados han cometido delito alguno, sino un derecho irrenunciable.

 

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El retorno triunfal de Companys en 1936. / Mundiario. 

 

Existe, por lo tanto, una repetición argumental en cuando a que el “procés” es parte de la continuidad histórica de los hechos ocurridos en 1934. Companys fue juzgado en 1935 por el Tribunal de Garantías Constitucionales, que lo condenó a 30 años de cárcel por un delito de rebelión militar por la proclamación de "la República Catalana como Estado integrante de la Federación Ibérica" el 6 de octubre de 1934. Después de la victoria en las elecciones de 1936 del Frente Popular, Manuel Azaña amnistió a todos los encarcelados por cuestiones políticas y, una semana después, Companys era restituido por el Parlament como 'president'.

Cabe recordar a los olvidadizos, que ya antes de que se conociera la sentencia del Tribunal Supremo sobre el “procés”, el entonces secretario general del PSC, Iceta y otros miembros del socialismo catalán, habían advertido a los independentistas que se olvidaran de la amnistía "que no se corresponde a la realidad política y legal de nuestro país", al tiempo que fue el primero de proponer la vía de los indultos, temprana afirmación que compartió con la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera.

¿Emulará Sánchez a Azaña?

¿Va Sánchez a emular a Azaña e indultar a Junqueras y los otros? Quizá le vendría bien lo que el propio Azaña opinaba de Companys y que dejó escrito en su obra “La velada de Benicarló”. Don Manuel decía de Companys: “Ha vivido no solamente en desobediencia, sino en franca rebelión e insubordinación”. Pese a su defensa del Estatut que hiciera en Cortes en 1932 (frente al más ponderado juicio de Ortega) Azaña acabó harto la “rapacidad y cobardía de los independentistas en 1937”. Y en  la citada Velada de Benicarló, escrita en 1937 y publicada en 1939 escribe: "Un instinto de rapacidad egoísta se ha sublevado, agarrando lo que tenía a mano (...) en el fondo, provincianismo fatuo, ignorancia, frivolidad de la mente española, sin excluir en algunos casos doblez, codicia, deslealtad, cobarde altanería delante del Estado inerme, inconsciencia, traición (...) Mientras dicen privadamente que las cuestiones catalanistas han pasado a segundo término, que ahora nadie piensa en exaltar el catalanismo, la Generalidad asalta servicios y secuestra funciones del Estado, encaminándose a una separación de hecho".

Y aunque se ha atribuido este texto a Azaña, que lo recoge en su diario, es en realidad de Negrín, quien dice: "Yo no he sido nunca lo que llaman españolista ni patriotero. Pero ante estas cosas, me indigno. Si esas gentes van a descuartizar a España, prefiero a Franco. Con Franco ya nos entenderíamos nosotros, o nuestros hijos, o quien fuere, pero estos hombres son inaguantables. Acabarán por dar la razón a Franco".

¿Volverá Puigdemont como Companys? Algunos cronistas vaticinan ya en un futuro inmediato un triunfal retorno de Puigdemont, y no precisamente para ser juzgado, sino aclamado y recuperan el relato del regreso a Cataluña de Companys, una vez que Azaña lo sacó de la cárcel. A este respecto, copio lo que escribe Gabriel Araceli:

“Companys regresó a Barcelona el 2 de marzo de 1936 y en medio de una muchedumbre enloquecida, avanzando por las calles en un coche descubierto escoltado por motoristas de la policía, se dirigió hasta el Palacio de San Jaime. Condenado a 30 años de prisión por el "golpe" de octubre de 1934, sólo había cumplido año y medio en el penal de El Puerto de Santa María. Al día siguiente, reunido en sesión extraordinaria, el Parlament català, por aclamación, pero en ausencia de la Lliga, lo ratificó en la presidencia de la Generalitat y él a su vez  confirmó al mismo Consell suspendido como consecuencia del "procés" del 34... y ahí comenzaron los problemas, ya que los radicales del "Estat Catalá" y la F.A.I. pedían mano dura con las Derechas que no apoyaron el golpe y la insurrección y la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) y la ERC y el PNRE defendían primero la recuperación de la normalidad institucional y luego promover una Reforma de la Constitución para un encaje más actual de Cataluña en el Estado Federal que podría apoyar Madrid, una vez recuperada la convivencia ciudadana”.

El testimonio de Tarradellas

Araceli recoge el muy ilustrativo testimonio de un testigo excepcional: "Yo estuve allí -diría más tarde Tarradellas- y lamento decir que aquel día el pueblo catalán se volvió loco, porque aquella jornada se echaron a la calle más de 2 millones de personas enfervorecidas y esquizofrénicas para aclamar al mártir Lluis Companys y sus Consejeros y reclamar la independencia. Fue algo increible y para mí un disparate, sobre todo cuando alguien gritó ¡Muera España! y miles de voces corearon al alimón aquel grito, como si fuese la salvación de Cataluña y todavía más sorprendente que el repuesto Presidente se sumara al griterío con gestos de estar loco... ¡Mon Deu, fue el comienzo de mi viacrucis particular!, pues yo siempre pensé que Cataluña necesitaba de España, que era España, al igual que España necesitaba a Cataluña... Era el anticipo de lo que vendría después, la despiadada Guerra Civil, de la que es mejor ni hablar..."

 

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El realismo y la prudencia de Tarradellas. / Mundiario

 

Y como si la historia de Cataluña insistiera en repetirse, es seguro que los que exigen que se aplique una amnistía sin excepciones a todos los implicados en el “procés” y sus actos, sueñan quizá en el retorno de Puigdemont, recibido por las multitudes de Cataluña, entrando en Barcelona, en coche descubierto, escoltado por dos docenas de motoristas de los mossos hasta el Palau de San Jaume, donde volverá a ser proclamado president dela Generalitat. Al tiempo. @mundiario

 

 

 

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