Igualdad y derecho son valores a la baja, una baja temeraria

Confianza - Francisco Armas Padrón / foto David Diaz
Confianza, de Francisco Armas Padrón / David Díaz

La fragata muradana La Confianza fue secuestrada. En puerto solían repetir retranqueiramente la frase: “En Muros xa non hai confianza; levárona os franceses”.

Igualdad y derecho son valores a la baja, una baja temeraria

Según la RAE, confianza es “esperanza firme que se tiene de una persona o cosa” y también “ánimo, aliento, vigor para obrar”. Constituye una obviedad decir que una sociedad, para ser equilibrada y sana, precisa de muchas cosas, desde luego de un notable grado de igualdad en oportunidades y derechos de sus componentes. Y necesita también que no se deprecie ni desprecie el valor del Derecho, que ha de asentarse en la “bona fides” que permite el apretón de manos del acuerdo, del pacto. Sin ese mínimum, no se garantiza una paz social sostenible, porque sin él no hay confianza ni, por tanto, esperanza ni aliento para obrar con seguridad.

Sin embargo, hoy en día igualdad y derecho son valores a la baja, una baja temeraria, pues sin ellos la confianza desaparece de las relaciones sociales y la vida se encanalla en un puro egoísmo mercantilista e insolidario.

La desconfianza. / Manel Vizoso

La desconfianza. / Manel Vizoso

Tanto es así, que nuestros legisladores se han visto obligados a positivizar en las leyes de procedimiento administrativo los principios de buena fe y confianza legítima. Vana pretensión legislativa, ya que tales principios, motejados con frecuencia de “buenismo”, son desconocidos por nuestras Administraciones públicas y pocas veces aplicados por los jueces en sus resoluciones y sentencias. ¿Quién tiene hoy en día confianza en los partidos políticos, las Cámaras parlamentarias, el Gobierno, las promesas electorales o la Judicatura? Y de las relaciones entre particulares, mejor guardar silencio.

Esto no es nuevo, aunque ello nada justifique. En el siglo XIX, con el país enfangado en las guerras finiseculares y una situación de casi bancarrota, una fragata, de nombre La Confianza, estaba atracada en el puerto de Muros que, como se sabe, no es simplemente una villa pescadora y señorial, sino mucho más: un universo de sabiduría e historia.

El hecho es que un buen día la fragata  se hizo a la mar para no oxidarse y héteme aquí que fue secuestrada por barcos de la armada francesa, que se la llevaron a no se sabe dónde. El hecho es real, histórico, aunque se haya silenciado, quien sabe si por un lógico orgullo nacional. Sin embargo, algunos muradanos veteranos, entre ellos un bisabuelo de quien escribe, conservaron hasta hace poco esa memoria y solían repetir retranqueiramente la frase: “En Muros xa non hai confianza; levárona os franceses”.

Me temo que hoy en día todos somos muradanos, yo el primero.

Comentarios