Hibernación, no, Pedro; guerra, tampoco

Pedro Sánchez y Fernando Grande-Marlaska. / RR SS
Pedro Sánchez y Fernando Grande-Marlaska. / RR SS
Y Marlaska, no digas que los expedientes y las multas siguen su curso porque están suspendidos los trámites y plazos, según los procedimientos administrativos que regula el decreto de alarma.
Hibernación, no, Pedro; guerra, tampoco

¿Qué estará pasando en el Gobierno de España para que se digan –y repitan– tantos disparates? Por falta de asesores, desde luego no es, porque haberlos haylos, y muchos. Otra cosa –visto lo visto– es su calidad política y cultural. Vayamos esta vez con tres de los más significados disparates desde el punto de vista del lenguaje –la hibernación y la guerra del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez–, y desde la vertiente de la ignorancia legislativa del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. De Guatemala a Guatepeor...

La hibernación de Sánchez.- No se cansa de apelar Pedro Sánchez a este estado animal para situar el contexto del confinamiento. Este domingo en televisión lo repitió hasta la saciedad. Pero hibernación, según la Real Academia Española (RAE), significa:

1. f. Estado fisiológico que se presenta en ciertos mamíferos como adaptación a condiciones invernales extremas, con descenso de la temperatura corporal hasta cerca de 0° y disminución general de las funciones metabólicas.

2. f. En animales, tanto vertebrados como invertebrados, sueño invernal.

3. f. Estado semejante a la hibernación de los animales que se produce en las personas artificialmente por medio de drogas apropiadas con fines anestésicos o curativos.

Cualquier parecido de la pretendida metáfora con la realidad académica –de la RAE–  sería pura coincidencia. Pero hay más. El Parque Nacional de los Glaciares de Montana (EE UU) ha compartido en la red social Facebook varios vídeos en los que se muestra cómo emerge un oso de la hibernación. Se ve cómo el animal, en este caso un ejemplar de oso negro americano, se despierta, bosteza, se estira, lame la nieve, lucha por abrir los ojos, se queda embobado mirando un pájaro, saca finalmente la cabeza de su madriguera –el agujero de un álamo hueco–, y se acostumbra poco a poco a la luz. Fuera no solo todo sigue igual, sino mejor, porque es primavera. Parece obvio explicar que al salir del estado de alarma no solo no seguirá todo igual, sino peor. Mucho peor, en el contexto económico.

La guerra de Sánchez.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, también persevera en que, inmersos en la pandemia, estamos en una guerra. Pero la guerra, según la Real Academia Española, significa:

1. f. Desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias.

2. f. Lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación.

3. f. pugna (‖ oposición, rivalidad).

4. f. Lucha o combate, aunque sea en sentido moral.

5. f. Oposición de una cosa con otra.

6. interj. Era u. para excitarse al combate.

Al igual que sucedía con la hibernación, pasa con la guerra. Cualquier parecido de la supuesta metáfora con la realidad académica –de la RAE– también sería pura coincidencia. Como dice el periodista Josep Ramoneda, no hay un sujeto político o social que nos desafíe, ni un centro estratégico –conocido– que dirija las operaciones. Además, hablar de guerra es transferir el problema al ámbito de la confrontación política. Es lo que hace Donald Trump cuando identifica la Covid-19 como virus chino. En definitiva, el discurso de la guerra es contradictorio con el principio moral en el que se apoyaría Pedro Sánchez. En la guerra el cálculo de muertos es en función de los objetivos. Hay que sacrificar las vidas necesarias para conseguir la victoria. No es eso, no es eso, Pedro.

Y Marlaska, tampoco digas que los expedientes y las multas siguen su curso porque están suspendidos los trámites y plazos, según los procedimientos administrativos que regula el decreto de alarma. Para hacérselo ver, ministro. @mundiario

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