Dos heroínas, un villano, un zombi, un actor en retirada, o sea Madrid

Pablo Iglesias. / Twitter @Podemos
Pablo Iglesias anunciando su dimisión como vicepresidente del Gobierno.

La política como espectáculo alcanza su máxima expresión en las elecciones madrileñas, ajenas a la realidad aunque sembradas de titulares e imágenes.

Dos heroínas, un villano, un zombi, un actor en retirada, o sea Madrid

Una buena película debe comenzar con un terremoto e ir a más. Es una frase atribuida a Cecil B. DeMille, autor de “Los Diez Mandamientos” y otras cintas espectaculares. Sin embargo el espectáculo moderno bebe más de las series televisivas y de los comics, como corresponde a la edad de sus protagonistas. En España estamos lejos de los hits del género. Es sencillamente insuperable la imagen de Trump asaltando el Capitolio o de Putin envenenando a los opositores. Frente a ellos las series basadas en la política parecen ñoñerías. La razón es evidente, olvidan la dimensión mediática de la política.

Los actores madrileños por el contrario la dominan y tácitamente se han repartido los papeles. La heroína Ayuso, caricaturizada como las malas de los comics, controlando los poderes oscuros, es la actriz principal. Recibe todos los insultos pero también todas las miradas. No rehúye el enfrentamiento sino que lo busca. Es desmesurada en las afirmaciones, superficial pero incisiva, radical sin parecerlo. La actriz secundaria y revelación es Mónica García, portavoz de Más Madrid, como heroína virginal que en el primer minuto ha puesto en su sitio al villano. Éste, Pablo Iglesias es un gran actor. Su aparición en escena ha sido memorable, inmolándose en el Gobierno, en directo, para acudir al combate con el cuchillo entre los dientes.

Gabilondo es el buen actor camino del retiro que ya ve con nostalgia el resultado. Que el PSOE no haya sido capaz de encomendarle el papel a un actor principal, es preocupante. Ministros y ministras han mirado al infinito y luego el gesto de Iglesias los ha dejado enmudecidos. Tirarse a la piscina cuando hay cocodrilos sólo está al alcance de unos pocos. El PSOE parece que da por perdidas las elecciones de ahora y las de dentro de dos años. Ahora buscan actores de reparto para rellenar la lista.

Y aún queda un zombi, Ciudadanos que ni siquiera tiene rostro a día de hoy. El domingo Arrimadas daba el espectáculo en Murcia, el lunes hacía como que no se enteraba y el martes se le fugaban los suyos en todas direcciones. Quedaba como en el tango, “sola, fané y descangayada”. Hay otro secundario más, Vox, que hace como que no está mientras galopa al fondo de la pantalla. En sus propias palabras, deja que los demás le hagan el trabajo de promoción.

La película ha comenzado en Murcia con un plano clásico. Allí una mariposa aletea y provoca un seísmo en la política española. La mariposa se llama Ana Martínez y era Consejera por Ciudadanos y portavoz del Gobierno murciano tras haber sido concejala del PP. Con seis diputados de su grupo logró que los 17 del PSOE la respaldaran para una moción de censura. Rivalidades internas llevaron a que de los seis firmantes de su grupo, cuatro se retractasen. Su currículum profesional es mínimo y la lista de conflictos provocados extensa. La operación, avalada por la dirección socialista, pretendía premiar a Ciudadanos a cambio de su apoyo en las Cortes.

Repartidos los papeles ha comenzado la función. Ninguno de los actores defrauda. Desempeñan sus respectivos papeles con pasión. Los dos principales, Ayuso e Iglesias producen titulares continuamente, alimentan todas las tertulias, acuden a todas las tribunas. No se dirime nada real, sólo siguen un guión. Lo importante es decir barbaridades, mantener la tensión, acumular imágenes más que argumentos. Que Ayuso e Iglesias hayan nacido el mismo día, sean tan distintos y al tiempo tan parecidos, añade morbo a la historia.

Iglesias, con siete diputados, le ha pedido a Más Madrid, con veinte, que vaya detrás en su lista. La  portavoz de Errejón ha reaccionado con una declaración de empoderamiento impecable. Iglesias sale del Gobierno estatal, para seguir mediatizándolo desde fuera y en el momento oportuno forzar elecciones, si antes no las convoca Sánchez. Con toda probabilidad el próximo año. Mientras su sucesora, comunicada por la televisión, baja de categoría, pues los galones y el mando los mantiene Iglesias. Ahora quiere crecer a costa de su antiguo socio, Errejón, y sobre todo del PSOE, reorganizar un partido que se estaba deshaciendo y volver probablemente al Gobierno estatal tras las siguientes elecciones. Un paso atrás para tomar impulso.

Casado aplaude en primera fila sabiendo que su candidata puede eclipsarlo y sustituirlo. La política es como el deporte, en el pódium sólo cabe uno. Las elecciones van a ser interpretadas como una radiografía de la situación estatal. Van a medir sobre todo la fuerza del PP, en pleno juicio por corrupción, la resistencia de Unidas Podemos y el crecimiento de Vox. El PSOE da los resultados por descontados mientras mantiene la preeminencia en las encuestas del CIS.

La preocupación de los ciudadanos por la política, constante en las encuestas, no tiene reflejo en el mundo político. Todo cuanto hemos citado, en Murcia o en Madrid, es ajeno a los problemas reales de las personas o del país. Un mundo cerrado, una burbuja como es la política, se reviste con todas las luces de las candilejas para ofrecernos el espectáculo de sí misma, con los medios de las series televisivas, la ambición del espectáculo cinematográfico y la simplicidad de los comics. Como en el cine, suspendamos la credulidad, pidamos palomitas y disfrutemos del espectáculo durante cincuenta días. La función ha comenzado. @mundiario

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