¿Habrá causa común de PP, PSOE y Ciudadanos frente al independentismo?

Miquel Iceta, líder del PSC. / publico.es
Miquel Iceta, líder del PSC. / publico.es

¿Y frente a Podemos?Todos coinciden en la imposibilidad de alcanzar hoy el consenso logrado en la Transición, pero como partidos democráticos están obligados a intentarlo.

¿Habrá causa común de PP, PSOE y Ciudadanos frente al independentismo?

PP, Ciudadanos y, sobre todo, el PSOE, por cuanto pueda tocarle, confían en que la cosecha de votos que obtenga Podemos en las futuras elecciones generales se reduzca y una mayoría de ciudadanos del resto de España que los auparon en los pasados comicios entonen el mea culpa por prestar su apoyo a los cómplices del levantamiento en Cataluña.

Los constitucionalistas tratarán de inocular en esa parte del electorado un sentimiento de decepción y de repulsa hacia los que han acompañado sin recato a los ex gobernantes de la Generalitat en su dramática aventura secesionista, aunque su disfrazado líder, Pablo Iglesias, a quien las cámaras grabaron gritando consignas a favor del soberanismo y contra la Constitución, intente ahora convencer de que su aliento a los golpistas no incluía la declaración de independencia. 

Pero las tres formaciones pecarían de supina inocencia y grave dejación, si, además, no blindaran de manera inequívoca y unitaria el régimen de 1978, al que habrá que aplicarle algunas correcciones necesarias, pero no las que subrepticiamente pretende el partido morado y los partidos nacionalistas, similares a las que en otro tiempo determinaron ciclos infernales de nuestra historia.

Podemos –hay que repetirlo– habla de regenerar los tejidos enfermos de nuestra política y nuestra economía y de recuperar derechos perdidos, pero detrás de esa sugestiva pantalla anida el deseo de abrir un periodo constituyente y sustituir la monarquía parlamentaria por una república ad hoc. Ese y no otro es su revolucionario objetivo, y de ahí sus continuas proclamas contra el Rey, contra la Unión Europea y contra todo cuanto ha propiciado, con sus claros y oscuros, casi cuarenta años de libertad y progreso a un país que acababa de vivir otros cuarenta en la oscuridad de una dictadura. 

El zafio nudismo que ha exhibido Podemos en el conflicto catalán ha calado también en los grupos socialistas que mantienen acuerdos de gobierno con los podemitas en distintas instituciones, aunque en política el deseo de mantenerse en el poder impera casi siempre sobre el sentido común, incluso cuando corren peligro los intereses futuros del propio partido. 

Si PP, PSOE y Ciudadanos han sumado sus fuerzas frente a los secesionistas y parece probable que sellen un pacto político tras el 21-D, sobre todo si esta vez las urnas no son tan propicias al independentismo, no ampliarlo, con lealtad y altura de miras, al resto de importantes asuntos pendientes que tiene España sería de una irresponsabilidad imperdonable. 

Todos coinciden en la imposibilidad de alcanzar hoy el consenso logrado en la Transición, pero como partidos democráticos están obligados a intentarlo, y si para eso resulta imprescindible renovar algún que otro liderazgo, la ocasión es pintiparada. Con los que están no hay más cera que la que arde. Y hay que ver cómo arde.

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