Un guión constitucional para Cataluña requiere conocer a fondo sus fundamentos
La cuestión principal de una consulta democrática no está nunca en la pregunta, sino en las respuestas de la ciudadanía, alerta este experto en este análisis para MUNDIARIO.
La cuestión principal de una consulta democrática no está nunca en la pregunta, sino en las respuestas de la ciudadanía, alerta este experto en este análisis para MUNDIARIO.
En la difícil situación que en la actualidad los ciudadanos perciben sobre Cataluña, el llamado "derecho a decidir" se ha convertido en el "deus ex machina” del guión de la consulta popular que se pretende hacer.
Las necesidades del propio guión hacen que con tal enunciado se incurra en una falta de coherencia interna, quizá por tanto que algunos esperan desde el punto de vista del más puro interés político.
No es necesario investigar demasiado en los guiones literarios o cinematográficos para encontrar ejemplos de ese “deus ex machina”. Bien sea la llegada del héroe en el último momento, la inesperada carga de caballería, el oportuno eclipse, o la sorprendente necedad del villano perdiendo el tiempo al contarle los planes a los protagonistas, es muy difícil evitar la aparición de estos elementos.
El motivo es simple: la trama sobre "el derecho a decidir" en Cataluña es el hilo primario de creación al que se tienen que adaptar todos los demás elementos que encerraría una hipotética secesión del resto de España. Una vez que todos los espectadores percibimos esa falta de coherencia interna, es inevitable que la obra a todos nos produzca incomodidad y rechazo.
¿Derecho a decidir?
La cantidad justa de causalidad impuesta por la narración es un ingrediente difícil de manejar para el guionista: por una parte, es un método fácil para obtener la trama deseada, pero también puede hacer que el conjunto no resulte creíble o que incluso roce en el surrealismo, que es lo que está pasando con la búsqueda del engranaje constitucional para ese " derecho a decidir" en la forma de la consulta popular que se pretende para Cataluña.
Se dice que es una manifestación de la democracia directa que hay que predicar y que no se puede desconocer ni dejar pasar sin participar. Y es cierto. La Constitución española no desconoce a lo largo de su texto algunas de las instituciones más extendidas de esa forma de democracia directa (iniciativa legislativa popular o el derecho de petición). Pero, sin duda, es precisamente en el referéndum o consulta popular en donde mejor se plasma el derecho a la participación - y a la decisión- de los ciudadanos en los asuntos públicos.
Ahora bien, el problema constitucional parece que queda entonces reducido al contenido material de lo que se quiera – o pueda- consultar a los ciudadanos de Cataluña. En este sentido, no deja de ser llamativo que el único tipo de referéndum mínimamente regulado en la Constitución, sea el referéndum "consultivo". Es decir, una consulta que quién constitucionalmente decide y tiene la iniciativa de convocarla -el presidente del Gobierno-, no queda, sea cual fuere el resultado que del mismo se derive, jurídicamente vinculado para cumplir el resultado del referéndum. Porque, una cosa distinta es que lo que se consulta a los ciudadanos no sea lo sea en la forma de una pregunta “cerrada” sino con distintas salidas y sin imposiciones predeterminadas. Así, no se tendría que reducir a consultar a los ciudadanos sobre si independencia o no para Cataluña, sino que tiene que darse cabida a una "tercera" vía: una fórmula que fomente la solidaridad en el Estado español al tiempo que proporciona una solución a la singularidad de Cataluña en forma de reforma de la Constitución para definir España como un Estado federal. Porque la cuestión principal de una consulta democrática no está nunca en la pregunta, sino en las respuestas de la ciudadanía.
Secesión y Constitución
No cabe duda de que la decisión “secesionista” no tendría cabida en la Constitución española, pero sí que, en cambio, una decisión favorable del cuerpo electoral catalán a esa otra “tercera vía” trazaría el camino para esa reforma constitucional desde la misma Constitución y para todos los españoles.
Por consiguiente, el guión constitucional para el también llamado por muchos "el problema catalán" está, a mi juicio, en perfectas condiciones de poder presentarse de una manera creativa y positiva ante los espectadores de la trama. Sólo falta que los papeles que deban de ser asignados a los distintos protagonistas sean efectivamente asumidos y desarrollados con todas las consecuencias por cada cual; y que cada cual asuma un final que, como siempre sucede, no podría resultar al gusto de todos.