La guerra civil española: 1936 - 2017

Guerra Civil española. / RRSS
Guerra Civil española. / RR SS

Décadas después del alzamiento militar la tremenda herida causada por la contienda no se ha cerrado y para vergüenza de las generaciones jóvenes aún dista mucho de hacerlo.

La guerra civil española: 1936 - 2017

Podría escribirse un extenso artículo sobre la cruel confrontación solamente con citas de Unamuno, Machado, Pío Baroja o Alberti, por empatar en sentimientos ideológicos. La crudeza con la que todos se pronunciaron, incluso aquellos que apoyaron el alzamiento militar para luego volverse contra ellos, remueve conciencias y encoge estómagos con su simple mención. Pero lo que más provoca hoy en día es, parece increíble, odio, resentimiento y una inacabable sed de venganza. La contienda que continúa dividiendo a la sociedad parece lejana pero nos equivocamos si consideramos que ha terminado. Nada más lejos de la realidad. Aún queda una última batalla por librar, la del olvido. La más difícil porque es tan larga que dura ya varias décadas, demasiadas, de lucha.

Hoy ya no son los hijos, sino los nietos y bisnietos de aquellos que participaron de una u otra manera los que siguen impidiendo que el tiempo cierre una herida que todos llevamos en nuestro adn. No parece existir un remedio  válido para saciar las ganas de revancha de quienes sufrieron la derrota y su posterior represión. Tampoco de quienes tienen en su memoria los crueles excesos en el terreno republicano. Y mientras nos empeñemos en abrir tumbas la brecha se irá haciendo más y más grande. Cierto es que los sucesivos gobiernos democráticos no han querido abordar con determinación el problema, impidiendo con ello el olvido, consintiendo que el resentimiento siga vivo, pero también es verdad que si la sociedad no camina hacia adelante los más de 200.000 asesinados en ambas retaguardias no descansarán en paz.

Pertenezco a una generación privilegiada que tenía doce años cuando murió el dictador que, sin que nadie lo esperase, se hizo primero con el mando férreo de la rebelión y luego se instaló en el  trono del poder soportado por el poder de las armas.

Una generación que ha tenido la inmensa suerte de no vivir ninguna confrontación bélica en nuestra tierra, lo cual no ha sido  la norma en la historia de España.

Pertenezco a una generación privilegiada que tenía doce años cuando murió el dictador que, sin que nadie lo esperase, se hizo primero con el mando férreo de la rebelión y luego se instaló en el  trono del poder soportado por el poder de las armas. Una generación que ha tenido la inmensa suerte de no vivir ninguna confrontación bélica en nuestra tierra, lo cual no ha sido precisamente la norma en la historia de España.

En la memoria de mi familia hay, como en la mayoría de las familias españolas, damnificados por ambos bandos, pero no por eso apelo a la estupidez de Zapatero de convertir la memoria de mi abuelo como razón divina para justificar pretensiones equívocas e interesadas.

Dejemos a los muertos con los muertos y desterremos las voces ancestrales que algunos se empeñan en oír clamando venganza.

Echar cuentas y establecer quien empezó o quien hizo qué no ha traído ni traerá nada bueno y si algo debemos a nuestros antecesores no es mantener viejas disputas, sino asegurarnos de que hacemos todo lo posible para que nuestros descendientes no lamenten lo mismo en el futuro.

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