El gran pagano gallego de la derrota de Soraya

José Manuel Barreiro. / rtve.es
José Manuel Barreiro. / rtve.es

De José Manuel Barreiro no se puede decir que sea un tipo con suerte, o con buen olfato político. Nunca le ha tocado ser caballo ganador, ni suele acertar a la hora de identificar a quien sí lo va a ser.

El gran pagano gallego de la derrota de Soraya

José Manuel Barreiro es, desde la perspectiva gallega, el principal damnificado del congreso nacional del Partido Popular. El nuevo presidente, Pablo Casado, le aparta de la portavocía del grupo parlamentario en el Senado, donde coloca a un hombre de su confianza, el exdirector general general de la Policía Ignacio Cosidó. Para él no hay premio de consolación. De poco le han servido los siete duros años durante los cuales le tocó defender en la Cámara Alta todo lo que hacía –o dejaba de hacer– el gobierno de un Rajoy que siempre le tuvo en gran estima, no sólo política, sino personal hasta el punto que se dice que a punto estuvo de nombrarle ministro, en alguna de las remodelaciones que jalonaron los siete años de mandato de Don Mariano. 

Barreiro paga muy caro su apoyo de última hora a Soraya Sáenz de Santamaría y, sobre todo, el haber pedido una candidatura de unidad, encabezada por la exvicepresidenta del Gobierno, que para algo había sido la preferida por los afiliados en la primera fase del proceso sucesorio. El senador lucense defendió la posición más coherente con la línea argumental de los populares: que en ayuntamientos, diputaciones, autonomías y en el Gobierno central se respete la decisión de las urnas y gobierne quien más apoyos haya obtenido del correspondiente cuerpo electoral. Y abogó por una fórmula de integración que evitase la encarnizada batalla previa a la decisión final de los compromisarios.

Puede decirse que José Manuel Barreiro, como tantos otros de los que dieron la cara por Soraya, es víctima de una auténtica "coalición de perdedores".  Casado ganó el congreso, pero no las auténticas primarias, en las que votaron directamente los militantes, sin intermediarios. Esa es la teoría de los sorayistas, que comparte el que fuera vicepresidente de la Xunta, junto a Feijoo, en la última etapa del fraguismo y que en la sucesión del "patrón" competió con Don Alberto, pero acabó integrándose en su equipo en aras de preservar la cohesión interna de aquel Pepedegá recién desalojado de San Caetano. 

Hay quien augura que Barreiro podría emprende ahora su particular camino de vuelta a la política gallega. Tampoco es descartable que al final de la legislatura, dentro de un par de años, y después de más de dos décadas en cargos públicos relevantes, decida retornar a su puesto de catedrático de universidad en el área de economía y empresa. En el primer caso depende enteramente de la voluntad de Feijóo, porque el exconselleiro de Medio Ambiente carece de territorio propio. No es un barón. En su día decidió renunciar a la presidencia provincial del PP de Lugo, porque no podía atenderla adecuadamente desde Madrid dado el nivel de exigencia de la portavocía en el Senado.

De José Manuel Barreiro no se puede decir que sea un tipo con suerte, o con buen olfato político. Nunca le ha tocado ser caballo ganador, ni suele acertar a la hora de identificar a quien sí lo va a ser. Aún así su trayectoria le avala como uno de los más destacados dirigentes del PP gallego, por su preparación académica, por los cargos que ha desempeñado y por lo bien que conoce el partido desde la base. Sin embargo, en el entorno de Feijoo tienen muy presente que en su etapa al frente del PP lucense, los populares perdieron la joya de la corona del poder provincial, la Diputación, que no han logrado recuperar. Y encima el partido se desgarró dolorosamente en dos facciones que, a día de hoy, no hay tutía de recoser. Y eso penaliza. @mundiario

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