Un gobierno en modo Poncio Pilatos

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Excusatio non petita ...

La grandeza de los que mandan es saber pedir perdón cuando se equivocan. La grandeza de los mandados es saber perdonar a los que mandan cuando no caen en la tentación de lavarse las manos. La miseria de esta España confinada es saber perdonar cuando los que yerran son los suyos y condenar sin escrúpulos cuando los que yerran son los de los otros.

 

Un gobierno en modo Poncio Pilatos

Cuanto más aparece Pedro Sánchez por la tele, circunspecto, abrumado e iniciando cada uno de sus soporíferos sermones con un recurrente atenuante: “Nos enfrentamos a la peor crisis de España desde la Guerra Civil”, más me convenzo de que, en su fuero interno, se teme ya que acabará imputado por la historia. ¡Excusatio non petita...! El problema de los presidentes de gobierno, con las excepciones que confirman toda regla, es la rapidez con la que olvidan que nadie les ha obligado a serlo, que se han presentado voluntarios para llevar el timón del Estado, que tienen que estar a las duras y las maduras y que, durante cada singladura de cuatro años, se les presupone suficientemente preparados para navegar cuando los vientos son propicios y cuando les sorprenden las tormentas, incluso esas que acaban convirtiéndose en un tsunami.

Es ahora, en momentos tan oscuros como estos, cuando esos pocos hombres y mujeres que tienen el valor, a veces la osadía, de presentarse como candidatos/as a machos y hembras alfa de esta heterogénea manada de 47 millones de ciudadanos, cuando se demuestra la pasta de la que están hechos y hechas aquellos y aquellas que han sido seleccionados/as por imperativo legal de las urnas generales, autonómicas y locales e investidos por les respectivos poderes legislativos nacionales, territoriales y municipales. De manera que, ¡menos lobos, Caperucita!, cuando aciertan y menos lamentos, menos contraataques como táctica de defensa, menos “guardaespaldas” mediáticos, menos falso orgullo herido cuando cometen un error, ¡que inmensos errores, a veces, de naturaleza irreversible...!

En vez de pelotas, aduladores, Ivanes Redondo y cortesanos de esos que llevan décadas calentando los oídos de los distintos y distantes inquilinos que han ocupado La Moncloa, va a ser cuestión de ponerles al lado una versión actualizada de aquellos tenaces lacayos que le repetían, una y otra vez, a los generales victoriosos que hacían su entrada triunfal en Roma: ¡recuerda que eres mortal! Incluso usted, señor Sánchez, que apoyó a regañadientes la drástica y fronteriza imposición del 155 en defensa de la Constitución y, sin embargo, con la indiscutible e indiscutida disculpa de salvar vidas, de mayor rango, naturalmente, acaba de entrar en la historia como el primer Presidente que ha activado el inédito Estado de Alarma, el mando único, la mayor concentración de poder, en un solo hombre, jamás imaginada desde que nos quitamos de en medio al infausto caudillo.

Lo que pasa es que un Real Decreto de Alarma es lo que tiene, oye. Por un lado te otorga todo el poder, pero por otro te obliga a asumir toda la responsabilidad. Y, claro, como es inevitable establecer odiosas comparaciones, yo no sé si nuestro porcentaje de fallecidos por millón de habitantes, nuestros contratiempos en adquisición de test, mascarillas y respiradores, nuestra falta de reflejos en hacer test masivos, nuestras escalofriantes cifras de personal sanitario infectado, han sido inocuos despistes o reflexivas decisiones. Solo sé que, en Austria, en Portugal, en Alemania, en países nórdicos y así, por un lado han tenido menos mala suerte y por otro se han buscado mejor la vida, y nunca mejor dicho. Y que un Gobierno que nos llama héroes, patriotas y demás lindezas de esas cuando estamos encerrados y calladitos en casa, no puede después demonizarnos cuando exigimos explicaciones. Salvo que de repente, eso que Pedro, Pablo y Cia llaman estos días patriotismo, consista en que, además de burros, apaleados y confinados, tengamos que fingir que somos gilipollas, con perdón.

Recuerde usted que es mortal, señor Presidente. Que es de humanos errar. Que no son creíbles los gobiernos en modo Poncio Pilatos. Que aquí, lo de lavarse las manos, era solo una consigna para el pueblo. Que, francamente, nos han dado más alegrías Manuel De La Calva y Ramón Arcusa, el Dúo Dinámico, que ese dúo indolente que forman usted y Pablo Iglesias ¡Qué poco les cuesta solicitar la adhesión inquebrantable del pueblo y cuanto pedirle disculpas!,Un pueblo, el suyo y el mío, impaciente por volver al buen redil democrático en el que la libertad, la calle y la vida vuelvan a ser nuestras, espacios libres de policías, guardiaciviles, drones y demás ojos de gran hermano que, involuntariamente, por supuesto, por sentido de la disciplina y bajo la fiebre sancionadora del Ministro Marlaska, se afanan de día y de noche en la inaudita paradoja de transformar un derecho en un delito.

¡Que buenos vasallos, oh, los españoles, para tan mediocres señores...! @mundiario

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