El Gobierno español no reacciona ante el paso del averiado carguero nuclear ruso Sevmorput

Pedro Sánchez. / RTVE
Pedro Sánchez. / RTVE
En un plazo máximo de una semana, el buque estará frente a las costas de Galicia. En el cabo Fisterra fijará nuevo rumbo a San Petersburgo y desde Galicia volverán a preguntarse el porqué de tantos barcos con carga peligrosa navegando por el separador de tráfico marítimo de Fisterra.
El Gobierno español no reacciona ante el paso del averiado carguero nuclear ruso Sevmorput

El Gobierno español no ha tratado oficialmente el caso del buque de carga ruso de propulsión nuclear Sevmorput que, en su errático viaje de ida y vuelta a la excapital del Imperio Ruso San Petersburgo pasó hace semanas con rumbo sur por aguas próximas al archipiélago canario, a las que ahora retorna porque hoy mismo se encontraba entre la capital de Mauritania,  Nuadibú,y la ciudad marroquí de Dakla, la antigua Villacisneros de las posesiones españolas del Sáhara Occidental. El carguero, que no ha completado su viaje a la Antártida, pasará también nuevamente frente a las costas gallegas: a la altura de Fisterra tomará la demora para dirigirse al Golfo de Finlandia, donde desemboca el río Neva y se encuentra San Petersburgo. A bordo, una carga de material de construcción destinado, presuntamente, a una estación militar de investigación rusa, además de equipos y tripulantes especializados.

​El Sevmorput, registrado en 1988, es un veterano buque nuclear que, estos días, y sin que nadie explique el por qué, parece un pollo sin cabeza: navega en zig zag y sus 18 nudos de velocidad de crucero los ha reducido a entre 6 y 7. Al parecer, debido a una no explicada avería en las palas de una hélice, avería que ni la tripulación del navío de 260 metros de eslora supo o no pudo arreglar, como tampoco lo consiguió el equipo especializado que acudió a Angola para, desde aquí y en helicóptero, desplazarse al carguero. Es el motivo por el que el Sevmorput ha virado 180 grados y puesto proa al citado Golfo de Finlandia.

Frente a Galicia

En un plazo máximo de una semana, el buque estará frente a las costas de Galicia. En el cabo Fisterra fijará nuevo rumbo a San Petersburgo y en Galicia -ojalá no me equivoque- volveremos a preguntarnos el porqué de tantos barcos  con carga peligrosa navegando por el separador de tráfico marítimo de Fisterra.

Esta singladura del veterano buque de carga podría estar justificada con la intención del Gobierno ruso de aprovechar lo que el cambio climático deja al descubierto: enormes yacimientos de combustible fósil, entre ellos el gas natural licuado, enormemente demandado en la actualidad por los medios de transporte, especialmente el marítimo. Mucho más económico y menos contaminante. Como también lo es la propulsión nuclear, utilizada por Rusia desde hace 50 años. Los buques que la usan pueden pasar decenios sin recargar combustible, cubriendo grandes distancias. Las suficientes como para dar la vuelta al mundo 14 veces a una velocidad media de 20 nudos y sin recurrir a combustible adicional. Las naves nucleares, además, no emiten CO2, ni gases de efecto invernadero. Tienen de malo, como es el caso del Sevmorput, que llevan instalado un reactor de fisión atómica KLT-40 con un reactor de 150,7 kilos de uranio enriquecido.

El Cason, en la memoria

Cuando se habla de nucleares y reactores atómicos, en Galicia se encienden las luces de alarma y se recuerda el tremendo error cometido con la carga del Cason, embarrancado en la playa del Rostro, en Fisterra, del que se dijo transportaba un reactor nuclear. Craso error que llevó a centenares de personas a huir de A Costa da Morte por miedo a morir en un caos atómico que nunca se produjo porque nada nuclear había a bordo.

El Sevmorput tiene en su costillar de acero una historia de rechazo: la de las compañías de seguros que, como el club P&I, no lo admiten en sus cuentas. Porque resulta extremadamente complicado para la armadora del buque, la compañía rusa Russian Breaker, asegurar esos 260,3 metros de eslora, sus 32,2 metros de manga y sus 11,8 metros de calado. Y ahora, esto: la incerteza, el no saber cómo acabará la aventura de volver a casa con la carga que llevaba a la Antártida donde, por cierto, se carece de puertos con instalaciones que puedan recibir residuos nucleares o puedan reabastecer de combustible a buque como el que nos ocupa. El doble casco de sus seis bodegas de carga es una simple anécdota. @mundiario

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