El gesto de Mas, un desfibrilador para que siga latiendo el corazón del soberanismo

Carles Puigdemont y Artur Mas. / La Vanguardia
Carles Puigdemont y Artur Mas. / La Vanguardia

Mas ha optado por retirarse él, antes que le retiren. Por los primeros comentarios de algunos de sus correligionarios, Mas no se va. De momento se va a hacer de Arzalluz y en el futuro, ya se verá.

El gesto de Mas, un desfibrilador para que siga latiendo el corazón del soberanismo

Artur Mas cedió la presidencia de la Generaltat de Cataluña a cambio de someter a la CUP, un grupo independentista y antisistema. De se modo, da paso a Carles Puigdemont para evitar el "caos" de otras elecciones, mientras los anticapitalistas se comprometen a votar siempre con Junts pel Sí en el terreno soberanista. Mas ha optado por retirarse él, antes que le retiren. Por los primeros comentarios de algunos de sus correligionarios, Mas no se va. De momento se va a hacer de Arzalluz y en el futuro, ya se verá, destaca un comentarista de La Vanguardia.

Según Enric Hernández, director de El Periódico de Catalunya, la última (o penúltima) acrobacia política de Artur Mas acarrea un doble sacrificio ritual: su inmolación (temporal) como 'president' y la automutilación de la CUP, que en un inédito acto de contrición no solo promete lealtad patriótica a Junts pel Sí, sino que le cede dos diputados para completar su exigua mayoría parlamentaria. Atrás quedan la beligerancia de Mas contra los anticapitalistas y la negativa a entregarles su cabeza --"la Presidencia no es una subasta de pescado"--; la puja existió, y el mejor postor ha sido Carles Puigdemont.

El periodista José Luis Gómez, en su crónica para la agencia Europa Press, comenta que ahora está a la espera de gobierno la locomotora económica, Cataluña, y está sin gobierno toda España. A su juicio, el presidente Mariano Rajoy tiene su inteligencia ocupada en cómo sobrevivir a una coalición a la portuguesa y cómo gestionar lo que pueda llegar de Cataluña. Pero el problema no es si Rajoy sobrevive -"suele hacerlo"-, sino si los millones de españoles más vulnerables a la crisis sobrevivirán.

Para el politólogo Antón Losada, la primera y más evidente consecuencia del acuerdo catalán es que "ya no tenemos a Artur Mas para culparle por todo". Estos últimos años de  simplezas y tebeos de buenos españoles contra malos catalanes, donde millones de ciudadanos eran manipulados por un taimado, perverso e incluso diabólico 'expresident', se perciben de golpe como lo que siempre han sido: una estúpida pérdida de tiempo. Guste o no Catalunya tiene hoy un Gobierno estable, con una hoja de ruta trazada y un objetivo de independencia apoyado por la mitad de la población casi con el mismo entusiasmo que lo rechaza la otra mitad.

¿Volverá Artur Mas? No se ha ido, responde el periodista Joan Tapia también desde El Periódico. Va a dirigir la renovación de CDC, quizá sea candidato de nuevo y ha elegido a Carles Puigdemont. El periodista Toni Aira cree que, de nuevo, Mas ha estado a la altura de las esperanzas más exigentes depositadas en él. Estaba claro que el mejor servicio que ahora podía hacer al país era dar un paso al lado, ante la perspectiva de unas elecciones anticipadas de resultado incierto no solo a nivel de su proyecto político, sino sobre todo en clave de país. Y lo ha hecho. Da un paso de gigante para entrar en la historia política de Cataluña en la fila de los presidentes y grandes líderes.

Jordi Juan, en La Vanguardia, señala que Artur Mas ha optado por retirarse él, antes que le retiren. Y por lo visto en la conferencia de prensa de este sábado y por los primeros comentarios de urgencia de algunos de sus correligionarios, Mas no se va. De momento se va a hacer de Arzalluz y en el futuro, ya se verá.

También en La Vanguardia Enric Sierra opina que no hay duda de que el sacrificio político que Artur Mas ha realizado tendrá réditos en el futuro, tanto para él como para la formación que acabe liderando. La imagen del president que se sacrificó por el país será su principal baza. El procés independentista sigue vivo. Ha estado en la UCI y muchos le habían dado la extremaunción. Pero el gesto in extremis de Mas ha servido de desfibrilador para que siga latiendo el corazón del soberanismo.

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