El general Rodríguez está haciendo una parodia de su propia vida al declararse pacifista y antimilitarista

Spain's Podemos (We Can) party leader Pablo Iglesias (L) listens to former Spain's Defence Chief Staff General Jose Julio Rodriguez during a conference in Madrid, Spain, November 19, 2015. REUTERS/Andrea Comas
Julio Rodríguez susurra al oido de Pablo Iglesias.

Sorprende que un militar que ha llegado a tal rango se coloque frente a los elementos que cimentaron su vida. Tiene todo el derecho del mundo a cambiar y pensar lo que quiera. Pero eso no lo hace el paradigma del militar moderno y democrático, sino de un paisano que renuncia a su vida anterior.

El general Rodríguez está haciendo una parodia de su propia vida al declararse pacifista y antimilitarista

Uno de los asuntos que viene produciendo mayores controversias en las redes sociales en los últimos días son las peripecias como “diputado cunero” (es decir, sin relación alguna con la circunscripción por la que persigue el acta) por Almería del teniente general Rodríguez y las reiteradas manifestaciones del mismo, declarándose pacifista, antimilitarista, contrario a la OTAN y otra serie de contradicciones con lo que ha sido su propia vida.

Durante una etapa de mi vida traté mucho a su padre, que era teniente coronel mayor en el Regimiento de Infantería Zamora 8. “El Fiel”, en Ourense, donde yo cumplía el servicio militar en la secretaría del mando. Era un hombre espigado, como su hijo, sencillo, grato y agradable, nada militarista, tal y como se entendería entonces, aunque procedía de la Guerra Civil. Mantuve con él muchas conversaciones, pues le agradaba hacerlo con los que estábamos estudiando una carrera y teníamos alguna perspectiva sobre temas diversos, en mi caso, la comunicación.

Cuando veo la trayectoria de su hijo no puedo dejar de suponer qué pensaría aquel hombre del lugar donde ha parado. En cuanto a la controversia: por una parte, muchas personas creen que Rodríguez es el paradigma del militar progresista, demócrata y avanzado, lo que el país precisa, y motejan hasta de militaristas, fascistas y el repertorio habitual a quienes mantengan otro punto de vista. Otros creen que el ex jefe del Estado mayor de la Defensa ha traicionado los que se suponen eran los ideales sobre los que construyó su vida, y unos terceros opinan que es una lástima que se falte el respeto a sí mismo y a sus compañeros de ayer poniéndose en esta situación a través de sus manifestaciones justificatorias.

Uno de los asuntos que viene produciendo mayores controversias en las redes sociales en los últimos días son las peripecias como “diputado cunero” (es decir, sin relación alguna con la circunscripción por la que persigue el acta) por Almería del teniente general Rodríguez y las reiteradas manifestaciones del mismo, declarándose pacifista, antimilitarista, contrario a la OTAN y otra serie de contradicciones con lo que ha sido su propia vida.

En sentido estricto, Rodríguez es un paisano, retirado de su oficio, que puede dedicarse a lo que guste y a militar donde le apetezca, pero no es un ciudadano cualquiera: como presidente de Junta de Jefes de Estado Mayor posee conocimientos valiosos y delicados sobre la defensa de España, y sus actuales manifestaciones no pueden dejar de sorprender, por varios motivos: Primero, por su conocimiento y responsabilidad en aspectos esenciales de la seguridad nacional. Segundo, por la paradoja y falta de consideración que reflejan hacia quienes fueron sus compañeros y subordinados. Tercero, por la falta de respeto que se muestra a sí mismo y Cuarto, por la incongruencia que suponen los que se creía principios que fundamentaban su vida con respecto al concepto mismo de España.

Yo recomendaría a quienes lo consideran el modelo de militar demócrata y progresista la lectura del famoso libro de Norman Dixon sobre la incompetencia militar, donde se indica que “las organizaciones militares contribuyen a la incompetencia de dos maneras: directamente formando a sus miembros a actuar de forma que no siempre conduce al éxito militar, atrayendo, seleccionando y dando ascensos a una minoría de personas con defectos especiales en su intelecto y personalidad”.

Un pacifista contra la OTAN

Rodríguez es ahora pacifista, antimilitarista y anti OTAN, (como si tras al final de la “Guerra fría” no nos enfrentamos a otras amenazas) ¿lo era ya cuando mandaba la cúpula de nuestros ejércitos? Parece ser que sí, por el lamentable modo en que permitió que se escapasen los piratas que atacaron al “Alakrana” o las contradictorias órdenes con que, como me relató algún mando de las fuerzas desplegadas en su época en Afganistán, se tuvieron que enfrentar nuestros militares en una zona de guerra, con resultado de bajas que quizá pudimos evitar. No parece que Rodríguez hiciera suya la máxima de Montgomery de que el primer de un general es no exponer inútilmente la vida de sus soldados.

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José Julio Rodríguez en su época de militar.

 

Y puestos a comparar a este militar demócrata y progresista, me gustaría hacerlo con el general republicano Vicente Rojo e invitaría a conocer su vida y leer sus libros (sobre todo “Alerta los pueblos” y “España heroica”.  Rojo desempeñó hacia el final de la guerra civil el cargo equivalente al que Rodríguez en la paz. Y es un buen modelo para advertir la pérdida de rumbo del ourensano con respecto a lo que fui su oficio o lo que debería ser.

Desde Roma a nuestros días, los ejércitos se denominaron "Ultima ratio". Un mismo concepto puede variar a lo largo de la historia, según el contexto. El general Díez Alegría escribe "Ejército y sociedad" (con lo que ingresa en la Academia de Ciencias Morales Políticas) que nadie puede discutir que el sometimiento al poder civil es la base de la existencia de las fuerzas armadas. España no es un país militarista ni nuestro Ejército lo es. Es por ello, que quien ha sido su jefe recurra a este manido concepto para justificarse no deja de ser una curiosa paradoja, pues en cada tiempo las palabras tienen conceptos que van más allá de los diccionarios. Es una vergüenza que una persona como esta haga una paradoja de su propia vida, por lo que ha sido un inmoral o ha vivido en una farsa de la que ahora pretende ser perdonado.

Obviedades e incongruencia

Invocar obviedades que nadie discute es un modo torpe de retorcer los argumentos para tapar su propia incongruencia. Hoy en día ser antimilitarista no es ser contrario a la preponderancia militar en la sociedad, como pudiera ser en el pasado, hoy en día el mensaje tiene otra connotación más profunda, sobre todo por quien lo dice, lo que fue quien lo dice, y el resto del contexto, de quien ya demostró que era un pacifista cuando bajo su mando se hizo el ridículo en la persecución de los piratas en el Índico o las confusas órdenes con que nuestras tropas se desplegaron en zona de guerra en áreas de conflicto, con el resultado de innecesarias bajas propias.

En toda sociedad, los ejércitos son una de las instituciones más conservadoras. Ya fuera en la Rusia Soviética, de Cuba o de China lo son. Pero asimismo en el mundo Occidental. Entiéndase el término conservador en el sentido de mantener, conservar lo esencial, la defensa del territorio y del orden constitucional, es decir, lo que le asigna la Constitución- El ritualismo, la simbología, la orgánica es parte de ese sentido conservador como lo poseen los ejércitos de naciones tan avanzadas como los Estados Unidos o el Reino Unido. Y no son fascistas.

El general Vicente Rojo y otros mandos republicanos nos dejaron testimonios valiosos de cómo entendían los hombre como él que debe ser un ejército popular, donde eso no quiere decir que no conserve elementos comunes orgánicos. Insisto en los ejemplos de los más modernos ejércitos occidentales.

Pero yendo más allá del debate meramente intelectual, ¿puede estar de acuerdo este hombre con la sindicación militar, la adscripción partidaria de los militares o el sistema asambleario (Léase el programa de Podemos) de los ejércitos (una compañía antes de formar votará si está de acuerdo con la orden del capitán, más o menos).

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José Julio Rodríguez en su época de militar junto a la ex ministra de Defensa, Carme Chacón.

 

Un militar, con independencia de la ideología como ciudadano, se presume que asume con carácter general una serie de principios que articulan su vida. ¿Asume este hombre el programa de Podemos? Porque el programa de este partido supone convertir la nación española en un accidente sujeto a la voluntad cambiante de los ciudadanos con vecindad civil, según qué territorio. Supone la libertad de los asesinos de ETA porque ya no matan. Supone otorgar la nacionalidad española de manera general, sin condiciones, requisitos ni siquiera reciprocidad; supone desarmar las fronteras, supone destruir todas las tradiciones socioculturales que tengan algo que ver con la religión.

Me reitero en el sentido de que el concepto "conservador" referido a los militares, todos, en general, se refiere a que la propia naturaleza de la institución y las misiones que le competen (y me refiero a una sociedad democrática, esencialmente) vincula a estos profesionales a un estilo orgánico, ritualista y cuidador de tradiciones y formas. Incluso ejércitos como de Israel (donde el saludo se restringe mucho) tiene su propia liturgia. No entiendo que un militar que ha llegado a este rango se coloque en una posición contraria a los elementos que cimentaron su vida día a día. Tiene todo el derecho del mundo a cambiar y pensar lo que quiera. Pero eso no lo hace el paradigma del militar moderno y democrático, sino de un paisano que renuncia a su vida anterior.

Si acepta y propugna lo que Podemos pretende hacer con las Fuerzas Armadas españolas, ¿por qué el ciudadano Rodríguez no lo dijo antes. ¿Por qué vivió esa ficción de una vida dedicada a algo en lo que no creía? No hay por dónde cogerlo, con independencia de la simpatía que a algunos puedan sentir- A su padre, lo avergonzaría. Estoy seguro.

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