Gaza, convertida en una ratonera, es una de las vergüenzas de este mundo

Las imágenes de bombardeos sobre la población civil, de casas destruídas, y de niñ@s [email protected], hacen que sienta una vergüenza, rabia y dolor, imposibles de describir con palabras.
Las imágenes de bombardeos sobre la población civil, de casas destruídas, y de niñ@s [email protected], hacen que sienta una vergüenza, rabia y dolor, imposibles de describir con palabras.
Gaza, convertida en una ratonera en la que millón y medio de personas luchan por sobrevivir hacinados en unos cuantos kilómetros cuadrados, es desde hace décadas una de las “vergüenzas” de este mundo. Asediados, [email protected] , y [email protected] por la comunidad internacional, Israel ha convertido a [email protected] [email protected] en prisioneros en su propia tierra.
Estos días las imágenes de bombardeos sobre la población civil, de casas destruídas, y de niñ@s [email protected], hacen que sienta una vergüenza, rabia y dolor, imposibles de describir con palabras.
No se entiende como el estado sionista de Israel, que presume de tener uno de los ejércitos más potentes del mundo, de la precisión de sus armas de fuego, en lo que ellos llaman “su lucha contra el terrorismo”, haya matado ya a más de 200 personas, de los cuales según la ONU más del 70% son civiles. Como bien dice Galeano, "El ejército israelí sabe a quien mata. No mata por error. Mata por horror".
Mientras esto ocurre, los organismos internacionales y los grandes mandatarios occidentales permanecen impasibles en sus despachos sin ofrecer una condena clara y contundente, ni exigir responsabilidades al Gobierno de Israel. Tampoco el Premio Nobel de la Paz, que se mantiene de brazos cruzados para no enfadar a los todopoderosos judíos que viven en los barrios más pudientes de EE UU.
[email protected] que más están sufriendo esta barbarie, son los niños. Desde que comenzaron los ataques, han muerto más de 40, cientos de [email protected] están gravemente heridos, miles han visto como convertían sus casas en escombros, han perdido a sus familias y a sus amigos, y sobreviven sin apenas agua ni alimentos llorando en los hospitales o deambulando por las calles.