En la función del Liceu el coro estaba en la calle

Público fuera (640x480)
El coro en la calle.
Con simil teatral, dado el escenario elegido por Sánchez para proclamar los indultos, parte del libreto no estaba en el escenario.
En la función del Liceu el coro estaba en la calle

Resulta inevitable, dado que la presentación de los indultos se ha realizado en un teatro simbólico, el del Liceu de Barcelona, templo y marco de la burguesía mercaderil catalana (tiene un club y comedor anexo realmente exclusivo, en alguna de cuyas estancias hasta hace poco sólo podían entrar los caballeros), digo que es inevitable trazar un símil sobre el acto mismo como una función.

Que una declaración de tal naturaleza, que compromete de tal modo al Estado se realice en un teatro, como la que acaba de protagonizar el doctor Sánchez da la medida exacta de su propia trascendencia, si bien en este caso, el coro no estaba sobre el escenario, sino en la calle, frente al teatro, y no eran meros figurantes, sino actores plenos que replicaban la función con un claro mensaje ajeno al libreto del debutante. Y, aparte de la ausencia de destacados miembros del público a quién iba dedicada la función, que hicieron ostentosa su ausencia, la variada entrada amable, e interesada en la función era de clac.

Lo más curioso es que el citado debutante era además autor de un libreto que ha venido cambiando a lo largo de los años, de modo que la función final en nada se parece a que inicial y repetidamente divulgaba sobre el mismo asunto. El nobel autor decía entonces cosa bien diferente de lo que ahora representó. La crítica ha sido rápida, y salvo la que se adoba adecuadamente, el resto de la más interesada ha dejado un claro mensaje. En ese sentido, el vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró, no ha descartado este martes recurrir a la vía unilateral hacia la independencia, como en octubre de 2017, si la mesa de diálogo con el Estado "fracasa" en los próximos dos años. Y emplaza al Estado o a ceder, o se repetirá por su parte la función conocida. Pero el escenario no será el Liceu, sino Cataluña toda.

O sea, que la función, que ahora se repetirá en la Moncloa, no ha convencido a sus principales destinatarios. El selecto público objetivo no se conforma con una función al uso, con una discreta faena de alivio, y exige al autor un compromiso mayor que el que ha exhibido. La crítica es tan severa que amenaza no ya con no acudir a nuevas funciones, sino a mantener su protesta en la calle ante lo que se considera un libreto pobre y sin ambiciones.

Casi resulta cómico que los principales destinatarios de la obra, a quienes se dedicó la función no se sienten en absoluto complacidos y prueba de ello es que sus representantes ni siquiera acudieron al estreno, si bien han sido duros críticos de la función. Y como ya dijeron antes, con este guion que no se cuente con ellos para nada.

Y ya que se ha llegado hasta aquí, dado que se perdona a unos cabe preguntarse qué van a hacer con los otros, Puigdemont y los otros fugados, y los procesos abiertos por las diversas responsabilidades penales –que los independentistas cifran en 3.000 incursos---, dado que no dejaría de ser una paradoja el perdón para los desencadenantes del proceso, que se quedaron, sin tener en cuenta a los que se fugaron y los que los siguieron.

Y, por cierto, las recomendaciones del Consejo de Europa son eso. Y en este caso, especialmente desconfigurada como para tenerla en cuenta para nada. Un elemento más de la función. @mundiario

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