Frente a Vox, más política y menos  cordón sanitario

Pablo Casado (PP), Pedro Sánchez (PSOE), Santiago Abascal (Vox), Pablo Iglesias (Podemos), Albert Rivera (Cs). / TW
Pablo Casado (PP), Pedro Sánchez (PSOE), Santiago Abascal (Vox), Pablo Iglesias (Podemos) y Albert Rivera (Cs). / TW
La experiencia española de integración de otros partidos antisistema, desde el BNG de la transición hasta Bildu pasando por Podemos, indica que la política parlamentaria integra a los radicales y suaviza al menos parcialmente sus aristas.
Frente a Vox, más política y menos  cordón sanitario

El PP ha rechazado imponer un “cordón sanitario” a Vox para impedirle formar parte de la Mesa del Congreso de los Diputados. Se trata de un eufemismo para no hablar de veto. Debe aclararse que la propuesta no tenía otro sentido que evitar que el grupo radical obtuviese más información y visibilidad, pese a que es la tercera fuerza del Congreso. Para el PP la oferta era tramposa, pues seguiría en la minoría que le corresponde dentro de ese órgano y en cambio se abriría una sucesión de conflictos en todos los lugares donde cogobierna con los radicales o necesita sus votos.

En Europa, la estrategia de aislar a la extrema derecha sólo ha conseguido que crezca más. Salvo en el caso de Francia, donde la ley electoral con doble vuelta se encarga de filtrar a sus representantes de forma que tienen una representación mucho menor que su porcentaje de voto, en los demás países se suele aplicar la política parlamentaria. Así los partidos con ese perfil, que están en auge, han gobernado en Italia, Polonia, Hungría y han sostenido al gobierno en Austria y en otros países.

Frente al aislamiento, la estrategia de integrarlos en las instituciones puede resultar más provechosa para el sistema democrático. La experiencia española de integración de otros partidos antisistema, desde el BNG de la transición hasta Bildu pasando por Podemos, indica que la política parlamentaria integra a los radicales y suaviza al menos parcialmente sus aristas. Es lógico, desde que se acepta el mecanismo de diálogo-negociación-pacto, que es la secuencia política, desmarcarse tiene coste electoral. Se puede hacer mucho ruido, véase el caso de ERC, pero sin romper el esquema básico citado.

Existe un argumento adicional. En España, como en otros países, la política se está escorando hacia los extremos, en una dinámica de bloques de izquierda y derecha engañosa. Ha desaparecido el centro liberal que podía haber representado Ciudadanos y se han enconado las posiciones frentistas. Que el bloque de izquierdas sea una amalgama inestable de socialistas, podemitas que a su vez son una coalición y nacionalistas varios, es un problema. Pero también es problemático que  el bloque de derechas incluya a tres grupos condenados a malvivir como vástagos mal avenidos del mismo tronco familiar hasta que futuras elecciones eliminen a los más débiles.

Lo ocurrido en el Ayuntamiento de Madrid, donde Vox protagonizó un lamentable espectáculo, rompiendo consensos sobre la violencia de género, revela que el PP aún no le ha tomado la medida a su socio, mucho más desestabilizador de lo que desearían creer. Para Vox es rentable todo lo que implique situarse en solitario frente a todos los demás, reforzando así su perfil de alternativa al sistema. Corresponde a los demás, y en especial al PP, atraerlo hacia posturas integradoras, pactos y acuerdos, hasta crear una red de compromisos que desarticule parte del discurso radical. No será posible en todos los temas pues algunos son señas de identidad para los radicales, como la inmigración o los nacionalismos. Pero de la misma forma que con éstos últimos se puede convivir y hasta gobernar, también se podrá hacerlo con la derecha radical.

Solo la política podrá deshacer el nudo gordiano que ella misma ha creado, el enconamiento social que se vive en España. Se necesitará más diálogo y menos redes sociales, quizás otros dirigentes, sin duda discursos para personas inteligentes y no las consignas de gabinetes. Es decir, se necesita todo lo que hace interesante la política. Y así, el espacio de Vox se achicará en lugar de crecer sobre las renuncias de los demás. @mundiario

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