Las formaciones que fundaron En Marea estudian si repiten unidas y quién será su candidato

Pablo Iglesias. / Anamaría Tudorica
Pablo Iglesias. / Anamaría Tudorica

De manera simultánea, Teresa Rodríguez pacta con Pablo Iglesias su renuncia a liderar Podemos en Andalucía y abandona el partido. La dirigente del sector Anticapitalistas de la formación se reunió el martes con el vicepresidente en Madrid.

Las formaciones que fundaron En Marea estudian si repiten unidas y quién será su candidato

¿Confluir o el desastre, cuando los apremios ayudan a entenderse? Muchos de ellos lo reconocen con la boca pequeña. La premura de los plazos juega a favor de un acuerdo entre los principales actores del rupturismo gallego ante las elecciones del 5 de abril. El calendario es inexorable. No hay tiempo de marear la perdiz. Disponen de muy pocos días para establecer el formato electoral de la confluencia que configurarán Podemos, Esquerda Unida (EU), Anova y las mareas municipalistas. Sin apenas margen para interminables debates internos y consultas a la respectivas militancias, no les queda otra que hacer de la necesidad virtud para alcanzar cuanto antes un pacto de mínimos sobre una base realista en que todos admitan que a los podemitas y a EU les corresponde una posición preminente por estar compartiendo el Gobierno de España con el PSOE y ser por tanto el principal activo político del nuevo frente común. Por algo se empieza.

Hay quien cree que las negociaciones están en realidad mucho más avanzadas de lo que que parece. Imposible saberlo porque esta vez las partes se han autoimpuesto una discreción que ya de entrada impide saber quiénes son los negociadores. De lo poco que trasciende se intuye que el secretario general de Podemos, Gómez-Reino, es el principal aspirante -y parte como favorito- para ser el cabeza de cartel. Anova no está en condiciones de vetarlo, aunque, como otras fuerzas concurrentes, preferiría que el candidato a presidente de la Xunta fuese una persona de consenso, sin militancia partidista. Por ahí surge el nombre del excalcalde de A Coruña y líder de Marea Atlántica, Xulio Ferreiro, que no se postula pero al parecer se deja querer.

El que se queda compuesto y sin novia es Luis Villares. En Podemos y EU no quieren ni oír hablar del magistrado en excedencia. Le consideran el máximo responsable de la traumática ruptura del grupo parlamentario surgido de las elecciones de 2016 y del enorme desgaste que para la marca En Marea y para el espacio rupturista en general supusieron las sucesivas crisis desencadenadas por su ambición de poder. Hasta Beiras da por finiquitado el experimento que encabezó Villares y ni siquiera ve la necesidad de hacerle hueco a lo que queda de aquello en el nuevo proyecto. Si quieren presentarse en solitario, que se presenten, dicen en el entorno del viejo profesor, convencidos de que al final desistirán de una aventura en la que no tienen la más mínima garantía de éxito y sin embargo pueden acabar contribuyendo a una nueva mayoría del PP.

A acelerar y facilitar el acuerdo del rupturismo apremian en gran medida los estudios demoscópicos que apuntan la posibilidad de que el Bloque les dé el "sorpasso". La nueva confluencia ya no aspiraba a ser la segunda fuerza más votada, como lo fue hace cuatro años. Esa posición, y con ella el liderazgo de la alternativa a Feijóo, lo tiene garantizado el PSOE de Gonzalo Caballero gracias al efecto Moncloa y al tirón personal de Pedro Sánchez. Que la versión 3.0 de lo que en su día fue AGE quedase tercera se consideraría un fracaso sin paliativos, sobre todo si el PP se mantiene en el poder gracias a la división del progresismo. El doble desastre estaría garantizado en el caso de que Anova, como En Marea, decida ir por libre. Y nadie lo sabe mejor que ellos. @mundiario

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