La formación de niños y jóvenes es algo más que absorber conocimientos

Aula en España.
Aula en España.

La labor de los maestros debería consistir en arar surcos en la inteligencia de los niños, que permitan esponjarla para que aprendan a aprender y adquieran capacidad analítica.

La formación de niños y jóvenes es algo más que absorber conocimientos

La labor de los maestros debería consistir en arar surcos en la inteligencia de los niños, que permitan esponjarla para que aprendan a aprender y adquieran capacidad analítica.

Empieza el curso escolar con amenazas de rebelión sobre la aplicación de la LOMCE en ciertas comunidades autónomas. ¿Es imposible un pacto de Estado en materia de educación, sanidad, estructura del Estado, justicia,...? Pues parece que sí, a la vista de los hechos. Y, entre tanto, sigue deteriorándose la formación de niños y jóvenes, según puede constatarse en su lenguaje, valores, conocimientos, imaginación, etc.

Ningún político desea medallas a título póstumo; todos desean  éxitos inmediatos, disfrutados en vida, con independencia de las consecuencias de una política de zanahoria, a corto plazo, sin visión de futuro. Y así nos luce el pelo: una gran parte de los problemas de hoy fueron problemas siempre.

Por no ser experto en Educación, prescindo del análisis de la LOMCE, con el matiz de lamentar la imposibilidad de haber logrado un consenso amplio que diera estabilidad al sistema educativo. Pero me permito hacer hincapié en algunos aspectos fundamentales de la educación, al margen del conocimiento.

Echo en falta el fomento de la iniciativa, análisis crítico, imaginación, creatividad, trabajo en equipo, tenacidad. Se insiste en el error como algo negativo, que se penaliza, y con ello se infunde miedo al fracaso y se coarta el emprendimiento. Nos olvidamos con frecuencia del valor del esfuerzo, de la relación entre deber y responsabilidad, valores educativos básicos. 

La familia  sigue siendo un pilar fundamental en la formación de niños y jóvenes. Los padres no pueden conformarse con  enviar a los niños al colegio, pues la tarea educativa ha de ser permanente.

El profesorado debería someterse a una periódica actualización de los métodos educativos; tendría  que alejarse de  la peligrosa rutina  y mantener como guía permanente en su actuación los principios educativos a los que me he referido. El maestro debe arar surcos en la inteligencia de los alumnos, que permitan esponjarla para absorber el conocimiento y ganar capacidad de análisis.

Alguien dirá que me olvido de niños y jóvenes. Ellos tienen trabajo suficiente con seguir la senda positiva que les van marcando los mayores en tanto alcanzan la madurez que les permita tomar decisiones. 

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