Los fondos europeos, un antídoto frente a los populistas de extrema derecha e izquierda

Bandera de Europa. / Mundiario
Bandera de Europa. / Mundiario

Los planes con cargo a Next Generation EU exigen una gestión excelente, a riesgo de no solventar la crisis de fondo. / Análisis de todo lo que la Unión Europea debe aprender del bochornoso espectáculo del ataque al Capitolio en Washington.

Los fondos europeos, un antídoto frente a los populistas de extrema derecha e izquierda

La revuelta alentada por el presidente Trump contra el Congreso de Estados Unidos ha erosionado el prestigio de la democracia más poderosa del planeta. ¿Podría ocurrir algo parecido en la Unión Europea? Comparto la opinión de la periodista Brenda Chávez de los riesgos que corremos si fallamos en la tarea más importante que tenemos delante de nosotros, una vez controlada la pandemia del coronavirus:  la construcción de la Europa de la nueva generación.

¡Qué espectáculo más deprimente, el vivido a través de la televisión el pasado 6 de enero en la capital de los Estados Unidos! Donald Trump y cientos de líderes republicanos que jalean sin pruebas que ha habido fraude electoral y, cuando sus seguidores les creen, lo utilizan como prueba de que tienen razón; el presidente saliente que en un acto delante de la Casa Blanca insiste que ha ganado las elecciones generales y arenga a los miles de asistentes a que marchen al Capitolio “para detener el robo”; una turba ultraderechista que asalta el Congreso, obligando a los senadores y congresistas allí reunidos para ratificar el resultado de las elecciones a buscar refugio en sus despachos, además de causar grandes destrozos materiales en las Cámaras y provocar cinco muertos; las plataformas privadas Twitter, Facebook e Instagram que decretan el cierre de las cuentas de Donald Trump por considerar sus contenidos falsos y peligrosos… 

Confianza en la democracia

No es de extrañar pues el júbilo en las capitales de Rusia, China e Irán por el caos vivido en los Estados Unidos. Tampoco el estupor y la incredibilidad de los líderes europeos. Para el presidente francés Emmanuel Macron, “esto no son los Estados Unidos”. Declaraba su “confianza en la fuerza de la democracia estadounidense” y su solidaridad con “la lucha común para que nuestras democracias salgan más fuertes del momento que todos vivimos”. En la misma línea se expresaban la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y la canciller Angela Merkel, entre otros.

La pregunta del millón es: ¿Qué hay que hacer para que nuestras democracias salgan reforzadas después de lo vivido en Washington? Aparte de las medidas propuestas por expertos para combatir los múltiples signos de desarraigo político, económico y social en la Unión Europea, para mí una de las más urgentes es sacar adelante con éxito el ambicioso Plan de Recuperación y Resiliencia, previsto, de 750.000 millones de euros. No solo diseñándolo de forma inteligente y sostenible, también gestionándolo de forma eficaz. Fue una tesis que expuse en eI I Foro de Economía Prospectiva de Galicia, organizado por la UIMP en A Coruña los días 12 y 13 de noviembre. Y que también acaba de resaltar Brenda Chávez, periodista especializada en sostenibilidad y autora del libro Al borde de un ataque de compras (Debate) en un artículo de opinión en El País el 15 de diciembre. Lo tituló: “No se puede errar con los fondos de Europa”. Y lo subtituló: “Nunca hubo tanto dinero público para invertir en políticas verdes. Pero gastarlo de manera precipitada, sin criterios sostenibles ni transparencia, puede tener graves repercusiones en las generaciones futuras”.

Medidas convenientes

Coincido con Brenda Chávez en que el reto consiste en invertir los 144.000 millones de euros previstos para España en los próximos seis años para “solventar los problemas estructurales del modelo productivo español con criterios socioambientales, reforzar su tejido, minimizar sectores o actividades contaminantes, optimizar las sostenibles, y materializar las diversas transiciones que cada sector debe acometer para un desarrollo sostenible, que la ONU persigue para 2030”. Para ello, será indispensable que:

1. El Plan Nacional que presente España ante la Comisión antes del 30 de abril sea el resultado de un esfuerzo coordinado entre las administraciones tanto central como autonómicas y locales, en estrecha colaboración con los agentes sociales.

2. El plan garantice, como prevé el programa Next Generation EU, una recuperación rápida de los daños causados por la pandemia, además de incluir medidas para impulsar las inversiones privadas y apoyar a las empresas para salir de la crisis, así como programas claves para acelerar la doble transición ecológica y digital con el fin de transformar y modernizar su tejido productivo.

3. Que se reconozcan las verdaderas oportunidades, no solo favoreciendo a los grandes actores privados en sectores como la energía, construcción, logística, transporte, telecomunicaciones, alimentación, etc., sino dando mucha cancha a las pymes, porque crean el 66% del empleo nacional.

4. Que se eviten compromisos que lastren la transición sostenible en favor de sectores intensivos en emisiones, como el automovilístico, al que se le ha asignado el 14% de los fondos, o la aviación.

5. Que se impulsen sectores como por ejemplo la agricultura ecológica, donde España destaca como cuarto mayor productor mundial.

6. Que los proyectos de digitalización se analicen en detalle, tanto por su posible huella ecológica como por su demostrable eficacia. Seguramente hay mucho que hacer para mejorar los sistemas de salud, de educación y de la administración en general. Pero sería un error, según Brenda Chávez, “de socializar pérdidas de empresas vinculadas a los procesos de digitalización, si acumulan exceso de financiación y deuda”. 

7. Que la Comisión en Bruselas, a cuyos excelentes funcionarios les corresponde evaluar los planes nacionales, apruebe el de España solo si está convencida de su correcto diseño y de su viabilidad.

8. Que los responsables tanto de las administraciones como las empresas gestionen los proyectos del plan con eficacia y total transparencia. A Brenda Chávez le surgen dudas sobre la eficacia de la estructura y la organización diseñada por el Gobierno para la gestión.

9. Que, según la periodista, se armonicen tanto a nivel nacional como europeo normas, reglamentos, estrategias, leyes climáticas, acuerdos, pactos, planes, políticas o presupuestos… "Las piezas de este complejo puzzle aún no encajan para que la ansiada recuperación sostenible sea efectiva, sin dejar a nadie atrás”, advierte.

10. Que, aparte del Plan Nacional, el Gobierno se atreva con las reformas estructurales que están pendientes como la laboral, la del sistema de pensiones, del mercado único y de investigación y ciencia, así como de las demás patas del Estado de bienestar.

Antídoto frente a los populismos

Hay tarea ardua por delante, para que el Plan de Recuperación y Resiliencia se ponga en marcha con garantías de éxito. En este proceso, diálogos y consensos políticos, económicos y sociales serán más importantes que nunca. Un liderazgo tanto nacional como europeo para asegurar el logro de los objetivos trazados por Next Generation EU va a ser tan necesario como una excelente gestión de los proyectos que se pongan en marcha. Porque si erramos con los fondos europeos, los populistas de extrema derecha e izquierda no dudarán en tratar de sacar provecho del fracaso. 

De los acontecimientos recientes en los Estados Unidos de América podemos aprender hasta qué punto la gestión catastrófica de un presidente “narcisista, chauvinista, racista, nacionalista, demagogo, inculto, sin conocimientos históricos, peligroso”, como describí a Donald Trump cuando asumió su mandato en 2017, pone en peligro los pilares de una democracia aparentemente modélica. Seamos conscientes de ello en la Unión Europea. 

Según el influyente filósofo alemán Jürgen Habermas, “hay una grotesca desproporción entre la influencia profunda de la política europea sobre nuestras vidas y la escasa atención que se le presta en cada país”. Pienso que habremos dado un paso importante para superarla, si la Unión Europea saca adelante con éxito su programa Next Generation EU. @mundiario

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