El exconsejero Michael Flynn admite haberle mentido al FBI y estrecha el cerco sobre Trump

Michael Flynn, exasesor de seguridad nacional.
Michael Flynn, exasesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos.

El exasesor ha dado un serio golpe al presidente tras haber cedido a la presión del fiscal Robert Mueller aun a precio de poder ir a la cárcel. Para el mandatario norteamericano la jugada representa más que la traición de uno de los hombres en quien más confió al inicio de su mandato.

El exconsejero Michael Flynn admite haberle mentido al FBI y estrecha el cerco sobre Trump

Michael Flynn ha cumplido los pronósticos y ha aceptado haberle mentido deliberadamente al FBI en la investigación que la oficina federal conduce para confirmar los vínculos entre el círculo cercano de Donald Trump y el Gobierno de Rusia durante las elecciones estadounidenses del año pasado.

La declaración es un paso al frente al campo al que lo ha atraído el fiscal del caso Robert Mueller y uno atrás del de Trump, con quien los abogados defensores de Flynn cortaron toda colaboración hace unos días. Así, el general retirado, quien fue consejero de Seguridad Nacional del presidente durante menos de un mes, confirmó haberse reunido con el embajador ruso en Washington pues el entorno del empresario le solicitó "entablar contacto directo" con Moscú. Sus palabras dejan caer un barril de ácido sobre Trump, que queda ahora sí a merced de lo que Flynn esté dispuesto a delatar.

Desde el mero estallido de la investigación, Flynn ha estado inmerso en el ojo del huracán. A principios de año, apenas un par de se semanas después de haber asumido como uno de los asesores presidenciales, los medios de comunicación publicaron que el exoficial se habría entrevistado con Sergei Kislyak, embajador de Rusia en Estados Unidos. Aquel encuentro, siempre según la prensa local, fue el primero de muchos contactos que luego el mismo Flynn reconoció tras admitir que había mentido deliberadamente al Gobierno sobre ellos.

Pero pese a eso, los abogados de Flynn nunca perdieron el contacto con los de Trump. No obstante, el viernes pasado el entorno del exmilitar dio la primera llamada cuando cortaron esos lazos y al final sucedió lo que tanto se temía en el Despacho Oval. La investigación por esta trama asciende ahora hasta su punto de efervescencia.

Con Flynn en el bolsillo, Mueller, un viejo galgo de las investigaciones del FBI pues les dirigió durante 13 años, parece tener vía libre por ir a por los demás nombres involucrados en el escándalo que ha sacado los colores al presidente y su entorno. Sin ir tan lejos, el encuentro que el exconsejero tuvo con Sergei Kislyak, embajador de Rusia en Estados Unidos, fue ordenado por Jared Kushner, primer yerno de los Estados Unidos. Los tentáculos de Mueller llegan hasta la mera mesa familiar presidencial.

Mueller es conocido en Estados Unidos por ser un fiscal único en su tipo gracias a la fama que se hizo él mismo de ser alguien incorruptible e imparable. Hasta ahora ha conseguido procesar acusaciones formales contra Paul Manafort, jefe de campaña de Trump, y al socio de éste, Rick Gates. Como lobbista oficial del neoyorquino, la cabeza de Manafort fue el primer trofeo que puso en este palmarés tan brillante del que puede presumir.

Eso sí, al comparar su relevancia con la de Flynn, Manafort y Gates se quedan pequeños. Puede que su estadía en el Gabinete presidencial haya sido corta, casi insignificante, pero se trata de un hombre que se sentó en la mesa redonda de Trump. A Mueller no le importa su cabeza, de ahí que él mismo le haya ofrecido ser colaborador eficaz, según la prensa estadounidense. Lo que el fiscal quiere es su testimonio, pues se trata de un hombre que sabe de la a a la z quién se vio con quién y para qué.

Las consecuencias para Trump

Para el presidente esto se trata más que una traición de uno de los hombres en quien más confió al inicio de su mandato. Si Flynn suelta todo lo que sabe, la imagen del empresario quedaría todavía más comprometida ya no ante la comunidad internacional (que es casi insalvable), sino en el seno de su mismo partido.

Al Partido Republicano le sobran motivos para desconfiar de Trump. Sus salidas de tono, sus ataques racistas y discriminatorios y un largo etcétera le han puesto en la mira de los principales líderes de la agrupación conservadora. La trama rusa apunta a ser la gota que derrame el vaso de su paciencia y dejar al presidente casi solo en el Capitolio, en donde no ha logrado imponerse como un líder en ninguna de las dos bancadas del partido (Cámara Alta y Cámara Baja). Los más conservadores y puristas del Gran Viejo Partido (GOP, Gran Viejo Partido, como es conocida la agrupación) nunca han ocultado que las muestras de cariño del neoyorquino para Vladimir Putin, presidente ruso, representan una amenaza para el país, que entiende que el Kremlin es su enemigo natural. Flynn empuja a Trump al abismo. @mundiario

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