El fin y fracaso del Grupo de Lima

El 8 de agosto de 2017, el Grupo de Lima se fundó para con el objetivo de dar seguimiento y buscar salidas para resolver la crisis política y social que existe en Venezuela. En un principio se unieron Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú, uniéndose posteriormente Guyana, Haití, Santa Lucía y Bolivia. Luego, fue avalado por Barbados, Estados Unidos, Granada, y Jamaica; así como obtuvo el respaldo de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE).
Sin embargo, cuatro años después, este bloque ha quedado a un paso de ser desactivado. El Gobierno del izquierdista Pedro Castillo, a través del canciller Héctor Béjar, ha anunciado su salida definitiva. El argumento que han señalado es que el país andino se unirá a las naciones europeas y latinoamericanas que ya trabajan contra las políticas de bloqueos unilaterales que afectan a Venezuela, sin intervenir con sus distintas tendencias políticas. Además, Perú se reinserterá en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Esta movida no resulta una casualidad. En primer lugar, el nuevo Gobierno peruano tiene como partido oficialista a Perú Libre. Esta formación se autodenomina marxista, leninista y maoísta. Su líder, Vladimir Cerrón, quien tiene una sentencia por corrupción, fue un asiduo visitante al dictador venezolana Nicolás Maduro hace algunos años. En artículos, como el plan de gobierno que presentaron junto a la candidatura de Pedro Castillo, resaltaban que no se podía seguir alineado a la posición frontal que tiene Estados Unidos sobre Venezuela.
En ese marco, tener un canciller alineado a esa postura era fundamental. Durante los días de incertidumbre en que no se definía la proclamación presidencial de Pedro Castillo, varios nombres se barajaban para liderar el Ministerio de Relaciones Exteriores. El más sonado era del diplomático centrista Manuel Rodríguez Cuadros, quien había estado al mando de la política exterior de Perú en el gobierno de Alejandro Toledo (2003-2005). Experiencia política le sobraba. Pero, una vez más, por imposición ideológica fue desembarcado por la facción radical del nuevo Gobierno peruano.
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Así, el sociólogo Béjar fue el elegido. Sin experiencia en política exterior, fue colocado en la Cancillería porque -precisamente- tuvo opiniones favorables al manejo político de Maduro. Esto ha sido confirmado en no condenar de manera clara lo que ocurre en Caracas bajo el liderazgo del heredero político de Hugo Chávez. Además, tampoco oculta su admiración por el fallecido dictador Fidel Castro y la revolución comunista que empleó en Cuba.
“Nosotros contribuiremos junto con los países de Europa que ya están trabajando en esto y con un conjunto de países latinoamericanos en el entendimiento de las diversas tendencias políticas que existen en Venezuela sin intervenir en su política interna. Favoreceremos una renovación democrática en Venezuela, por que se respeten los derechos sociales de los venezolanos”, refirió Béjar a la prensa.
“Tengan en cuenta que en Venezuela existe un sistema de seguridad social universal y un sistema de educación universal. Nuestra preocupación es que no solo en Venezuela sino en Perú y en muchos otros países, los derechos de las personas marginadas sean respetados, conservados y que el nivel de bienestar social mejore. Entonces, esa política cubre también a Venezuela y para eso tenemos que lograr que haya armonía en nuestro continente”, añadió.
El giro de la política exterior de Perú frente a Venezuela ya se había visto con el recibimiento al canciller chavista Jorge Arreaza el pasado 30 de julio. Entonces, sin duda, la movida fue la estocada final al Grupo de Lima que, en concreto, no logró ningún avance para resolver la crisis en Venezuela. Solamente, durante estos últimos años, sirvió para apoyar al líder opositor Juan Guaidó, quien tampoco ha logrado salidas para sacar del poder a Nicolás Maduro. Con un fracaso evidente, era cuestión de años que el Grupo de Lima se quedará sin Lima. Es decir, sin el anfitrión y el apoyo político necesario. @mundiario