El fin de ETA no lo ha traído solo la lucha policial y judicial

Una pintada a favor de ETA en Euskadi. / El Correo
Una pintada a favor de ETA en Euskadi. / El Correo

Los análisis del Madrid mediático coinciden en afirmar que la derrota de ETA ha venido por la lucha policial y judicial. Pero más importante ha sido la derrota política de ETA en el seno del propio nacionalismo vasco y de la izquierda abertzale.

El fin de ETA no lo ha traído solo la lucha policial y judicial

ETA nació en  1959 de un conflicto político, como escisión del mismo PNV que había constituído la columna vertebral de la resistencia del Gobierno vasco presidido por el lehendakari Agirre a la invasión del ejército rebelde de los generales Franco y Mola (1936-37). Se trata de un grupo político que decide la lucha armada contra un régimen de facto que oprimía Euskadi, como hacía con Galicia (donde lucharon las guerrillas del maquis hasta 1964), Catalunya y el resto del Estado español. Las muertes del policía represor Melitón Manzanas (1968) o de Carrero Blanco (1973) hay que verlas en ese contexto.

Pero enseguida ETA se convirtió en una máquina de matar aislada de toda consideración política. En septiembre de 1974, ETA mató trece personas y hirió docenas en una cafetería de la madrileña calle del Correo, optando de una vez por el terrorismo. Desde entonces la suya fue la lógica de la sangre y del terror. Hasta sumar 857 víctimas.

No es cierto, como se ha dicho por la mayoría de los opinadores del Madrid mediático, que ETA colgara las armas en el 2011 y acordara su disolución ahora exclusivamente por razones de derrota policial y judicial. Por el contrario, las razones últimas de la derrota de ETA son políticas. Durante mucho tiempo mantuvo cierto apoyo entre un sector de la población vasca, apoyo que desaparecería mucho antes de no ser por los crímenes del GAL. Pero desde la muerte de Miguel Angel Blanco la izquierda abertzale vasca comenzó  a rechazar ser dirigida por la organización terrorista y se situó, progresiva pero rápidamente, frente a la violencia. La tregua de 1998-99 hay que verla en este contexto. Y su ruptura constituyó el principal hito en el proceso de independendización de la izquierda abertzale  respecto de la organización terrorista.

El Estado también actuó a veces frente a ETA con armas ilegales, tortura y guerra sucia. El GAL, nacido en el propio núcleo del Gobierno socialista de Felipe González, causó 26 muertes en 40 acciones y antes los gobiernos franquistas usaron del Batallón Vasco Español o de ATE. Por otra parte, desde la ruptura de la tregua, en  1999, el Estado extendió la lucha contra sectores abertzales que no eran responsables de acciones terroristas, como en la operación contra el periódico Egunkaria. Eran aquellos tiempos del “todo es ETA” que decía el juez Garzón.

Ha dicho Eulalia Lluch, la hija del socialista asesinado por ETA Ernest Lluch, que “víctimas son todas, las de ETA las del GAL y los torturados”. Ahora es el tiempo de la paz y de la política. De pasar página. Después, eso sí, de leerla antes. @mundiario

 

Comentarios