El fin de la era Aznar llega de la mano de Federico Trillo

José María Aznar junto a Mariano Rajoy. / José Luis Roca
José María Aznar junto a Mariano Rajoy. / José Luis Roca

La caída en desgracia del exministro y exembajador Federico Trillo no ha hecho sino convertir la brecha entre Mariano Rajoy y José María Aznar en un abismo.

El fin de la era Aznar llega de la mano de Federico Trillo

Durante el congreso de 2008, en su entrada triunfal, Aznar abrazó con efusión a Acebes y le dio la mano friamente a Rajoy para, a continuación, pasar de largo. Fue la muestra más dura de la prueba a la que iba a ser sometido Rajoy. En la mayor soledad, sufrió el desplante de la vieja guardia de su partido con Aguirre a la cabeza y padeció las maniobras de sus compañeros que trataban de disputarle la presidencia del Partido Popular.

Habían pasado ya cinco largos años desde que Aznar le nombró sucesor. Rajoy había encajado ya dos derrotas electorales consecutivas frente a Rodríguez Zapatero -la primera de ellas tras el 11M- y sus posibilidades de continuar al frente del partido parecían remotas. Rita Barberá echó el resto para ayudarle.

Pero Rajoy se ha tomado su tiempo como acostumbra a hacer, y después de vencer casi en el último momento en el Congreso de 2008, ha ido manteniendo frío el plato de la venganza. Poco a poco, el hasta entonces fiel escudero del aznarismo, fue desquitándose del mal trago. Fueron cayendo uno a uno todos aquellos que osaron moverle la silla.

Acebes, secretario general del PP hasta 2008, fue enviado al más absoluto ostracismo antes de desprenderse de él tras haber perdido las últimas elecciones. El otro puntal del PP en la legislatura de Aznar, el portavoz parlamentario, Zaplana, dejó la política y se encaminó al mundo de la empresa privada cuando olfateó el peligro. El jefe había decidido prescindir de sus servicios.

Mucho menos le costó deshacerse de María San Gil y renovar el PP del País Vasco. Parecía tarea imposible por el buen cartel de la dirigente donostiarra pero fue suficiente situarla ante la misión de redactar una ponencia política en la que debía imprimir un giro aperturista a su oposición radical a los nacionalismos. Cuando ella puso el grito en el cielo y amenazó con la dimisión, permitió a sus adversarios internos que hicieran el resto. Aún más fácil resultó remover a Josep Piqué.

Entre otros muchos caídos –Gallardón primus inter pares– a lo largo de estos años merece especial atención Esperanza Aguirre, la eterna oposición interna a Mariano Rajoy dentro del PP. Pero Aguirre nunca llegó a pasar de ahí. Quizá porque no se atrevió en 2008 en Valencia, quizá porque midió mal sus fuerzas, quizá porque estába más cómoda como contrapunto o como verso suelto como a ella misma le gusta llamarse.

El próximo mes de febrero se cumplirá un año de la dimisión de Aguirre como presidenta del PP de Madrid. “La corrupción nos está destrozando a todos”. Sus palabras fueron como un epitafio político, se fue sola y casi por la puerta de atrás.

En la convección política del PP en enero de 2015 Aznar se pregunta retóricamente ante la plana mayor de su partido, y sobre todo ante su líder, Mariano Rajoy: ¿Aspira el PP realmente a ganar las elecciones? ¿Dónde está el PP? Aznar se convierte en una incomodidad consentida. Ese mismo año se despacha a gusto en un artículo en ABC y durante un foro con 15 economistas y sociólogos próximos a FAES.

En octubre de 2016, después de más de 25 años vinculada al PP, la Fundación FAES abandona. Pocas semanas después José María Aznar renuncia a la presidencia de honor del Partido Popular.

No obstante, aún se viven coletazos de esta ruptura larvada a lo largo del tiempo. El otrora muñidor de los asuntos jurídicos del PP, presidente del Parlamento y ministro de Defensa de Aznar, Federico Trillo, resurge por obligación de su dorado retiro londinense con la publicación del informe del Consejo de Estado sobre el Yak 42. Rajoy y sus nuevas circunstancias –investido presidente del Gobierno y en alza en las encuestas– prescinde de toda tibieza y deja a Trillo a los pies de los caballos. Fin de la cita. @EgeaPilar

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