Fin del bloqueo político con un gobierno de coalición inédito en la historia democrática

Pablo Iglesias cierra los ojos al abrazar a Pedro Sánchez.
Pablo Iglesias cierra los ojos al abrazar a Pedro Sánchez.
El acuerdo es bueno para la oposición, pues no necesita abstenerse, y en especial para el PP de Pablo Casado, con las manos libres para ejercer una oposición nada fácil. Desde el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos se vislumbran ahora avances en el problema catalán.
Fin del bloqueo político con un gobierno de coalición inédito en la historia democrática

En un nuevo giro estratégico, Pedro Sánchez anuncia un gobierno de coalición con Unidas Podemos, sustentado en un amplio acuerdo parlamentario, sin negociar todavía, pero que incluirá a varios partidos con representación mínima y al PNV. Además deberá de existir algún tipo de acuerdo con ERC para lograr la mayoría absoluta en votaciones decisivas. El acuerdo se ratifica en un documento de loables propósitos, válido para todo y nada comprometido en plazos, fechas o cuantías. Todo se remite al futuro.

Lo que no era posible en abril, se consigue ahora con diez escaños menos. Pero las circunstancias mandan y en política consiguen lo imposible. El acuerdo es bueno para la oposición, pues no necesita abstenerse, y en especial para el PP, con las manos libres para ejercer una oposición nada fácil. Si la posición del Gobierno será inestable, la de la oposición no lo será menos, con Vox creciendo y en disposición de hacer mucho ruido mediático y parlamentario. Y con Ciudadanos camino de la desaparición o de la absorción.

El acuerdo es bueno para las elecciones gallegas. Si como es previsible, uno y otro partido nombran ministros del país, tendrán el tiempo justo de promocionarse sin acusar desgaste, frente a Feijóo, cuyos apoyos están limitados a la prensa, el poder local y al posible retraso del AVE. 

Y es bueno para Cataluña. De una forma o de otra, Unidas Podemos ayudará a desbloquear un problema de falta de diálogo y a tender puentes con el nacionalismo exaltado. Al tiempo, su presencia en el Gobierno será beneficiosa para el PSOE, tras la experiencia de gobierno minoritario con poca capacidad de tomar decisiones relevantes. En asuntos como las políticas de vivienda, de ciencia, de pobreza o de medio ambiente, entre otras, el partido de Iglesias puede aportar nuevos enfoques, cuadros políticos más innovadores e introducir una sana competencia en el seno de la Administración. En las demás políticas sectoriales o económicas, la capacidad de gestión del PSOE está demostrada y es garantía de solvencia económica.

Cuestión distinta, por mucho que hayan hecho énfasis en ella, es la lealtad. A estas alturas sabemos que ese concepto se entiende de forma diferente. Iglesias sabe que si el Gobierno funciona, los réditos electorales principales serán para Sánchez, por lo que en algún momento, de forma pactada o unilateral, deberá dejar el Gobierno para competir. Sin olvidar que dada la heterogénea coalición de intereses que lo sostiene parlamentariamente, la crisis del Ejecutivo se puede producir en cualquier momento, en especial si la situación económica se deteriora.

En cualquier caso es un cambio de escenario. Salimos del bloqueo, que no era culpa de la derecha en absoluto, se renuevan el Gobierno y las instituciones de base parlamentaria, que siempre es positivo, se amplía la base electoral y se vislumbran avances en el problema catalán. Otras consecuencias colaterales, sobre los pactos territoriales y locales, tendrán que administrarse a partir de la decisión principal. @mundiario

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