La 'Fiesta nacional de España' tiene el mismo guión que cualquier otra semejante en el mundo

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Comparada con otras celebraciones semejantes, la española es modesta.

Son ganas de buscarle tres pies al gato y de hacer lecturas sesgadas de una cosa que no tiene en su morfología y simbolismo nada de particular. En España se hace lo que hacen los demás.

La 'Fiesta nacional de España' tiene el mismo guión que cualquier otra semejante en el mundo

Son ganas de buscarle tres pies al gato y de hacer lecturas sesgadas de una cosa que no tiene en su morfología y simbolismo nada de particular. En España se hace lo que hacen los demás; incluso de modo mucho más modesto que la forma en que Francia celebra el 14 de julio, donde suele comparecer una amplia representación de sus antiguas colonias, que vuelven a rendir homenaje a la antigua metrópoli.

Todas las llamadas “Fiestas nacionales” en sus diversas variantes tienen el mismo o muy parecido guión argumental.  Quien haya visto el desfile y los actos del 14 de julio en París, o el 4 de julio en los Estados Unidos, o las celebraciones emblemáticas en la Rusia que fue soviética o de la Rusia actual, por no citar a China o Corea, constatará que se parecen mucho. O sea, que no es una cuestión ideológica o geográfica. Por eso, resulta bastante forzado criticar por su contenido y forma la celebración del 12 de octubre que, en sí mismo no tiene nada de original. Pero es que, además, la celebración tiene dos tiempos bien marcados: La parada militar y la recepción a las representaciones de la sociedad civil.

Son ganas de buscarle tres pies al gato y de hacer lecturas sesgadas de una cosa que no tiene en su morfología y simbolismo nada de particular. En España se hace lo que hacen los demás; incluso de modo mucho más modesto que la forma en que Francia celebra el 14 de julio, donde suele comparecer una amplia representación de sus antiguas colonias, que vuelven a rendir homenaje a la antigua metrópoli. En España sería impensable, y lo más que se ha visto han sido alguna vez, las banderas de las nuevas repúblicas, coincidiendo con el aniversario de su independencia.


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François Hollande, presidente de Francia.

 

El propio concepto de Fiesta Nacional tiene carácter envolvente, en el sentido de que lo que prima es la celebración de un día que se sobrepone a la propia estructura territorial y política del Estado y se expresa de modo unitario. Por eso, el acto central parte del homenaje a la bandera de todos y, en ese mismo ritual, se recuerda a los españoles de todos los tiempos, ideas y situaciones que murieron por un ideal, de modo genérico, sin atribuirlo a ningún hecho concreto.

Sobre los himnos que se tocan caben algunas precisiones. En el homenaje a los caídos son dos: “La muerte no es el final” y el toque de oración con descarga de fusilería al final. El primer canto se incorporó al acto de homenaje a los caídos en 1981, por iniciativa del teniente general  José María Sáenz de Tejada, quien la escuchó en un funeral civil y pensó que iría bien para ser cantada mientras los guiones y banderines de las unidades presentes se aproximan al túmulo donde se coloca la corona de laurel. La letra adaptada es suficientemente genérica para que no pueda ser identificada con ninguna religión concreta, del mismo modo que el responso breve tiene el mismo carácter. Para mí lo más emocionante es el viejo toque de ordenanza de Oración y la descarga.

En cuanto al desfile militar, es una modesta parada de varias agrupaciones a pie, sin medios mecanizados, simplemente para ahorrar. El conjunto resulta discreto y nada del otro mundo.

No entiendo ya la torcida revisión iconoclasta de una cosa, insisto, tan común y corriente y que, tengo la certeza, es del agrado de la inmensa mayoría de las gentes que acuden a las calles de Madrid o siguen los actos por televisión. Tampoco España es nada original en este tipo de actos en cuanto a su lugar de celebración, pues en todos los países donde se celebran esta ceremonia se ubica en la capital del Estado.

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Putin.

 

Y en cuanto a la presencia de la sociedad civil, vaya si está representada. Una amplia representación de todos los sectores, segmentos e instituciones acuden a la recepción que tras la parada militar se celebra en el Palacio Real.

La presencia de las comunidades autónomas, es decir, de la diversidad del Estado, está visible por la presencia de los titulares las comunidades que acuden al acto. La ausencia de algún que otro no es más que un acto de grosería institucional, marcando de ese modo de manera visible la propia medida de la categoría de quienes aprovechan esta fiesta para mostrar sus propios prejuicios y olvidar que el cargo que ostenta les obliga a representar dignamente también a los ciudadanos con vecindad civil en sus territorios vernáculos y que no piensan como ellos.

Y por cierto, si alguna vez España vuelve a ser una república -cosa que yo personalmente deseo- se celebrará otro día que quizá se llame "Fiesta Nacional" "Día de la República" o lo que sea. Pero estoy seguro que en lo esencial, se va a parecer bastante a la forma que ahora conocemos, aunque cambien los personajes. Y por cierto también, Felipe VI no diseña nada. Es la presidencia del Gobierno la que decide cómo y de qué modo celebrar este día.

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