Ferrol se adelantó a la Ley de Memoria Histórica descabalgando a Franco

La vieja estatua de Franco en Ferrol, antes de ser retirada. / galiciaartabradigital.com
La vieja estatua de Franco en Ferrol, antes de ser retirada. / galiciaartabradigital.com
En una noche calurosa, en una velada que se inició a las 23 horas del 4 de julio de 2002 y culminó de madrugada, la ciudad de Ferrol dijo adiós a la estatua ecuestre del dictador Francisco Franco.
Ferrol se adelantó a la Ley de Memoria Histórica descabalgando a Franco

Estos días con la noticia de la exhumación de Franco, a muchos nos ha venido el recuerdo de aquel episodio no tan lejano. Xaime Bello, su entonces alcalde, dice con orgullo que Ferrol se adelantó a la Ley de Memoria Histórica con la retirada, en 2002, de la estatua equestre del Generalísmo que durante  treinta y tantos años presidió la Plaza de España en su ciudad natal. Fue una noche memorable para los cientos de ferrolanos que asistieron en vivo y en directo a una operación que duró varias horas y concluyó con el traslado del conjunto escultórico hasta el Arsenal Militar. Muchos de los testigos de aquel acontecimiento lo celebraron como el final de la anomalía democrática que era la pervivencia de tan emblemático vestigio del franquismo varias décadas después de la muerte del dictador.    

Los contrarios al descabalgamiento, que por entonces no eran pocos, consideran que el gobierno municipal recurrió a una artimaña para retirar el monumento sin someter el asunto al oportuno debate ciudadano. El nacionalista Bello lo niega. No hubo engaño. El Ayuntamiento actuó con luz y taquígrafos. Dice que todo el mundo sabía que el proyecto de remodelación integral de la plaza incluía el desmontaje de la escultura. Eso sí, lamenta que lo proyectado para ese espacio público al final no se llevase a cabo como estaba previsto y que por eso se pudiera pensar que aquellas fallidas obras solo fueron una excusa para deshacerse de lo que muchos ferrolanos llamaban despectivamente "la burra". Para el exalcalde, se hizo lo que había que hacer y bien hecho está.

La estatua de bronce del Caudillo a caballo sobrevivió a la Transición y al parecer a más de un intento de derribarla con explosivos. Su solidez y su resistencia resultaban asombrosas, lo que le permitió durar más que la dictadura. Algunos temieron que el monumento continuara en su emplazamiento para siempre y que sobreviviese incluso a la propia ciudad departamental. Y es que Ferrol se mantiene en pie a duras penas, sumida en una crisis cronificada que la va despoblando y degradando. El casco viejo en gran parte está quedando reducido a escombros. Su estructura poblacional envejece por falta de oportunidades en un entorno en el que ni los más optimistas parecen creer en un futuro mejor, que en cualquier caso pasaría casi por una refundación.

Estos días la gente mayor de Ferrol, no necesariamente franquista, recuerda que con Franco a la ciudad que le vio nacer le iba muy bien. A la sombra del dictador, e incluso contra él, los ferrolanos vivían mejor que ahora. La que fuera, a finales de los setenta, la tercera urbe más poblada de Galicia inició su vertiginoso declive a raíz de la reconversión naval y el progresivo desmantelamiento de las dependencias militares. Eso sucedió poco después de la llegada de la democracia y se aceleró con el ingreso en la Unión Europea. El mismo Estado que la había creado, y la hizo crecer, la abandonó a su suerte. Y fueron sobre todo gobiernos socialistas los que tuvieron que tomar las decisiones que más dañaron a la ciudad. Si Franco levantara la cabeza... @mundiario

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