Felipe González juega en otra liga

Felipe González. / Archivo
Felipe González. / Mundiario
Pedro Sánchez no acaba de asumir que esta crisis es de un calado extraordinario, que exige medidas con un gran consenso no solo político, sino también sindical y empresarial. El expresidente Felipe González ha vuelto a darle una lección de lo que es la política con mayúsculas.
Felipe González juega en otra liga

Felipe González suele advertir de que más allá de que unos se echen la culpa a los otros de todo lo que se hizo mal en esta crisis sanitaria, lo que procede ahora es trabajar juntos en la salida de la crisis económica, que es muy grave y exige amplios consensos, no solo políticos sino también con empresarios y sindicatos. Viendo el nivel de la actual clase política española, es evidente que González juega en otra liga.

En el foro NEF online, Felipe González ha vuelto a insistir este jueves en que los líderes políticos tienen "la obligación de facilitar la salida poniéndose de acuerdo en una sucesión de pactos que son inexcusables”. “Por tanto, que guarden las navajas que parece que tienen en la boca y que se pongan a discutir los temas que importan al interés general, es decir a los ciudadanos”, añadió.

Esta nueva lección política de Felipe González a Pedro Sánchez engarza con otra clase de economía que acaba de dar el principal lobby empresarial europeo, la European Round Table of Industrialists (ERT). Lejos de estériles debates sobre el mantenimiento de industrias altamente contaminantes, la ERT destaca que los pilares digitales, financieros y de sostenibilidad descritos en la propuesta de plan presentado por la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, articulan "una visión audaz para el futuro de la UE", hacia la transición a las economías verde y digital.

Al nuevo marco industrial europeo, que en España abandera la vicepresidenta Nadia Calviño, le cuesta abrirse paso aquí, al verse empañado por discusiones estériles y propias del pasado. Pocos cuestionan a estas alturas que el futuro de comunidades como Galicia ya no pasa por el viejo modelo –franquista– de industrias de enclave, altamente contaminantes, pero la realidad es que ha tenido que ser Europa la que se lo hizo ver. En el fondo, da la impresión de que comunidades como Galicia tienen miedo a perder ese tipo de industrias, tal vez porque no ven posible otras alternativas mejores.

Hay países, como Alemania, el Reino Unido o Estados Unidos, cuya industria fue evolucionando durante años y años, casi se puede decir siglos, sin perder nunca posiciones ni peso en el conjunto de sus economías. Y hay otros, como Corea del Sur, que se industrializaron en un corto período de tiempo, pisando firme. España nunca fue un gran país industrial, salvo en algunas partes de su territorio, como Euskadi y Cataluña. Tampoco lo fue Galicia, a su vez con sus excepciones en áreas como Vigo, A Coruña, Ourense capital o Ferrol. Pero en Galicia se ha dado un hecho tan singular como grave: teniendo poca industria, concentra en cambio un alto nivel de empresas contaminantes, cuyas emisiones no guardan la más mínima proporción con el peso de la economía gallega en España.

Con el 5% del PIB de España, Galicia es responsable del 15% de las emisiones españolas a la atmósfera. Ni la democracia ni la autonomía corrigieron el rol tercermundista de la industria en un país tan rico en energía como Galicia, que tiene poca industria –sobre todo limpia– pero en cambio contamina más que si la tuviera. Multiplica por tres el porcentaje que le correspondería en función de su PIB, al tiempo que empresas contaminantes y a veces peligrosas, lejos de disculparse, exigen privilegios. 

Un asunto del calado de la reindustrialización de Galicia en el marco europeo podría ser el centro de la campaña electoral del 12-J, pero no lo es. Hay riesgo de que los gallegos se queden sin saber cuál es su modelo de futuro. Es tal el ruido político que no deja que se perciba el sonido de la música que hizo posible el desarrollo sostenible de países como Finlandia, Costa Rica o Corea del Sur, que tampoco eran industriales pero supieron abrirse paso con la madera, las TIC y la tecnología, respectivamente.

No deja de ser una pena que el acierto de Pablo Isla, consejero delegado de Inditex, sumando su apoyo entusiasta a las tesis de la European Round Table of Industrialists, en defensa de la estrategia de Ursula von der Leyen, no inspirase mejor el papel de su emisario en la comisión de expertos de Galicia. Da la impresión de que Inditex adapta sus posiciones al gusto de sus partenaires políticos. @J_L_Gomez en @mundiario

Comentarios