Feijóo, el gran gestor

Alberto Núñez Feijóo y Mariano Rajoy./ RRSS
Tú sonrie y no hagas nada.

Ya vamos por menos de 2.700.000 habitantes y seguimos cayendo. Aquí no nace nadie. Nadie quiere tener hijos porque no hay futuro. Solo la pérdida de esperanza lleva a los seres humanos a no querer reproducirse. El miedo a ver a tus propios hijos en la miseria.

Si el Presidente Alberto fuera director de empresa ya se habría cargado la fábrica. La sociedad gallega es como una factoría donde el pueblo, los trabajadores, son a la vez los accionistas. El director es uno de ellos ungido con el poder común para marcar el rumbo y buscar el bien general. La primera función del gerente es usar los recursos disponibles de la mejor  manera para generar el mayor valor añadido para todos. ¿Qué ha hecho Alberto con los mejores recursos de Galicia? Nada. Absolutamente nada. Los recursos humanos se encuentran con un paro que sube en el primer trimestre de 2018 hasta el 36% entre los menores de 25 años. Son los mejor preparados académicamente y quienes conocen mejor el mundo digital. La única salida que les deja Feijóo es la emigración. Galicia paga la formación y el beneficio se lo queda Alemania o Portugal. En el otro extremo tenemos a los que tras una larga experiencia profesional caen en su madurez en el paro, para no salir de él nunca más en su vida y sufrir el descenso social a los abismos de la precariedad y el sufrimiento. Lo mejor de la fuerza productiva se agosta sin ser aprovechada. Conocimiento y experiencia se tiran por la ventana por que no se sabe cómo gestionarlos.

Con los recursos naturales hizo lo mismo: no solo permitir, sino potenciar la masiva plantación del eucalipto hasta destrozar el medio ambiente gallego con su monocultivo. No existe más proyecto para la Xunta peperiana que intentar por cualquier vía la transmisión de la gestión de los montes comunes a manos privadas. Ahí se queda la gestión del medio rural. Y nos podemos imaginar a quien beneficia el juego. Del vino, horticultura, frutales, etc. ni hablar. ¿Para qué? Eso que lo produzcan fuera y luego lo pagamos a precio de oro. No digamos ya la ganadería. Nunca en la historia de la democracia sufrió tanta penuria y desprotección institucional el sector ganadero con especial olvido y condena del lácteo. Las multinacionales lecheras se pasean por Galicia como lobos entre ovejas sin pastor alguno que las auxilie. Desmantelamos lo mejor de nosotros y  de nuevo por la misma razón: el barco le queda grande al capitán.

La industria languidece y, como nuestros jóvenes, emigra. No le queda otra. Todo son impedimentos y trabas al desarrollo industrial. Los chiringuitos de la Xunta creados para apoyar su desarrollo concreto funcionan como agencias de colocación más que como organismos de apoyo. Son directamente inútiles y enormemente costosos. Intentar desarrollar cualquier actividad industrial es casi imposible en Galicia. El resultado es que el amigo portugués, además de amargarnos el Mundial, nos quita la novia y el novio que más deseamos, que es el desarrollo de una potente industria productiva. Su receta es simple: ¿qué necesitas tú, emprendedor, para montar tu empresa? Dímelo que ya te lo consigo yo. El Estado trabaja para facilitar la ignición de la nueva industria. Portugal bulle mientras Galicia se disipa en las brumas de la pasividad.

Feijóo mira hacia Portugal y nos dice: no es para tanto! Y no, ya sabemos, podría ser peor, pero ya son más de 400 empresas que optaron por abrir o trasladarse al norte de Portugal. No solo crean empleos y riqueza, no solo generan mayores ingresos para el Estado, sino que desarrollan sinergias productivas que Joseph Stiglitz conoce como sociedad del aprendizaje. (Que nada tienen que ver con el nefasto crecimiento de los monopolios de la propiedad intelectual, sino justo lo contrario). Portugal se eleva sobre la inerte Galicia, sobre todo porque a producir se aprende produciendo. Aquí aprendemos a envejecer, emigrar o no hacer nada.

Recuerdo también, en este punto, las ocurrencias de Alberto con el grave problema que sufrimos los gallegos derivado de la inversión de la pirámide poblacional. Ya vamos por menos de 2.700.000 habitantes y seguimos cayendo. Aquí no nace nadie. Nadie quiere tener hijos porque no hay futuro. Solo la pérdida de esperanza lleva a los seres humanos a no querer reproducirse. El miedo a ver a tus propios hijos en la miseria. Feijóo piensa y tras mucho pensar saca la “tarxeta bienvenida” para los nuevos niños: 1.200 euros para que te vayas, digo yo,  al super unas cuantas veces a comprar pañales, porque mayor limosna no da para más. Y punto, se acabó la gestión del problema. Ahí se queda todo. Una fiera el señor director de la empresa.

En fin, a Feijóo nos lo vendieron como un gran gestor, pero nadie sabe qué fue lo que gestionaba tan bien para que fuera candidato por el PP. ¿Cuáles son sus grandes logros? Nadie lo sabe. Creo que ni él lo sabe. Aún se lo está preguntando. Pero el niño sabe mucho y mucho de todo. Pues tiempo nos faltó a los gallegos para comprarlo y con nuestros votos lo pusimos de Presidente en sucesivas mayorías absolutas. Quiero decir que no fueron los extremeños quienes lo votaron. Y así nos van las cosas, porque si te engañan una vez el culpable es el mentiroso, pero si te engañan dos, el culpable eres tú, por tonto. ¿No tenemos ojos en la cara para ver que su única estrategia es la inacción y que el tiempo arregle? ¿A quién nos recuerda?

Termino como empecé: si Galicia fuera una empresa hubiera entrado en suspensión de pagos hace tiempo. Feijóo no gestiona, solo recorta. Recortar en una empresa es reducir la inversión. Feijóo confunde reducir gastos en personal, formación, nuevas tecnologías, investigación de nuevas vías de producción y acciones comerciales con gestionar. ¿No sabe que una empresa en la que se cierra la inversión está avocada a la quiebra? ¿Qué va a saber si lleva toda su vida ocupando cargos a dedo sin tener que ganárselos con su propio esfuerzo? ¿Qué sabrá él de invertir y arriesgar para ganar? ¡Recorta que algo queda y que cierre Galicia! ¡Qué más da si nos queda Madrid! Sin duda lo que sabe gestionar es su propia carrera hacia el poder. Feijóo es el perfecto gestor de sí mismo. Tras de sí solo deja la desolación de una Galicia inactiva, envejecida, con la Sanidad destruida y privatizada, ahogada por el eucalipto y el humo de los incendios, la sequía secular por falta de planificación hidrológica mientras los colegios sufren goteras, las lágrimas de los que se van por necesidad y la ausencia de los que no quieren ni nacer. Gran gestor, dicen.  Ya, y los camellos de los Reyes Magos también. Y va sin segundas. Lo juro. @mundiario

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