Europa ayudó y condonó deudas a un país, Alemania, que ahora es inmisericordioso

The Economist vio así en su portada a Angela Merkel / The Economist
The Economist vio así en una portada a Angela Merkel / The Economist.

La historia, cuando se olvida, está condenada a repetirse. No siempre con las mismas formas ni los mismos actores, pero sí con el mismo fondo e incluso a veces el mismo final.

Europa ayudó y condonó deudas a un país, Alemania, que ahora es inmisericordioso

Las consecuencias de la crisis en Europa no solamente son económicas sino, y sobre todo, también políticas. Cada país lleva su propio camino pero todos parecen desembocar en el mismo pozo: el pozo del totalitarismo. Los costes de esta Unión Monetaria dominada por Alemania que nos han llevado a vivir en una especie de "Euroreich", al margen de los fundamentos originarios de la Unión Europea, hace que la llamada "periferia" de Europa se encuentre al borde del colapso social y cuente incluso con un estado fallido en la práctica como es el de Grecia. 

Pero lo realmente novedoso no son los líos en Italia, las turbulencias en Portugal o el fascismo en España, sino la bomba de relojería que se está preparando en Francia de cara a las próximas elecciones europeas: el Frente Nacional encabeza, por primera vez en la historia reciente francesa, los sondeos electorales con el apoyo de un 24%, 5 puntos por encima del Partido Socialista. Una extrema derecha que recoge los frutos de una Francia profundamente decepcionada con Hollande porque no ha sabido escapar a las imposiciones de Merkel, provocando así una profunda desafección en la izquierda muy similar al fenómeno producido en España respecto al PSOE en el 2011.

El fascismo como elemento descriptivo 

Hay gente que banaliza estos datos e incluso se ofende cuando tacho al Partido Popular de fascista. Entiendo que muchos utilicen el fascismo como instrumento peyorativo, pero el rigor analítico que debe de guiar siempre a un politólogo o a un analista político que quiera presentarse como serio y coherente, nos permite utilizar el concepto del fascismo como un elemento descriptivo del partido que actualmente gobierna en España en casi todos los niveles: gobierno, CC AA y municipios. Es cierto que en Francia lo más parecido al PP es el UMP, pero si en nuestro país no contamos con un partido como el FN que amenace nuestro sistema de partidos es porque la extrema derecha no necesita un partido propio para sentirse cómoda en su extensión política.

Es evidente que a la mayoría de votantes con ideología de extrema derecha les parece un gobierno "blandito" este de Rajoy, pero los contextos históricos y sociológicos españoles hacen muy poco posible que este malestar vaya más allá mientras la derecha conserve unas cuotas relativas de poder.

Alemania y Francia 

Hay que entender, por ejemplo, que Alemania siempre ha sido la enemiga número uno de Francia. Es cierto que durante la monarquía de los Austrias, el enemigo francés fuimos nosotros, pero desde la llegada de los Borbones nuestra relación con los franceses ha sido pacífica hasta que tuvimos que echarlos para devolverle la corona a quien se la había regalado a Napoleón. Así de magníficos hemos sido siempre los españoles. Pero con Alemania la situación es distinta, hasta el punto que en la I Guerra Mundial el gobierno francés no aceptó los planes de paz propuestos por el gobierno alemán a la Entente ya que buscaban la aniquilación total de los alemanes, tanto militar, como política como económica. Después la II Guerra Mundial iría por los mismos derroteros. 

Uno de los hechos históricos imprescindibles de la post guerra fue la creación de la CECA, como instrumento político para buscar una unión de intereses entre alemanes y franceses y que sería, a su vez junto a la BENELUX, el embrión de la futura Comunidad Europea. Es decir, la principal razón de ser de la UE fue buscar un entorno o marco internacional que posibilitase la paz en el continente, sobre todo en base a un eje esencial: las relaciones franco-alemanas. 

Esto nos lleva a entender el doble problema para Hollande una vez que ha comprobado que no tiene fuerzas suficiente para contrarrestar las políticas de chantaje por parte de Alemania: el gobierno francés ha anunciado para el 2014 los mayores recortes de gasto de su historia. ¿Consecuencias? Desmoralización y desmovilización del electorado socialista, y el auge de un discurso racista y xenófobo contra los inmigrantes que incluso ha encontrado eco dentro del propio gobierno del PS, con las recientes declaraciones de su ministro del Interior contra el colectivo gitano francés. 

Porque llegados a este punto el FN de Le Pen no solamente abre el debate sobre los inmigrantes y su culpa del empobrecimiento de los franceses, sino que presenta un discurso hostil a Europa y a las políticas dictadas desde Alemania. Es, en definitiva, un conjunto de mensajes populistas, mezclados con críticas hacia este euroreich que los franceses no están dispuestos a tragar, y que puede transformarse en el logro de conseguir ganar las próximas elecciones europeas en el país francés. 

Ya no son los PIGS los países inestables, sino que ahora llega el turno de Francia. Porque nadie puede creer que París está libre de los ataques de los mercados, según le interese a Merkel. Alemania vuelve a convertirse en un problema muy serio para Europa y para un futuro en paz. Porque el actual sistema del Euro está diseñado de un modo profundamente insolidario: políticas económicas para beneficio de Berlín, pero los problemas derivados de esto repartidos según la carga en cada país.

Alemania y la misericordia

Sin la ayuda de Europa y de EE UU, Alemania no habría podido salir de sus cenizas nazis. Europa ayudó y condonó deudas a un país que ahora es inmisericordioso con los demás países en dificultades. No se trata de ajustar cuentas de ningún tipo sino de exigir que el futuro común se decida entre todos, y no de manera unilateral. En Europa ya no hay centros de poder, porque el poder solamente está en su centro, llamado Cancillería alemana. Estamos construyendo una Europa que ya camina en el alambre del totalitarismo y el darwinismo social como norma, un caldo de cultivo que si no se remedia tarde o temprano acabará por estallar. 

Habrá ciertas élites económicas y políticas que piensen que en la actualidad los procesos políticos pueden controlarse. Pero se equivocan. Los estallidos sociales son incontrolables y transnacionales en la actualidad. Serán menos probables porque la amenaza a la supervivencia no alcanza aún a amplias capas sociales. Pero si esto sigue así, si en los países del Sur de Europa no se consigue pronto un cambio de rumbo, las consecuencias de aquí a 10 años serán aún mucho más crudas de las que ahora podemos comprobar y sufrir. Alemania es un problema para Europa y seguimos sin saber darle una solución.

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