El fascismo sociológico y sus genes siguen presentes

Adolf Hitler (1889-1945).
Adolf Hitler (1889-1945).

La derrota de una  parte de los fascismos  tras la segunda guerra mundial hizo creer que su fantasma no volvería a resurgir tras los horrores pasados

El fascismo sociológico y sus genes siguen presentes

Nos alerta D. Vicente Hernández Gil en un interesante post, en el que incluye un artículo de un medio de comunicación digital, La Marea.com,  sobre el setenta y ocho aniversario del arribo a Chile del “Winnipeg”, el ‘barco esperanza’ fletado por D. Pablo Neruda. En ese barco que partiría del puerto fluvial de Trompeloup (Francia) en 1939, pudieron huir más de 2.000 refugiados españoles, ante la victoria inminente de los militares alzados contra la República. El 2 de septiembre de 1939 (hay algún autor que sitúa la llegada el dio 3), el Winnipeg atraca en Valparaíso, donde les esperaba un jovencísimo ministro de Sanidad del gobierno del Frente Popular chileno, D. Salvador Allende.

En 1939, D, Pablo Neruda  fue designado, por el presidente Aguirre Cerda, cónsul especial para la inmigración española en París.  Dicen que el orfebre de la palabra y el verso, comunista militante y coherente,  hizo del acto humanitario de fletar y llevar a buen puerto la expedición, no exento de un largo calvario de zancadillas y contratiempos, el pasaje más importante de su vida. Afirmaba con legítimo orgullo, “Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie”. Si algo mas hiciera falta para excitar su solidaridad horrorizada ente la carnicería española, le había conmovió profundamente el asesinato del gran poeta andaluz Sr. García Lorca, sacrificado con el beneplácito del borracho homicida Queipo de Llano.

Esta iniciativa tiene similitud con la expedición organizada de la mano del General D. Lázaro Cárdenas, noble benefactor del exilio republicano,  con los cerca de 500 niños que salieron de España rumbo a México para evitar los bombardeos nazis y fascistas sobre Madrid, labor en la que la esposa del Sr. Presidente de México, Dña. Amalia Solórzano se comprometió de forma muy intensa. Este episodio, de forma entrañable y amena lo desgrana en su novela “La Identidad perdida” una buena amiga la novelista Dña. M. Dolores Moreno Burgos.

Según refiere el periódico digital, a finales de julio, el Centro Cultural y la rama en Chile del colectivo de emigrantes españoles Marea Granate, a través de su Comisión por la Memoria del Exilio Republicano, se pusieron de acuerdo para celebrar un homenaje a los exiliados españoles en Chile coincidiendo con el aniversario del Winnipeg.  Estaba  previsto para el 8 de septiembre con presencia de organizaciones, diputados y representaciones chilena, descendientes de exiliados y la comunidad española en ese país. También la representación consular y diplomática encabezada por el embajador, Carlos Robles Fraga. El padre de Robles fue ministro de la dictadura fascista. Y su  tío, Manuel Fraga, sirvió como ministro del sanguinario dictador Francisco Franco. Tras lo que fundaría Alianza Popular y posteriormente el Partido Popular.

Este individuo, Carlos Robles Fraga que se supone representa a un país “democrático” con un “gobierno democrático” y a toda la ciudadanía, ha vetado el homenaje que iba a tener lugar en el Centro Cultural de España en Santiago, institución adscrita a la Embajada española. Según las estrafalarias explicaciones de la encargada de la gestión del Centro Cultural a los organizadores, “Hay quejas del embajador por el tema de la República” Este mismo sujeto, máximo representante de España ante la República de Chile manifestó personalmente a los organizadores en una segunda reunión, “el acto había sido cancelado porque el tema de la República es controvertido. Y no habrá marcha atrás”.  Solo le faltó, emulando al tío Manolo, rugir…”La Embajada es mía”

La Marea Granate organizadora del acto manifestó que su ánimo era que participasen las instituciones, dado la presencia en Chile de más de 10.000 exiliados españoles y sus descendientes. En Chile como en México hubo una importante presencia e influencia del exilio español en sectores diversos, ciencia, investigación, cultura, empresa, etc.  Curiosamente es  la primera vez que la Embajada de España en Chile pone trabas a actos de memoria histórica en la República sudamericana. Un país en el que según el INE residen hoy cerca de 70.000 españoles.

A la par de este dislate fascistoide, otros desatinos de similar corte jalonan la vida de una democracia que a duras penas mantiene su resuello tras varios años de gobierno de la derecha más anacrónica y cerril de Europa. La ministra de Defensa se pone de perfil con cómplice anuencia,  cuando un coronel con mando de armas en un cuartel celebra el “18 de julio” como efeméride patria. Una Fundación cuya labor es el laudo del “caudillo” que dirigió la más infame de las guerras civiles que asoló España y la más encanallada represión, es legalizada y financiada generosamente con fondos públicos para realizar sus fines. En última instancia se le encarga convertir en zona de peregrinación del fascismo casposo y del emergente un pazo saqueado a la ciudadanía y entregado con  indigna liviandad a la familia del dictador… Las tropelías son reiteradas y cada vez con mayor impunidad y desparpajo.

Un país que es incapaz de recuperar de las fosas a sus muertos… incapaz de rendir homenaje a los que sufrieron el dolor y la muerte en el exilio, que es incapaz de recordar su historia y enfrentarse con la verdad histórica, y que es incapaz de honrar y reconocer a quienes tendieron su mano fraterna en horas trágicas, ofrece muchas dudas en cuanto a su generosidad, fraternidad y calidad democrática.

La derrota de una  parte de los fascismos  tras la segunda guerra mundial hizo creer que su fantasma no volvería a resurgir tras los horrores pasados. Un análisis a poner en  cuarentena ante su auge en toda Europa con tintes agresivos, violentos, racistas y xenófobos. Socava  los sectores más desfavorecidos, enfrentándolos entre sí, para como siempre  acaparar el poder y entregar la riqueza a las oligarquías económicas. Su herramienta es manipular  el miedo  ante la crisis económica y sus derivas políticas, exacerbando la brecha social y  la desigualdad.

Si no se desenmascara tanto en sus formas, hoy más sutiles que en los años treinta,  como en el fondo, su zarpa negra siempre latente, acogotará una democracia que tras cuatro décadas se sigue mostrando titubeante y timorata frente a él. Y si quedase una pizca de sensibilidad y dignidad democrática, el tal Robles Fraga estaría ya embarcando rumbo a España, resignando una responsabilidad que deshonra.

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