La factoría Villarejo pone a prueba la solidez del sistema democrático

El excomisario José Manuel Villarejo. / El Periódico
El excomisario José Manuel Villarejo. / El Periódico

La cara oculta de las décadas en las que el PSOE y el PP han hegemonizado las administraciones públicas suscita serias dudas acerca de la calidad del sistema democrático español.

La factoría Villarejo pone a prueba la solidez del sistema democrático

Ha trascendido un nuevo episodio de la serie “negra” escrita por el excomisario Villarejo. En esta ocasión, los protagonistas infectados por la toxicidad del basurero están ubicados en el mundo de la gran banca y en el territorio de la política. Más concretamente, los nombres más llamativos que han aparecido corresponden al hasta hace poco máximo ejecutivo del BBVA, Francisco González, y a dos antiguos responsables gubernamentales del equipo de Zapatero (Mª Teresa Fernandez de la Vega y Miguel Sebastián).

El procedimiento es conocido:alguien -F.González- contrató -por un buen puñado de euros- al comisario para que en sus horas libres utilizara los recursos públicos a los que tenía acceso para espiar a las personas que le permitiesen elaborar los informes demandados.Todo perfectamente irregular y presuntamente delictivo.Para el banquero González, el fin -neutralizar un supuesto intento de control por parte de la empresa Sacyr- justificaba los medios -recurrir a las “cloacas” del Estado en las que se desenvolvía con proverbial soltura Villarejo.

Además de constatar, de nuevo, la existencia de un grupo de funcionarios de la seguridad del Estado que actuaban al margen de los procedimientos y que no sufrían las consecuencias penalizadoras por tal comportamiento, estas revelaciones ponen en el escaparate de la opinión pública las relaciones promiscuas entre miembros del poder político y jerarcas del lobby bancario.Que si el gobierno de Zapatero se quería cargar a Francisco González -al que Aznar había propulsado, previamente, a la cúspide del BBVA-, que si la vicepresidenta Fernández de la Vega pretendía proteger al todopoderoso Emilio Botían en sus pleitos judiciales...La conclusión está servida:quien siga afirmando que el intervencionismo de los gobernantes en la vida económica no es propio del sistema económico realmente existente sino que constituye un vestigio de la rancia cultura comunista es un vendedor de mentiras ou un iluso que cree en las retóricas de los ideólogos de esa autocalificada derecha sin complejos.

Lo que estamos conociendo sobre la cara oculta de las décadas en las que el PSOE y el PP han hegemonizado las administraciones públicas suscita serias dudas acerca de la calidad del sistema democrático español.El edificio constitucional está sometido a una evidente fatiga de los materiales con los que fue construido y gestionado.¿Será capaz de metabolizar los impactos derivados de los productos que se han ido fabricando en la factoría gestionada por Villarejo?@mundiario

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