En Galicia se planea una reducción del número de diputados sin consenso político

Sede del Parlamento de Galicia.
Sede del Parlamento de Galicia.

La autora, que fue una destacada parlamentaria, analiza la reducción de diputados en Galicia y se detiene en los verdaderos motivos de una reforma sin consenso.

En Galicia se planea una reducción del número de diputados sin consenso político

Feijóo llevaba tiempo amagando con presentar una reforma electoral para reducir el número de diputados autonómicos con la disculpa de la socorrida “austeridad”. Según el Presidente de la Xunta, la única manera de ahorrar en “gastos superfluos” es eliminando escaños en el Pazo do Hórreo y, en medio de esta crisis que todo lo justifica y para todo vale, se ha puesto manos a la obra. 

No deja de llamar la atención las prisas del Presidente y la decisión de plantear esta reforma sin un pacto político previo, sobre todo teniendo en cuenta que sería la primera vez que se tome tal decisión en Galicia donde las reformas electorales tradicionalmente alcanzaron amplios consensos. Y es que ninguna reforma precisa de mayores acuerdos que aquella que marca el “campo de juego” electoral. Es obvio que la decisión  sobre el tamaño de las Cámaras, la representatividad territorial, la presencia de las iniciativas ciudadanas,.. en definitiva todo aquello que alcanza a la regulación del ejercicio de la soberanía popular precisa de las mayores alianzas, por el bien del sistema democráctico y para que los ciudadanos se sientan parte del mismo.

Menos diputados, menos democracia

Feijóo ha elegido, sin embargo, la “vía Cospedal”, esto es, la reducción del número de diputados y la presentación de una reforma que no cuenta con el respaldo de ninguna de las restantes fuerzas políticas. ¿Cuáles son los motivos para esta decisión?. ¿Qué lleva a un Presidente siempre tan amigo de aparecer como el generador de acuerdos y consensos, siempre tan decidido a aparecer como representante de la “derecha civilizada” a desmarcarse de su propio perfil –largamente trabajado- para escoger la presentación de una reforma que nadie quiere ni parece exigir?. Tres son los motivos para esta decisión: insistir en esa “marca austeridad” que tantos réditos –especialmente mediáticos- le ha aportado, la necesidad de una cortina de humo tras la que esconder su fracaso económico e industrial y, finalmente, un motivo electoral evidente que le permita seguir contando con una mayoría absoluta cuando la “ola popular” se viene abajo.

La austeridad se ha convertido en el karma tras el que el PP esconde decisiones de enorme trascendencia sociales, políticas y, ahora, democráticas. Los copagos, el recorte de derechos sociales, las tasas judiciales, la eliminación de las becas, el bloqueo de la dependencia, la subida de impuestos… todo con la disculpa de la austeridad. El PP está cambiando el sistema sanitario y educativo por la puerta de atrás. El PP está imponiendo un profundo cambio ideológico en el Estado del Bienestar a golpe de decisiones vestidas de “austeridad”. El recorte de diputados no conllevará, ni muchísimo menos, un ahorro importante para las arcas públicas, y desde luego será significativamente  menor de lo que supondría un recorte en los muchos asesores con los que cuentan Feijoo y sus conselleiros o con la eliminación de las diputaciones que, sin embargo, el PP piensa potenciar a través de la reforma de Administración Local.

'Cortinas de humo' 

A Feijóo siemrpe le han funcionado las “cortinas de humo”. Experto en el manejo de la comunicación, merece pasar a los anales de la ciencia política aquel Debate del Estado de la Autonomía en que en lugar del desempleo, el recorte en becas, la eliminación de la gratuidad de los libros de texto o la privatización del Hospital de Vigo, consiguió convertir la “fusión” de dos pequeños ayuntamientos, Oza y Cesuras, en el único tema de interés y tirar de la misma durante dos largos años sin que esta tuviera mayor relevancia que un engorroso lío jurídico del que todavía nadie sabe cómo se saldrá. Feijóo utilizó entonces, como ahora, la desafección ciudadana ante la política y el descrédito de políticos y sistema para ganarse el favor mediático. Brocha gorda; la solución al malestar general es sencilla: menos instituciones, menos políticos, menos política…

Pero sin duda es el tercer objetivo el que más importa al presidente del PP gallego. En medio del enfado generalizado contra el Gobierno Rajoy, Feijóo teme un vuelco electoral en todos los ámbitos y que así como la crisis desalojó al PSOE de la práctica totalidad de los gobiernos –estatal, autonómicos y locales- los recortes en derechos y en prestaciones hagan lo propio con los populares en las próximas elecciones. De hecho el Presidente  de la Xunta es consciente de que su mayor peligro se sitúa, precisamente, en los ámbitos urbanos que tan favorables a la derecha fueron en las últimas convocatorias y a pesar de contar con los gobiernos de las ciudades de la provincia coruñesa sabe que será precisamente el electorado de las poblaciones más grandes el que les pase la mayor factura. Sólo esto puede explicar que la propuesta de reforma siga restando representatitvidad y valor al voto urbano frente al rural. Feijóo había conseguido que el PP triunfara en los ámbitos urbanos, alejándose del modelo “fraguista” más enraizado en el rural, pero la crisis, la inacción de la Xunta, el desempleo y la frustación de sus políticas municipales convierten ahora a las ciudades en su principal problema.

Una reforma sin consenso
Es una lástima que las prisas y el cortoplacismo del PP gallego impidan llevar adelante una reforma electoral consensuada y adaptada a nuestra sociedad. Listas desbloqueadas, incrementar la pluralidad política, mejorar la relación voto/población, facilitar la presentación de Iniciativas Populares, mejorar y ampliar la participación ciudadana, el voto exterior, incrementar la transparencia de las instituciones… Es una pena que una Reforma Electoral no sea consensuada y defendida con ahinco por una amplia mayoría de fuerzas políticas. Pero el Presidente de la Xunta no está pensando en mejorar el funcionamiento parlamentario, en el ahorro, la calidad de la democracia o la satisfacción  de los gallegos y las gallegas ante el trabajo de quienes les representan. Alberto Núñez Feijóo tiene un preocupación mucho mayor ahora mismo; su despacho en Monte Pío.

 

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