El expansionismo de Rusia y Turquía entra en el Mediterráneo, tras el ensayo de Siria

Donald Trump y Vladimir Putin. / Migue
Donald Trump y Vladimir Putin. / Migue
Las alianzas internacionales se están redefiniendo tras el ascenso a primera potencia de China y el relativo declive de Estados Unidos. Rusia, tradicionalmente rival de Turquía por el acceso al Mar Mediterráneo a través de los estrechos que lo separan del Mar Negro, es ahora su aliada.
El expansionismo de Rusia y Turquía entra en el Mediterráneo, tras el ensayo de Siria

La Estrategia de Seguridad Nacional, del Gobierno de España, aprobada en 2017, cita el espacio mediterráneo nada menos que nueve veces, identificando los riesgos y amenazas en un espacio al que nos asomamos con una larga costa que además concentra un elevado porcentaje de la población y la economía españolas. Desde esa fecha los riesgos no han hecho más que evidenciarse y las amenazas han escalado proporcionalmente. La toma de posición rotunda de Turquía y de Rusia en el conflicto de Libia, con militares sobre el terreno, regulares en el primer caso y mercenarios en el segundo, recrea la situación de Siria. Ambos países, aparentes rivales en ese conflicto local, son en realidad socios en una perspectiva global.

Rusia, tradicionalmente rival de Turquía por el acceso al Mar Mediterráneo a través de los estrechos que lo separan del Mar Negro, es ahora su aliada. El objetivo común, repartirse la influencia en una zona de gran importancia estratégica y comercial, aprovechando el repliegue de Estados Unidos y adelantándose a la estrategia china de penetración económica. Otros países importantes de la zona, como Egipto o Grecia, están tomando posiciones. También Francia e Italia.

Distanciamiento

Sorprendentemente tanto la OTAN, como la Unión Europea, y desde luego España, carente de Gobierno estable desde hace mucho tiempo, contemplan los acontecimientos con distanciamiento. En el caso de la Alianza Atlántica agravado por la pertenencia de Turquía a la misma. En el caso de la Unión, lastrada como siempre por la diplomacia de los Estados, especialmente de Francia. España, país mediterráneo por excelencia, sólo parece estar para la política inmigratoria.

Libia es la encrucijada en la que se dirimen varios conflictos. Uno de carácter local, la continuidad o fragmentación de ese país, embarcado en una guerra civil de desgaste. Otro de carácter económico dadas sus reservas petrolíferas. Y un tercero geoestratégico, al estar en una posición clave en el espacio norteafricano, en el que coexisten una monarquía constitucional en Marruecos, una república controlada por los militares en Argelia, donde las elecciones son boicoteadas masivamente por la población, la república constitucional tunecina y la dictadura militar egipcia. Al sur de esos países, otro conjunto de países más pobres, inestables y donde el terrorismo yihadista se ha asentado.

Países comunitarios

Por otra parte, de los dieciocho países ribereños, seis son comunitarios. En sus orillas, además de Libia, se dirimen conflictos en Siria y en la franja de Gaza, entre otros. Varios son emisores masivos de inmigrantes irregulares y otros son receptores. Problemas suficientes como para mantener una política común comunitaria y evitar que la presencia rusa en Libia se transforme en un nuevo conflicto regional.

Inicialmente, la Unión Europea y la OTAN están en el mismo lado que Turquía, aunque no con los mismos intereses. Mientras que Egipto y otros países árabes están del mismo lado que Rusia. Dadas las características del conflicto no parece difícil que Turquía y Rusia alcancen un reparto de áreas de influencia, lo que no implica los intereses de los ciudadanos libios, que siguen el camino de sirios, iraquíes, somalíes y otros estados fallidos, en los que luchas civiles internas terminan siendo instrumentos de conflictos más amplios, en perjuicio siempre de quienes allí desenvuelven sus vidas.

Las alianzas internacionales se están redefiniendo tras el ascenso a primera potencia de China y el relativo declive de Estados Unidos. Las maniobras militares en las que participan Rusia e Irán junto a China son otra muestra de un nuevo alineamiento. Los históricos antagonistas de Norteamérica unen fuerzas. Las instituciones europeas están, de momento, absortas en procesos internos. @mundiario

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