Europa se pone a la altura

El libro ¿Quo vadis, Europa?, en versión impresa y digital, a la venta en Amazon. / Mundiediciones
El libro ¿Quo vadis, Europa?, en versión impresa y digital, a la venta en Amazon. / Mundiediciones

MUNDIARIO publica el prólogo del libro ¿Quo vadis, Europa?, que se presenta este jueves en el Goethe-Institut Madrid.

Europa se pone a la altura

Estamos ante un libro de interesantes reflexiones de un periodista y economista alemán, genuinamente europeísta, que se plantea analizar el papel de Europa en el mundo, justo cuando, a diferencia de lo sucedido en la crisis de 2008, la UE decide afrontar la crisis económica derivada de la covid-19 con políticas de estímulo y de protección del Estado de bienestar. De hecho, las ayudas de Europa pueden contribuir a aliviar los problemas, lo cual exige una gestión atinada, especialmente en España, por ser uno de los países más castigados por la crisis económica derivada de la pandemia. Este libro de Carsten Moser tiene también la virtud de complementar otros cuatro ensayos de Mundiediciones en 2021 sobre Estados Unidos, China y España, en este caso por partida doble, en un caso con visión política y en otro, económica. ‘¿Quo Vadis, Europa?’ cierra, pues, un círculo editorial.

“El desarrollo de la conciencia europea es más lento que el avance de la realidad concreta.”

Jürgen Harbermas. 2009

Carsten Moser, un escritor con amplia perspectiva y tono moderado, complementa con su obra ‘¿Quo Vadis, Europa? Un europeísta repasa los desafíos políticos, económicos y sanitarios de una década apasionante’ los ensayos de Andrés Hernández Alende sobre EE UU –‘Biden y el legado de Trump’–, de Albino Prada sobre China –‘El regreso de China’–, de José Luis Méndez Romeu sobre la España política –‘España en discordia’– y de María Cadaval y José Luis Gómez sobre la España económica –‘Cómo salir de esta (II)’–, obras ideadas por Mundiediciones, el sello editorial de MUNDIARIO, con el fin de brindar a los lectores las reflexiones de sus analistas ante los grandes retos de España, Europa, EE UU y China.

Estamos ante la obra de un autor nacido en Alemania que ha vivido en España, Perú, Canadá y el Reino Unido, actualmente afincado en Madrid, si bien muy en contacto con su país de origen, Alemania, donde fue distinguido con la Cruz al Mérito de la República Federal. Ha estado vinculado como periodista a grandes cabeceras internacionales, como Die Zeit o Stern, y ha desempeñado importantes responsabilidades al frente de G+J España, editora de las revistas Muy Interesante, Geo, Capital, Marie Claire, Cosmopolitan, Mía y Ser Padres, entre otras, del mismo modo que en el Grupo Bertelsmann y en la Fundación Bertelsmann en España. Fue también presidente de la Cámara de Comercio Alemana para España y ahora es vicepresidente de la Fundación Euroamérica, vicepresidente ejecutivo de Claro Sol FS y vicepresidente de la Asociación Amigos del Goethe Institut España. Publica regularmente artículos de análisis y opinión en el periódico digital MUNDIARIO.

Para Carsten Moser queda claro que la Unión Europea (UE) nos ha proporcionado la etapa más larga de paz, democracia y prosperidad que ha conocido el continente jamás, de modo que considera que merece la pena defenderla con pasión. El momento parece propicio, ya que las principales instituciones europeas –Banco Central Europeo, Consejo Europeo y Comisión Europea– definieron en el tratamiento de esta crisis derivada de la pandemia medidas hacia un doble horizonte, basado en el fortalecimiento de la integración y de la mejora del bienestar de los ciudadanos europeos, una estrategia radicalmente distinta de la adoptada en la crisis de 2008.

Portada de ¿Quo Vadis, Europa?. / Mundiediciones

Portada de ¿Quo Vadis, Europa?. / Mundiediciones

Desde que estallara la pandemia en el primer trimestre de 2020 transcurrieron 18 meses en los que la Unión Europea (UE) vivió episodios importantes. Cerró un acuerdo comercial con Reino Unido, tras su salida de la UE; aprobó ya en 2020 un paquete histórico de ayudas, cuyos primeros tramos empezaron a recibirse en una gran mayoría de países en 2021 y negoció una compra conjunta para poder vacunar a la vez a todos los ciudadanos de los socios de la UE. Pero, como observó el diario La Vanguardia, no a todo el mundo le afectó por igual la pandemia. Un estudio llevado a cabo por el think tank European Council of Foreign Relations (ECFR) reveló en 2021 que mientras que un 64% de los españoles siente haberse visto afectado por la crisis de la covid-19, un 72% de los daneses asegura “no haberse sentido afectado en absoluto”.

En 2020, la Unión Europea pactó por unanimidad establecer un fondo de reactivación para paliar los daños económicos de la covid-19, dotado con 750.000 millones de euros. España recibirá cerca de 140.000 millones del fondo para los próximos seis años –una cifra equivalente al 11% del PIB español–, de los que 72.700 millones se plasmarán en ayudas directas. En la otra cara de la moneda hay un par de datos importantes: tras la respuesta a la pandemia, en España la deuda pública alcanza ya el 120% del PIB y en la UE ha escalado del 79% en 2019 al 94% en 2021.

Para invertir el dinero que llegue de Europa, vía subsidios y créditos, deben cumplirse las condiciones acordadas en el Consejo Europeo; es decir, no se trata de recursos para utilizar libremente por los estados beneficiarios, con España e Italia a la cabeza, sino de fondos que deben adaptarse a una serie de sectores y a determinado criterios, a sabiendas de que España no desata precisamente confianza entre sus socios. Como se vio en las cumbres europeas, habrá menos subsidios de los previstos y más control sobre el dinero del fondo de recuperación.

La financiación de proyectos con fines sanitarios tendrá prioridad, del mismo modo que el apoyo a la economía verde y el estímulo a la inversión privada dentro de los países que reciban las ayudas. Habrá, por tanto, participación pública y privada en la inversión de estos cuantiosos recursos; en definitiva, una forma de movilizar todavía más dinero, como explica Carsten Moser en distintos pasajes del libro.

Al cumplir Ursula von der Leyen veinte meses al frente de la Comisión Europea –cerca ya de alcanzar el ecuador de su mandato de 5 años–, la política alemana con mando en Bruselas –atentos a la semblanza que le dedica el autor– no solo defendió su política económica, sino que puso en valor la lucha sanitaria contra la pandemia, y expresó la “voluntad política” de impulsar el debate sobre la autonomía estratégica, léase una Unión Europea de la defensa. Así, pues, la consecución de una autonomía estratégica que refuerce su sistema de seguridad se convierte en el gran desafío de la UE.

En este discurso de septiembre de 2021, la presidenta de la Comisión Europea también destacó el crecimiento de la eurozona a mayor velocidad que China y Estados Unidos en el último trimestre. Bruselas espera que 19 Estados miembros recuperen los niveles precrisis en 2021 y que los restantes lo hagan en 2022.

“Las lecciones de la crisis financiera [de 2008] deberían servir de advertencia”, recordó Ursula von der Leyen al hablar del gran maná de inversiones que supondrán los millonarios programas de fondos de recuperación y presupuestos, cuyo acuerdo fue alcanzado en diciembre de 2020, cuando ni siquiera habían arrancado las campañas de vacunación que coordinó precisamente la Comisión Europea mediante una estrategia –a veces controvertida– de compra centralizada.

En definitiva, todo indica que un conjunto de políticas climáticas integral resulta esencial para dar señales a la inversión y a la financiación de proyectos verdes en Europa. De hecho, la Unión Europea decidió colocar en cinco años hasta 250.000 millones de euros en bonos verdes para financiar proyectos del programa Next Generation EU con impacto medioambiental positivo.

Para Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, lo acontecido en las cumbres europeas tal vez le haga reflexionar sobre el futuro de su Gobierno. De puertas adentro, aunque sea a trancas y barrancas, logra sobrevivir, pero en Europa ya sabe que hay líneas rojas que no podrá cruzar. Un reajuste de las ayudas del fondo de recuperación y un control más estricto de su desembolso marcaron la posición final de Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, decisivo en el principal acuerdo en la cumbre de la UE sobre Next Generation EU. Bajaron las expectativas, pero aún así no hay ninguna alternativa mejor.

Las ayudas europeas llegarán a España –están llegando ya– bajo un control más estricto y con los presupuestos rebajados, sin que Holanda tenga que poner todo lo que le corresponde. Fue el premio a un trabajo bien hecho por Mark Rutte, primer ministro de los Países Bajos, en nombre de otros socios –frugales– de la UE. El holandés parece inspirarse en el francés Napoleón Bonaparte cuando dijo que “en los negocios prácticos de la vida, no es la fe la que salva, sino la desconfianza.”

Tras las elecciones del 26 de septiembre de 2021 en Alemania, el líder de la CDU Armin Laschet decidió aferrarse al intento de negociar un Gobierno, pero mientras arreciaban las críticas en su partido, el socialdemócrata Olaf Scholz recibía ramos de flores de sus militantes y esperaba formar un gobierno de coalición antes de Navidad, se supone que bajo la presión del democristiano Laschet, en cuya opinión nadie tiene un mandato claro en esta legislatura, por lo que buscará los acuerdos con verdes y liberales. Armin Laschet –analizado en este libro por Carsten Moser– tal vez acierta más cuando dice que “toda Europa está pendiente de lo que pase en Alemania”. Por ese lado, y después de Angela Merkel, las cosas han cambiado poco: el resto de los europeos –con los españoles en primera fila– saben que buena parte de su futuro depende de las decisiones que tomen los partidos alemanes.

"Otro canciller, la misma Alemania", tituló su editorial el diario El País, al entender que, en ausencia de una figura como Angela Merkel, los votantes alemanes apuntalaron el centro político y la vocación pactista. Lo cierto es que el día después de Merkel dejó a Alemania sin un sucesor claro y la impresión de que una gran mayoría de los alemanes se articula alrededor del mismo centro político que supo encarnar la canciller, si bien fragmentado en cuatro rostros en vez de uno. Sí está claro que los socialdemócratas del SPD se convirtieron en la fuerza más poderosa tras las elecciones federales con un 25,7% de los votos, por encima de la CDU, que cayó hasta el 24,1%. Del 26-S alemán emerge, pues, como modesto vencedor el partido socialista (SPD), con el ministro de Finanzas, Olaf Scholz, como candidato a canciller. La socialdemocracia comienza así un cierto renacer después de tres lustros de decadencia.

El nuevo Gobierno de Alemania tendrá que enfrentarse a medidas de calado, como la reforma de las reglas fiscales o la posición de la UE frente a China. El anterior ejecutivo de Angela Merkel será recordado por las estrictas políticas de austeridad impuestas a los países del sur de Europa –España, Portugal, Italia, Grecia– tras la crisis de 2008, pero también por dar luz verde al mayor plan de estímulos de la historia para que la UE plantase cara a la crisis de la covid-19.

Pero en Europa hay más problemas, con independencia de los esperanzadores planes aprobados en el verano de 2020 con el impulso de Alemania. Un medio de prestigio como el Frankfurter Allgemeine Zeitung constató que en el tema migratorio –hoy más actual que nunca– no se vislumbran ni diálogo ni consensos, la cumbre virtual con Pekín tampoco trajo grandes avances, el tratado con Mercosur sigue en el aire, las relaciones con Washington y Moscú se mantienen a nivel de frigorífico y las negociaciones sobre el Brexit con el Reino Unido no se saldan con acuerdos estables.

De unas cosas y otras se ocupa desde hace tiempo Carsten Moser, lo que acredita en sus análisis de los últimos años en este libro titulado ‘¿Quo Vadis, Europa? Un europeísta repasa los desafíos políticos, económicos y sanitarios de una década apasionante’, que ha editado Mundiediciones. @J_L_Gomez, en Oleiros (A Coruña), octubre de 2021.

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