Europa ha perdido la esperanza de ser lo que alguna vez quiso ser

Norte contra sur. / Dibujo de Michael Kountouris, de Grecia
Norte contra sur. / Dibujo de Michael Kountouris, de Grecia

Puede que haya llegado el tiempo de la regeneración, de la búsqueda de nuevas formas de actuación porque el sistema político instalado en Europa ha demostrado su incapacidad para regenerarse.

Europa ha perdido la esperanza de ser lo que alguna vez quiso ser

Puede que haya llegado el tiempo de la regeneración, de la búsqueda de nuevas formas de actuación porque el sistema político instalado en Europa ha demostrado su incapacidad para regenerarse.

Nikos Romanós, un joven griego de 21 años, preso por cometer varios atracos, se encuentra en huelga de hambre y con la salud muy deteriorada por la negativa de los jueces a dejarle examinarse en la universidad, algo a lo que parece tener derecho, según la ley helena. Se da la circunstancia de que Romanós era íntimo amigo de un joven muerto por la policía en 2008, algo que sin duda determinó su existencia y el desarrollo de su personalidad hasta llevarle a abrazar el anarquismo y oponerse radicalmente al sistema atacando al símbolo máximo del capitalismo: los bancos.
Éste podría ser un caso aislado si no fuese porque Europa se encuentra asistiendo al auge de movimientos y actitudes que no buscan alcanzar un futuro, muy al contrario se esfuerzan por destruirlo.

La ausencia de esperanza se instala en nuestra juventud como un virus cada vez más difícil de combatir. Sin trabajo ni expectativas, con sus mayores debatiéndose en la incertidumbre laboral mientras sus respectivos gobiernos se muestran incapaces de atender las necesidades de los ciudadanos, ¿qué se les puede pedir?

En los últimos años internet y el increíble desarrollo de los teléfonos móviles han propiciado que las imágenes ya no sean coto exclusivo de la prensa y los acontecimientos se magnifican en forma de retuits y post en las redes sociales. Los muy habituales casos de corrupción política, el incremento de la violencia policial y la represión, las mentiras de los gobernantes, los intereses de algunos medios de comunicación o los ya frecuentes casos de corrupción están lanzando un mensaje inequívoco a nuestra juventud: no hay futuro para ti.

De estos polvos vienen estos lodos y poca esperanza queda para una sociedad que devora a sus hijos cruelmente. Puede que haya llegado el tiempo de la regeneración, de la  búsqueda de nuevas formas de actuación porque el sistema político instalado en Europa ha demostrado su incapacidad para regenerarse en tiempo y modo adecuados.

Dar entrada a la política a sectores de la sociedad que claman por un lugar destacado y que no están dispuestos a aceptar la negativa de los que hoy ocupan el poder; se escuchan consignas de cambio y una  gran parte de la población sostiene sus espaldas con la determinación que da la ira. Exigen un giro amplio y sin retorno para crear un nuevo cauce de convivencia. Una revolución del sistema, en definitiva. El problema es que los vientos de la revolución suelen traer el olor de la sangre y los lamentos de los inocentes. Posiblemente sea el precio que hay que pagar por la refundación de occidente, pero da miedo.

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