Europa deberá valorar si admite una Escocia independiente como miembro de la UE

Alex Salmond es, de lejos, el líder más popular de Escocia / David Cheskin - PA Wire.
Alex Salmond es, de lejos, el líder más popular de Escocia / David Cheskin - PA Wire.
En 2014 será Escocia, pero pronto podría ser Flandes, Catalunya o Euskadi. Incluso, en un futuro bastante más lejano, Gales o Galicia. Y la UE tendría que digerir cualquiera de dichas decisiones.
Europa deberá valorar si admite una Escocia independiente como miembro de la UE

La victoria por mayoría absoluta -69/135 escaños- de los nacionalistas escoceses del SNP (Scottish National Party) en las elecciones al Parlamento autónomo de Hollyrood en 2011 hizo inevitable plantear el proceso para que  la ciudadanía escocesa decidiese su continuidad en el Reino Unido o su independencia. Por una parte, el first minister Alex Salmond estaba obligado a cumplir una promesa central de su programa electoral. Por otra, el sector más independentista  del SNP consideraba agotado el proceso autonómico iniciado con la Devolution de 1997, agotamiento que se hizo más evidente al vetar el premier inglés David Cameron -con la débil oposición de los liberal demócratas del deputy prime minister Nick Clegg- una tercera vía, la de la sustancial ampliación de la autonomía en materias como fiscalidad y acción exterior, que parecía la vía  susceptible de obtener más consenso en el pueblo escocés y no desagradaba a los sectores del SNP más implicados con su gestión gubernamental en Edinburgh.

Salmond y Cameron, finalmente, llegaron al compromiso de celebrar un plebiscito a fines del verano de 2014 en el que la opción  se reducirá a escoger entre el mantenimiento del régimen autonómico de la devolution actual y la independencia.

Al tiempo de alcanzar ese acuerdo, los conservadores de Cameron (como los conservadores españoles de Rajoy respecto de Catalunya) iniciaron un proceso de extrema agitación e intoxicación informativa: Escocia quedaría fuera de la Unión Europea, el Reino Unido excluiría de la secesión a las islas Orkney y Shetland para mantener el control de la mayor parte del petróleo del Mar del Norte y otras perlas semejantes.

La Unión de 1707

El Reino de los escoceses nació en el siglo IX con la fusión de los reinos de pictos y escotos y pervivió hasta la Act of Union  de 1707, si bien desde 1603 Inglaterra y Escocia compartieron, plenamente independientes, el mismo Rey, de la dinastía de los Stuarts. Durante la dictadura de Cromwell, el numerosísimo ejército de éste, dirigido por el sangriento general Monk,  sometió el país a ocupación militar.

La Unión fue votada favorablemente por el Parlamento escocés, pero en gran medida esta decisión fue provocada por el grave fracaso de la aventura colonial de Darén, en el istmo de Panamá. La Unión se le antojó a las élites escocesas como  medio para poder enjuagar parte de las pérdidas de esta aventura y de hacer carrera en Londres. Por otra parte, los agentes de la reina Ann, hija del estatúder holandés Wilhem Orange y de la reina Mary, repartieron grandes cantidades de dinero entre los miembros del Parlamento escocés para garantizar una Unión definida para beneficiar  los intereses de Inglaterra y de una pequeña élite escocesa.

No obstante, la Union mantuvo incólume la independencia de la Iglesia Presbiteriana escocesa y  la pervivencia de su Derecho y sistema judicial nacional, que continuó hasta la fecha. El Parlamento fue suprimido y las funciones ejecutivas transferidas al Secretary of State for Scotland, pero incluso esta autonomía administrativa fue suprimida después de la revolución de 1745 hasta 1889. Desde entonces, dicho Secretario para Escocia y su Scottish Office se ocuparon de dirigir, con amplia autonomía administrativa, la policía, educación, salud y régimen local, lo que permitió una muy importante fluidez en la transmisión de poderes y consolidación del autogobierno cuando la Devolution de 1997 reinstauró el Parlamento de Hollyrood y creó el Scottish Executive (hoy Scottish Government), que integró los servicios de la antigua Scottish Office.

La Unión despobló Escocia. Si en 1707 los escoceses eran un millón y los ingleses 4,5 millones, hoy los escoceses son 5 millones frente a 52 millones los ingleses. El Imperio Británico, sin embargo, dio una oportunidad de carrera profesional a muchos escoceses, que junto a irlandeses y galeses dieron su sangre por el mismo Imperio que empobrecía sus respectivos países.

La segunda guerra mundial y la ola descolonizadora cortaron de raíz las posibilidades de promoción exterior de los jóvenes escoceses y enfrentaron Escocia a la realidad de su menor nivel de desarrollo y mayores niveles de paro y emigración.

Los nacionalistas del SNP

El nacionalismo escocés se había organizado en 1934 en el Scottish National Party, fusión del National Party of Scotland y del Scottish Party. Éste sufriría no pocas tensiones entre un ala fundamentalista que no creía demasiado en ir conquistando posiciones de autogobierno e institucionales y un ala gradualista que apostaba por el autogobierno de la Devolution como etapa de transición hasta la independencia. Justamente fueron los gradualistas los que entre los años 70 y 80 consolidaron un SNP de amplio espectro, con eje en el centro-izquierda, por entender, entre otras cosas, que el competidor era el partido más votado hasta entonces, el Labour Party of Scotland, propiciado por el laborismo británico. Las tensiones provocadas por los elementos más izquierdistas del Partido, más propicios a una definición socialista que a una socialdemócrata, fueron importantes y contribuyen no poco a explicar el declive electoral después del resonante éxito de las elecciones británicas de 1974.

El SNP no obtuvo representación en Westminister (salvo un brevísimo periodo en 1945) hasta 1967. En 1974 el Partido obtuvo su mayor éxito electoral (hasta las elecciones escocesas de 2011) al  obtener la tercera parte de los votos en Escocia en las elecciones al Parlamento de Westminster  y 11 de los 59 MPs que representaban al País (hoy día el SNP, desde 2010, retiene 6). Esta marca no ha sido superada hasta la fecha, a pesar de la hegemonía nacionalista de la última elección escocesa.

El petróleo del Mar del Norte y el “McCrone report”

El descubrimiento de petróleo en el Mar del Norte empujó con fuerza las velas del barco del SNP. Pero el Gobierno de Westminster desarrolló una política de guerra sucia contra el nacionalismo escocés. El Informe Mc Crone reconocía que, con los ingresos del petróleo, una Escocia que sólo alcanzaba entonces un 70% de la renta disponible por persona de la CEE podría convertirse en uno de los países más avanzados de Europa en pocos años. Pero el report fue clasificado como secreto y los escoceses fueron engañados sobre el río de recursos económicos que el petróleo aportaba al Reino Unido. Incluso en términos de contabilidad nacional, se inventó el territorio “continental shelf” para tapar el hecho evidente de que fuese Escocia quien aportaba dichos ingresos a la Corona británica. Las verdades del Informe Mc Crone no fueron conocidas por la ciudadanía escocesa hasta la desclasificación de este documento secreto, a instancias del SNP, en 2005. Y la desclasificación no hubiese sido posible sin la previa aprobación, en 2000, de la Freedom of Information Act  de 2000, primera ley de transparencia en el Reino Unido.

Pero la guerra sucia de Westminster no quedó ahí. El gobierno laborista de Harold Wilson impulsó la creación del Labour Party of Scotland para disputar los votos escoceses de centro-izquierda desde una pátina de falsa territorialidad. La influencia del nacionalismo en las Unions fue limitada desde los servicios de información policiales. El SNP denunció la guerra sucia que sufría y el electorado le volvió parcialmente la espalda. El referéndum de la devolution en 1979 fue un fracaso para los partidarios del autogobierno escocés, a pesar de ganarlo (33% a favor, 31% en contra y 36% de abstención en un referéndum que abusivamente requería un mínimo del 40% del censo favorable). La campaña de desinformación británica había dado sus frutos.

Devolution” y referéndum de independencia

El fracaso del referéndum de 1979 y la larga hegemonía del conservadurismo unionista de Thatcher y Major impidieron reintroducir la devolution como reconocimiento del autogobierno escocés hasta el primer impulso de la cool Britannia de Tony Blair, que propició la reinstauración de los autogobiernos escocés, galés y norirlandés. Esta apertura laborista al autogobierno y los vientos favorables de Londres le permitieron dirigir el Scottish Executive en coalición con los liberal demócratas durante las dos primeras legislaturas del nuevo Holyrrod Parlament. El SNP, dirigido por Alex Salmond,  fue el partido más votado en 2007 y consiguió incrementar su mayoría, haciéndola absoluta con más del 45% de los votos en 2011.

El SNP ha sabido desarrollar una política progresista de amplio espectro, que ha incrementado el bienestar y convertido Escocia en el país británcio que disfruta de los niveles más altos de cohesión e inclusión social. Ahora bien, el referéndum del 18 de septiembre de 2014 se presenta como una prueba muy difícil. Más de 300 años de vida en común (en detrimento del desarrollo y nivel de vida escocés) y, sobre todo, cierta sobreactuación informativa (“es mejor ser un país grande que uno pequeño”, “si os hacéis independientes Europa no os admitirá”, “si os hacéis independientes no podréis seguir teniendo la libra por moneda ni a la Reina como Jefe de Estado”) moviliza muchos resortes unionistas,  no pocos de ellos morales y/o pasionales (antiguos miembros de las Fuerzas Armadas británicas, etc.). Porque los argumentos sociales y económicos a favor de la independencia son de una nitidez palmaria.

En cualquier caso, algunas verdades son evidentes. El petróleo del Mar del Norte benefició mucho más a Londres que a Escocia. El Gobierno británico (laborista y conservador) demostró no ser fiable, al engañar a los escoceses sobre las enormes posibilidades que la riqueza del petróleo les abría. Europa tendrá que admitir una Escocia independiente como miembro de la UE, como tendría que hacerlo con Flandes o Catalunya el día de mañana (en cualquier caso se subrogarían en la condición de Estado miembro del antiguo Reino Unido). Escocia vivirá mejor administrando su riqueza sola sin socios poco fiables que les drenen sus recursos.

Sin embargo, a más de 14 meses del referéndum la decisión es muy dudosa. Ahora bien, nadie conoce mejor su propio pueblo como el SNP. Y Alex Salmond es, de lejos, el líder más popular de Escocia. La campaña Yes Scotland  está teniendo la virtud de plantear los debates en tono propositivo, presentando pros y contras e intentando ampliarla base social del nacionalismo a sectores mucho más fríos a su mensaje, históricamente, sobre todo en las grandes ciudades. 2014 promete ser apasionante.

Porque en 2014 será Escocia, pero pronto podría ser Flandes, Catalunya o Euskadi. Incluso,  en un futuro bastante más lejano, Gales o Galicia. Y la UE tendría que digerir cualquiera de dichas decisiones.

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