Europa se arriesga a una nueva ola de refugiados con la crisis de Ucrania

Un grupo de refugiados espera para ingresar a Alemania. / Twitter
Un grupo de refugiados espera para ingresar a Alemania. / Twitter
La crisis de Ucrania no es la última que tendrá que afrontar Occidente con Rusia. Los acuerdos de Dayton que ponían fin al conflicto territorial entre Bosnia y Herzegovina deben ser renovados. 
Europa se arriesga a una nueva ola de refugiados con la crisis de Ucrania

No se si somos conscientes, pero la explosión de un conflicto armado en Ucrania depararía una escalada en cadena y la salida de miles de refugiados hacia Alemania y resto de Europa. Lo vimos en otros puntos calientes del planeta anteriormente: Irak, Afganistán, Siria o Libia y en muchos de ellos tuvo su origen no por Rusia. La OTAN y Europa han de sopesar esta posibilidad y cómo afrontar su difícil gestión. Mientras eso ocurre, asistimos a una guerra de la propaganda por ambos bandos.

Si Europa ya se “ahoga” con la llegada masiva de refugiados vía marítima por el sur de Europa (entre ellos los asaltos a Ceuta y pateras a Canarias, Sicilia) o vía norte (desde Bielorrusia en territorio polaco o hasta hace poco en Austria y Hungría), qué haremos si se desata un estallido bélico en territorio ucraniano.

Parece que la invasión es inminente, según el Pentágono. La propaganda por ambos bandos prepara el juego. Esta crisis provocada, según unos, por la anexión rusa de parte del territorio ucraniano por temor a la amenaza de la OTAN en su frontera, recuerda a la crisis de la Bahía de los Chinos en los años 60. Asistimos como entonces a la diplomacia de la teoría de los juegos y al dilema del prisionero. El primero que actué según cómo puede provocar una reacción en cadena o terminar en tablas en el mejor de los casos.

El argumento que hace valer algunos analistas internacionales y del que se aprovecha la propaganda rusa es que Occidente es el culpable de amenazar la seguridad de Rusia por trasladar las fuerzas de la OTAN hasta las mismas fronteras rusas, incumpliendo las promesas con la caída del Muro de Berlín en 1989 de no extender jamás la Alianza Atlántica hasta la línea fronteriza del río Oder que separa Alemania de Polonia. En el ideario ruso, Europa debería volver a las fronteras de 1997 y retirar las tropas atlánticas de toda la antigua zona de influencia del Este europeo que conformaban el Pacto de Varsovia.

Moscú, a través de su controvertido presidente Vladimir Putin, no tiene excesivo interés en una guerra abierta con Occidente por Ucrania, cuando puede seguir actuando como en el pasado: con una política de hechos consumados con pasos cortos, como vivimos en 2014 con la aprehensión de la península de Crimea. La principal preocupación de Putin, pese a lo que se diga, no es militar sino económica. 

Y en esto coincide con Alemania, cuya diplomacia exterior es tildada de pasiva por no comprometerse militarmente como otros socios de la OTAN. Y es que el pasado histórico del antiguo Reich germano pesa mucho aún en el devenir actual de la política exterior germana.


LAS FOTOS ESNOBS RIDICULIZAN EL “PODER BLANDO” 

En España, hemos visto que salvo para una foto esnob con el teléfono descolgado como si estuviéramos arreglando la paz en el mundo, no pintamos nada. Por no pintar ni siquiera tienen el número de teléfono en la Moncloa para recabar nuestra opinión sobre la crisis atlántica más grande en lo que va de siglo. Aún más grave, ha puesto incluso en ridículo nuestro dogma en política exterior caracterizado por el “soft-power”, el poder blando de la diplomacia. 

En gran parte por culpa de los socios pro-Putin de Podemos, de quien se sospecha que también financió las arcas del partido podemita (comunista). Por otro, por nuestra continua indiferencia hacia la geopolítica internacional lastrada desde los últimos gobiernos de la democracia, tal vez por un complejo de inferioridad de casi todos los inquilinos en la Moncloa y que pasa factura injustificadamente al resto de los españoles.

A diferencia de España, tanto Berlín como Moscú apuestan en el fondo de la crisis ucraniana por asegurarse el provecho comercial de comprar y vender recursos naturales (gas) y gran cantidad de bienes de equipo que tanta falta hace en Rusia para poner a flote su economía. La Ostpolitik de Willy Brandt para contribuir a la distensión entre el Este y el Oeste, sigue primando entre algunos aliados de la UE en la Alianza Atlántica. Sólo que los tiempos han cambiado. 

Por eso Washington pide mayor protagonismo de sus socios europeos en la OTAN, cansado de tener que llevar la voz cantante en suelo europeo desde el final de la II Guerra Mundial por falta de consenso en el viejo continente. La tensión por Ucrania, según Moscú, le favorece porque ahonda la desunión europea y confía en su descomposición como le pasó en 1991 a la antigua URSS.

Por su parte, los ecopacifistas (Die Grünen) del nuevo gobierno de coalición del canciller socialdemócrata alemán Olaf Scholz difícilmente aprobarán una contienda militar de Alemania. Calculan que la llegada masiva de refugiados y exiliados ucranianos hacia Alemania, pondría sobre las cuerdas la paz social en el seno de la sociedad alemana y truncaría la recuperación europea que afronta tras la pandemia así como la propia estabilidad del gobierno tricolor. 

De la antigua Ostpolitik hemos pasado a la Tercera Confrontación Mundial (III CM) con el pretendido resurgir de Rusia como Imperio controlando sus antiguas repúblicas soviéticas caucásicas y euroasiáticas, una vez que China se afianza en el escenario como futura primera potencia mundial, empleando para ello Moscú otras armas blandas (ciberataques, financiación de procesos nacionalistas y populistas para desestabilizar Europa, fake news, dopaje de atletas en competiciones internacionales, envenenamiento de opositores, etc).

Como con la Bahía de los Cochinos en la isla de Cuba en los sesenta en tiempos de Kennedy, la actual tensión prebélica en Ucrania adquiere un nuevo dilema. EEUU por medio de la OTAN jamás podrá salir al rescate bélico en Ucrania por hoy, salvo con una resolución de las Naciones Unidas, porque no es un país miembro de la Alianza Atlántica. Y este hecho es aprovechado por Rusia para tensionar la cuerda. 

Putin teme no tanto los misiles atlánticos cerca de su frontera sino perder el control por el mar de sus gasoductos en suelo ucraniano e importante fuente de divisas. Es lo que eufemísticamente denomina nueva “arquitectura de seguridad internacional”, que no es otra cosa que apartar toda sombra de influencia política y militar de EEUU (vía OTAN y Europa) sobre cualquier vestigio de la ex Europa oriental.

El presidente ruso  se niega a  que Ucrania ingrese en la OTAN y se instalen allí misiles apuntándoles. Esa es una amenaza imaginaria, porque también podrían apuntar desde cualquier punto del mar Báltico o el  Mediterrameo por el alcance de las actuales armas balísticas nucleares.

Occidente sin embargo ha entrado de lleno en el juego ruso y puesto de manifiesto una vez más la desunión de Europa y la misma OTAN. Tras el estrepitoso fracaso de la retirada reciente de las tropas norteamericanas en Afganistán, Joe Biden vive horas bajas que intenta compensar enseñando músculo en el conflicto de la antigua república soviética.

Rusia sin perder el tiempo en geoestrategia está diversificando otras vías de suministro de gas a Occidente tanto por el norte (Nord Stream 2 para Alemania) como por el sur desde Turquía (este último, país atlantista). Europa con “una insaciable sed de gas ruso”  como titulaba hace unos días el diario The Wall Street Journal, es la última interesada en una escalada de la crisis.

Poco se habla en esta crisis del rol del presidente turco Recep Erdogan y de la China de Xi Jinping. En este juego de fuerzas, no es descartable que Moscú cada vez más busque el acercamiento de Pekín para precipitar  el destrono de Norteamérica.

Sí se cargan las pilas sobre la desunión europea una vez más, cuando no de la “pasividad” de la nueva Alemania con Olaf Scholz como canciller. Este se defiende afirmando que hay que buscar una respuesta conjunta de los socios europeos dirigida a Moscú. Lo mismo podríamos afirmar del alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, cuyo nulo protagonismo es más propio de la diplomacia española que del rango que ocupa en nombre de toda la Unión.

Sin embargo París, Londres, Varsovia y hasta Ankara han puesto en marcha su maquinaria diplomática mientras Berlín se refugia en la foto de grupo con el “formato Normandía” (integrado por Francia, Alemania, Rusia y la propia Ucrania) para no levantar recelos por su pasado histórico que aún pesa como una losa. 

La diplomacia de Berlín se ha caracterizado por seguir una política exterior más pragmática prestando ayuda financiera, técnica y comercial a ciertos países como Ucrania para no poner en peligro las exportaciones “Made in Germany”, mientras niega la asistencia militar a Kiev. Sin embargo, este argumento cae en descrédito puesto que Berlín no recela de vender armamento a las repúblicas bálticas, Turquía, Egipto, Qatar, EAU o Kuwait entre otros muchos, siendo una de las potencias que más armas vendió el año pasado en el mundo por un importe récord de 9.000 millones de euros, susceptibles de que parte de ese armamento se reexporte a Ucrania.

Según la propaganda occidental, Putin persigue para Rusia la gloria perdida tras el fin de la guerra fría y el colapso de todo el Este comunista. De acuerdo a la propaganda pro-rusa que se vierte en medios occidentales,  Occidente está alimentando una mayor escalada después de darse a conocer ciertos videos por la prensa norteamericana donde supuestamente Rusia estaría tramando provocaciones para invadir Ucrania y justificar la intervención americana. 

Hay quien además critica que España a través del diario El País haya filtrado una presunta negativa de EEUU y la OTAN para lograr un acuerdo de seguridad en Europa con Rusia. Más de uno se pregunta el origen de esas filtraciones al diario español y la intencionalidad de la misma. El mismo director de la Conferencia de Seguridad Internacional en Munich, Wolfgang Ischinger, admitía en una entrevista estos días que “desde la óptica rusa es Occidente quien está provocando el conflicto por Ucrania”. 


ESPAÑA, DE NUEVO AUSENTE DEL CONFLICTO 

Es curioso que Occidente ponga ahora tanto énfasis en la crisis por el territorio de Ucrania (después de haber perdido Crimea y Donbás sin reacción de la opinión pública internacional), y sin embargo seguimos haciendo la vista gorda a otros puntos calientes en el planeta más flagrantes como: la guerra en Yemén, Siria, el conflicto del Sahara Occidental, Palestina, las amenazas de China sobre Hong Kong, o las dictaduras en Latinoamericana que tanto pretenden emular los socios de Pedro Sánchez en España,  por no mencionar el infame papel pasado de Europa en la antigua guerra en los Balcanes (ex Yugoslavia) o la reciente huida de la OTAN de Afganistán devolviendo el poder a los talibanes que durante años amenazaron a los occidentales.

También olvidamos que EEUU invadió dos veces Afganistán e Irak para contener “las fuerzas del mal” en los últimos 20 años. Algún temor fundado parece tener Rusia respecto al ingreso de Ucrania en la OTAN.

Agarrarse en España  al argumento de la no alienación y la neutralidad de Ucrania como formularon desde una parte del ejecutivo español para quitar hierro a la crisis actual con Rusia es un brindis al sol. Ucrania tras el colapso de la URSS fue neutral y se ganó precisamente  el disgusto de perder la península de Crimea por parte sus “hermanos” rusos sin que Occidente/Europa alterara en el fondo el espíritu del “Business as usual”. La “neutralidad” de Austria tampoco le salvó del Anschluss (anexión) nazi en la gran guerra.

Y mientras resolvemos la crisis ucraniana, el próximo conflicto lo veremos en Bosnia y Herzegovina cuando en noviembre toque discutir la renovación de las tropas EUFOR (procedentes fundamentalmente de Austria, Hungría y Turquía  para proteger sus fronteras con sus fuerzas de paz) como resultado de los Acuerdos de Dayton en 1995, pero con el veto de Moscú ya adelantado, por el mismo razonamiento que nos enfrenta hoy con Ucrania. @mundiario

 

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