¿Están ustedes exentos del embargo de bienes a favor del Estado si se saltan la ley a la torera?

Cataluña. / Manel Vizoso
Cataluña. / Manel Vizoso

Por lo que venimos viendo, sí hay ciudadanos privilegiados que lo están, al menos de momento.

¿Están ustedes exentos del embargo de bienes a favor del Estado si se saltan la ley a la torera?

¿Se les ha ocurrido alguna vez insultar a un inspector de hacienda, policía municipal, alcalde de su ciudad o al vigilante de la zona azul? No le sugiero que haga la prueba, porque los resultados serían, como mínimo, petición de DNI, denuncia y proceso por desacato.

Pero a algunos ciudadanos les sale gratis ciscarse en la ley, amenazar, chantajear, insultar, profanar, provocar, infringir ... y añadan todas las acciones perversas que se les ocurran. Hay un plus de gravedad cuando estas acciones se dirigen contra jueces, Tribunal Constitucional, Gobierno, Jefe del Estado, cuerpos de seguridad del Estado, “españolistas” –curiosa y lamentable forma de insultar–, símbolos nacionales y, en general, contra todo  lo que huele a España.

Si alguien se lo recrimina, acuden a argumentos como opresión del Estado español  y a los derechos  de autodeterminación y libre expresión de opiniones. Si alguno de estos ultrajes llega a los tribunales, estos recurren con frecuencia a la manida, tergiversada  y, por lo tanto, desprestigiada libertad de expresión.

Así ha sucedido durante años con los movimientos nacionalistas, separatistas, secesionistas o como los quieran llamar, merced al pasteleo entre partidos nacionalistas y estatales, para gobernar; componendas entre las que habría que incluir una actitud un tanto  sospechosa ante determinados  supuestos de escandalosa corrupción, tal vez utilizados como moneda de cambio en la trastienda de la pastelería.

Parece que la fiscalía –tarde, mal y a rastras- iniciará una querella contra Puigdemont y los miembros de su gobierno, en la que pedirá fianza o embargo de sus bienes personales; y para un catalán, como para cualquier ciudadano, las ideas son las ideas, pero “la pela es la pela”. 

Esta vía del pragmatismo puede ser la solución, pero ¿era necesario llegar hasta aquí?, ¿deberían haber actuado antes para evitar la crispación actual?

Cuando se escucha en las tertulias a algunos líderes políticos ya retirados, que hoy son más “españolistas” que nadie, yo me pregunto: ¿dónde estaban hace unos años cuando capitulaban-pasteleaban con descaro con los gobiernos catalán y vasco en materia de estatutos de autonomía, transferencias de competencias y dineros y mercadeo de votos?

Más vale tarde que nunca es un triste consuelo.

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