¿Necesitamos leer más y tuitear menos o leer mucho antes de tuitear?

Captura del Twitter de Mundiario. / Twitter
Captura del Twitter de Mundiario. / Twitter

A la frivolidad, amiga íntima de las redes sociales, debemos tratarla con cautela e intentar ahuyentarla de la vida política, según la opinión de esta autora.

¿Necesitamos leer más y tuitear menos o leer mucho antes de tuitear?

En estos tiempos ciberespaciales en los que el estado de whatsapp de un político condiciona una entrevista, una tertulia política y hasta puede llegar a condicionar la estabilidad de un país, conviene pararse a pensar, conviene reflexionar e intentar entender esta convivencia con la tecnología, atender lo urgente, no descuidar lo importante y descartar las frivolidades, pues la frivolidad es uno de los estados, (y no me refiero al de whatsapp) que más daño hace a la política.

Yo, que me confieso tecnoadicta, no precisamente en mis ratos libres, debo decir que necesitamos mucho sentido común e incluso espacios didácticos que orienten a los usuarios, que les ayuden a seleccionar la información y a aprender a publicarla. Necesitamos criterio, necesitamos leer más y tuitear menos o leer mucho antes de tuitear.

Ese populismo del que tanto se habla es una manifestación pública de la frivolidad y un político frívolo es una persona que no concede a las cosas la importancia que merecen, no las hace con la seriedad, el sentimiento o el interés requeridos y solo piensa en el aspecto divertido o lúdico de la vida.

Los que creemos en la política, los que consideramos la política una actividad orientada al servicio público, un ejercico muy digno y de una responsabilidad muy elevada, esos, que somos muchos, rechazamos de lleno la frivolidad y el populismo.

Huír de la frivolidad y del populismo es lo difícil, requiere esfuerzo, compromiso, responsabilidad. Y eso, en una sociedad donde un tuit y un estado de whatsapp pueden modificar portadas de periódicos cada vez es menos controlable.

Por eso creo que las personas que nos dedicamos a la vida pública tenemos que hacer un esfuerzo por entender cómo se intercambian los mensajes en esta sociedad interconectada, cómo se interpretan los gestos, la importancia de lo que decimos y hacemos y aprender a publicar información en las redes sociales, así como hacernos responsables de lo que publicamos.

Lo de jugar al despiste, lo de provocar, lo de “donde dije digo, digo diego” y demás ya no cuela y resulta muy frívolo e irresponsable cuando hablamos de temas de Estado, cuando tenemos entre manos la responsabilidad de decidir el futuro de un país.

A la frivolidad, amiga íntima de las redes sociales, debemos tratarla con cautela e intentar ahuyentarla de la vida política.

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