El espionaje policial, entre los hechos más graves ocurridos en la historia democrática

Pablo Iglesias, líder de Podemos. / RRSS
Pablo Iglesias, líder de Podemos. / RRSS

El PP desde el Gobierno ordenó espiar a los soberanistas catalanes y a Podemos, como el PSOE desde el mismo Gobierno creó el GAL. La actuación de las cloacas del Estado es letal para la democracia, pero aún peor es la indiferencia.

El espionaje policial, entre los hechos más graves ocurridos en la historia democrática

Desde el Gobierno del Estado, el PP ordenó espiar a los soberanistas catalanes y a Podemos, como el PSOE desde el mismo Gobierno creó el GAL. La actuación de las cloacas del Estado es letal para la democracia, pero aún peor es la indiferencia, cuando no la  pasiva comprensión, con la que millones de españoles asumen estas gravísimas conductas.

Felipe González dijo un día  que al Estado hace falta defenderlo también desde las alcantarillas. Desde luego algunos de sus más allegados colaboradores (disculparán que no vaya más allá mientras no haya pruebas) aprendieron bien la lección. Recuerden el GAL.

Se institucionalizó entonces un sistema corrupto basado en la Ley de Secretos Oficiales y en los fondos reservados que podían quizás tener un sentido frente a una amenaza exterior o al magmático terrorismo islamista. Para ser más precisos, cristalizó bajo una formal y nunca ejercida supervisión parlamentaria el sistema del primer ministro de facto franquista, Carrero Blanco.

Pasó la crisis del GAL con penas muy cortas de cárcel para los principales delincuentes confesos, Barrionuevo y Vera. Bastantes años después, un Gobierno basado también en otra mayoría absoluta de la otra rama del bipartidismo dinástico, el PP, generó un equipo policial con sus antenas mediáticas para desprestigiar a los entonces líderes del soberanismo catalán (2014-2015) cuando Artur Màs convocaba  la consulta ciudadana del  9- N de 2014. Pretextaron en falso delitos de corrupción (nunca acusados formalmente) al entonces President y al alcalde de Barcelona Xavier Trías. Buena parte de la derrota electoral de éste a favor de la alcaldesa Ada Colau en mayo de 2015 se explica por esta reacción policial desde las alcantarillas del Estado. Recuerdan aquella conversación del entonces ministro del Interior con el comisionado anticorrupción del Parlament conspirando contra la sanidad y el bienestar catalanes porque  después “la Fiscalía te lo afina”?

Pablo Iglesias descubrió como juegan las cloacas del Estado y acaso se arrepiente ahora de liquidar el potencial de transformación que tenía el movimiento 15- M para consolidar un proyecto personalista, piramidal y españolista en vez de hacer conectar el progresismo español con las fuerzas soberanistas y territoriales del Estado. Lo cierto es que cuándo espiaron y desprestigiaron a otros guardó silencio.

En una democracia hay que luchar judicial y policialmente contra sus enemigos, que son sólo los que quieren violentamente acabar con las libertades. Pero espiar y desprestigiar partidos legales (hoy Podemos, ayer los partidos soberanistas catalanes,  mañana los gallegos o vascos) rompe las reglas del juego democráticas y desprestigia el propio Estado. Sin embargo, lo que más malestar genera es la normalidad con la que millones de españoles asumen el hecho probado de que docenas de millones de euros destinados a tareas de protección ciudadana (policía, información y contrainformación…) se malversen en perjuicio de opciones legítimas y democráticas para favorecer a las fuerzas adictas al Deep State. A las fuerzas adictas a la misma  Corona que cuestionan los espiados. @mundiario

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