Los españoles tenemos hoy corazones de pájaros asustados

El autor opina sobre la realidad que sobreviene al pueblo español el 26J y sobre el último barómetro de estimación de voto del CIS.

Los españoles tenemos hoy corazones de pájaros asustados

Después del ya enterrado fracaso de las elecciones del 20-D, se inicia en España la carrera para alcanzar los mejores puestos, en el encuentro final del 26-J. En este aciago tiempo pasado hemos sufridos muchas sorpresas en este país. Por mejor decir, es cierto que ahora conocemos a los políticos algo mejor que antes, pues en algún descuido por su parte se han destapado la caja de los truenos. Del mismo modo que se han despegado demasiadas caretas. Y se ha podido ver la cara de la verdad. Y lo que, al menos a mí, no nos ha gustado nada.

Cierto es también que muchos candidatos han rebajado lastre a sus discursos, por lo que se les ve más ágiles, a la vez que usan más equilibrio entre lo que se piensa y lo que se dice. Entre lo que prometían hacer cuando estuviesen en el Gobierno, y lo que ahora dicen que harán. Los galimatías han alcanzado mejor forma y hasta parecen tener un más bello atractivo y claridad. Es tan claro que hasta los más indiferentes han exprimido la mejor naranja, por lo que es posible que hasta tenga mejor sabor. Pero, si se coincidía en lo fundamental, ¿por qué no hacer un pequeño esfuerzo más y llegar al acuerdo total, al objeto de unir fuerzas dinámicas  convergentes.

Sea como fuere, lo cierto es que, pese a todo, si miramos la última encuesta del CIS, parecería que apenas se han movido fichas en el tableo del ajedrez político, ya que bien podrían decirse que todo está como estaba. A decir verdad, algo tristemente penoso y desesperanzador pues algunas palabras tenían un cierto olor a podredumbre, y porque este esfuerzo a muy pocos les sale bien.

Esperemos que los ciudadanos sean más generosos; ellos, que han ido analizando palabra por palabra todo lo que han dicho y hecho cada uno de los partidos políticos, y que hayan creado ilusión en los ciudadanos. ¿Qué han percibido los empresarios –ese grupo de hombres y de familias- para señalar a este o aquel partido, ofreciéndoles su voto? ¿Qué, en jornadas pasadas, se ha dicho sobre la sanidad? ¿Qué sobre la educación, y las materias que por nefastas se han de cambiar?

Y volviendo al CIS, miedo me da el ajedrez que nos ha presentado. Creo que la mayoría de los españoles ‘siente un cierto repelús’ ante tanta indiferencia, a veces espolvoreada de una cierta grosería caduca.

Basándonos en estos hechos aportados por el CIS, pienso que los españoles somos más diferentes de lo que un principio parecíamos. De la unidad -40 años franquistas-, hemos dado un salto de gigante, capaz de convertirnos en 47 millones de españoles que no sabemos a dónde vamos; y si lo sabemos, ignoramos quién serán sus compañeros de viaje. Algo insólito. Caso único, a mi ver.

Parte de culpa es de los votantes, que escuchan a los políticos. Pero luego, entre nosotros, no somos capaces de debatir sin  perder los nervios. Y ahí está parte del mal. Los españoles tenemos hoy corazones de pájaros asustados.

Y si más arriba hablaba de la caja de los truenos, lo dicho no es un recurso para cerrar este artículo, sino un aviso a navegantes.

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