'Caso Sacyr': Los españoles se consideran solidarios pero no borregos

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.

Quizás porque los españolitos de a pie cargaron con el peso de la deuda contraida exigen ahora al presidente Rajoy que evite que Sacyr dañe la imagen de España.

'Caso Sacyr': Los españoles se consideran solidarios pero no borregos

Sus Majestades los Reyes Magos, a la hora de escribir este comentario, están ya descansando. Sus pinches, que seguramente fueron contratados por horas, recomendados por algún otro monarca, porque los de Oriente no se fían de las oficinas de empleo ni de las instituciones que han podido formar a los que nutren sus listas de paro, cuando realmente necesitaban más las ayudas del Gobierno para su propia financiación que para la organización de los cursos demandados, también. Tras los triunfalistas datos de reducción del paro facilitados por el SEPE (Servicio Público de Empleo) cuando el país sigue destruyendo empleo, ¿quién puede fiarse de ese organismo estatal o de sus homólogos autonómicos? Qué las cifras de demandantes de empleo siempre se maquillaron, tanto por unos como por otros, ningún iniciado lo pone en duda; pero  cuando el número de parados disminuye y el de afiliados a la Seguridad Social no se incrementa en la misma proporción, algo va mal y, por tanto, sobran los triunfalismos, por reducen el valor positivo de esos datos, que lo tienen, aun que no en la dimensión que le dan los políticos de turno, que , por razones inconfesables, siguen pensando que, los mayores, por acudir a los desfiles de los Reyes de Oriente, siguen creyendo en ellos.

Por creencias de este tipo, todos los años, este 2014 especialmente, se presentan con los mismos problemas de los anteriores. La corrupción, la crisis económica y financiera, política y social, el paro, la indiferencia de la población ante acontecimientos de gran transcendencia para el futuro de España, las deficiencias en las prestaciones de los servicios básicos y  universales, etc. llegaron a este país hace varios años y no se han ido a pesar de la infinidad de ocasiones en las que, políticos que, más tarde llegaron incluso a capitanear el Gobierno de la nación, prometieron su solución.

Al igual que los Reyes de Oriente no creen en instituciones y servicios españoles, los ciudadanos de este país, después de lo que se les ha dicho sobre la crisis, las reformas de miles de millones de cosas de sus estructuras básicas tanto por el Gobierno del Estado como por los presidentes de autonómicos, en sus discursos de finales del año 2013, siguen perdiendo la credibilidad que aún les quedaba en sus políticos. Las últimas encuestas lo ratifican. Y si las cosas no cambian, cosa que no se espera porque se acaba en entrar en un largo período electoral, se perderán totalmente la credibilidad, la confianza y la esperanza en un mundo mejor y más justo para todos. Solo “la verdad hará a los hombres libres”, escribía el evangelista San Juan. Y los españoles solo quieren ser ciudadanos libres, porque niños ya lo fueron.

Es cierto que en los últimos 18 meses, el Gobierno de Rajoy, y él personalmente más, han trabajado duramente para que España cambiara su imagen  exterior. Tanto el ministro  de Exteriores, como el de Economía, han dado el do de pecho para que los líderes occidentales creyesen en lo que se estaba haciendo. Les interesaba mucho porque conseguirlo era tanto como dejar de arrodillarse a sus píes; al fin y al cabo estaban haciendo en el interior, todo lo que les recomendaban u ordenaban en el exterior. Y es verdad qué lo hicieron aún perjudicando, al menos de momento, a casi todos los ciudadanos. Al parecer era lo que había que pagar por los desmanes. Quizás porque todos los españolitos de a píe cargaron con el mayor peso de la deuda contraída, exigen ahora, que con esa misma energía, ese  Gobierno no tolere que una empresa privada, llámese Sacyr o cualquier otra, dañe la imagen conseguida. Es cierto que los modificados hicieron riquísimos a muchos constructores; pero si las instituciones y los políticos han perdido su credibilidad por “amaños” de este calibre, los españoles, a partir de ya, con toda su fuerza, han de decir basta: solidarios sí, pero borregos, no.

De 2014 se esperan algo más que palabras sin contenido.

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