España, entre la pitonisa Soraya y los oráculos de La Moncloa
En España, el Gobierno siempre deja para mañana lo que podría hacer hoy, mientras que la oposición está obsesionada con hacer hoy lo que podría presentar mañana.
El Gobierno siempre deja para mañana lo que podría hacer hoy; la oposición está obsesionada con hacer hoy lo que podría presentar mañana, con más eficiencia, análisis menos obsolescentes y argumentos de mayor calado en la opinión pública. Esperando la “recuperación”, je, atrapados entre un Rajoy al ralentí y un Rubalcaba atolondrado.
Los viernes, todos los viernes, Director, se nos aparece Soraya Saenz de Santamaría, Nuestra Señora de los Afligidos, anunciado acuerdos del Consejo de Ministros como si fuesen talmente milagros. Milagros que se van a producir en diferido, naturalmente.
Se conoce que el PP ha renunciado al estricto directo y va a ofrecer toda su gestión en diferido: alcanzar el punto de inflexión entre la recesión y el crecimiento, el punto de ebullición de la creación de empleo neto, la convergencia de déficit con Europa, un nuevo maná económico español o una tierra prometida en la que bajen los impuestos. Asunto, este último, que pasa inexorablemente por la posibilidad de que Cristóbal Montoro, ese insaciable Saulo recaudador que cabalga frenéticamente por su peculiar camino de Damasco, se caiga de una p. vez del caballo cegado por una luz o derribado por un milagroso decreto del BOE.
Un gobierno al ralentí, una oposición atolondrada y un pueblo esquizofrénico pidiendo cita al psiquiatra.- Tanto reírnos del “despido en diferido” de Barcenas que nos desveló María Dolores de Cospedal, y resulta que no era una ocurrencia de la peculiar Secretaria General, sino la más pura esencia del manual de política ejecutiva, legislativa, judicial y partidaria del PP de Mariano. Estos chicos han decidido dejar siempre para mañana lo que podrían hacer hoy, como los chicos de Rubalcaba está empeñados en hacer hoy lo que podrían dejar perfectamente para mañana, a ver si me entiendes. Y, claro, entre la parsimonia al ralentí de unos y el patológico atolondramiento de otros, cada día hay más españoles que ayer pero menos que mañana reuniendo unos ahorrillos para visitar al psiquiatra:
- ¡Se me aparecen por las noches, doctor, Rajoy y Rubalcaba, Rubalcaba y Rajoy, tejiendo y destejiendo la esperanza de España como si fuese la historia interminable del velo de Penélope…!
Ya les he dicho yo que, mientras tanto, sigan desahogándose con los encuestadores del CIS. Sobre todo, porque les sale gratis.
Un país con complejos de Narciso, de Edipo y de Electra.- Pero está claro que los españoles echan de menos un diván. Están hartos de los intrusos que hacen psicoanálisis en El País, El Mundo, La Razón, ABC, o de los traductores de intrusos que hacen psicoanálisis en Wall Street Journal, The Economist, New Yok Times, The Guardian y demás consultorios de esos de papel. Han llegado a ese punto sin retorno en el que le quedan dos posibilidades terapéuticas para afrontar su depresión colectiva e individual. Una, de naturaleza paliativa, sentarse en la butaca ante Toñi Moreno, la Mary Poppins de TVE, y soñar con la posibilidad de que esto, “supercalifragisticoespialidoso”, tenga solución “Entre todos”. La otra, de naturaleza profesional y facultativa, tumbarse en el diván de un Freud español y remontarse a los últimos 400 años de historia, de dónde venimos, quiénes somos, a dónde vamos, a ver si descubren 47 millones de frustrados Narcisos surgidos de aquella España donde jamás se ponía el sol, ¿recuerdas?, o Electras y Edipos nacionalistas afectados por una subconsciente relación amor-odio con papá Estado y mamá España.
O nos recuperamos todos o pinchamos la pelota… El problema es que la psicoanalista oficial del sistema de salud público, universal y gratuito, siempre es la Vice de turno del Gobierno. Que aquellos viernes de izquierdas te salía De la Vega anunciando que España jugaba en la Champions o la Salgado, en pleno trance, vislumbrando brotes verdes, y estos viernes de derechas te sale la Santamaría, con De Guindos al timón de La Pinta y Montoro al timón de La Niña, descubriéndonos el nuevo mundo de los “Presupuestos de la recuperación” ¿La recuperación de quiénes, de cuántos, de cómo, de cuándo, eh? ¿Una fría e impersonal macrorecuperación ante Dios, perdón, Merkel, Europa y los mercados o un cálido y personal conjunto de microrecuperaciones para mi pueblo y mi gente? Porque esa es la cuestión, Soraya, tía. Aquí, o nos recuperamos todos o acabamos pinchando la pelota. Luego que no digan que no se ha avisado.
Cada viernes se nos queda más cara de tontos.- Hubo un tiempo en el que los viernes, vísperas de “weekend” y de cosa, los españoles que todavía no padecían el dramático síndrome de los “lunes al sol” se levantaban dispuestos a comerse el mundo durante las 72 horas siguientes. ¡Sábado, sabadete…! Ahora, verás, nos levantamos resignados a escuchar la correspondiente reseña-oráculo del Consejo de Ministros, bla, bla, bla, y afrontar el fin de semana, otro más, ¡tantos!, intentando disimular la cara de tontos que se nos queda. La verdad es que ha sido pasar ZP y Rajoy por La Moncloa y, chico, los Ministerios de toda la vida se han convertido talmente en inquietantes Misterios: de Sanidad, de Educación, de Trabajo, de Justicia, de Economía, de Hacienda, cada uno con sus incongruencias, dirigidos por tipos cada vez más incongruentes. Yo propongo que a eso de los viernes se le llame Consejo de Misterios. Por una cuestión de racionalidad semántica, y porque facilitaría un horror el trabajo de la pobre señora Vicepresidenta a la hora de hacer sus reseñas y trasladar a los chicos de la prensa profecías, adivinanzas y predicciones que ni siquiera osaría hacer una echadora de cartas.
Pero, bueno, a lo que íbamos. Que ha vuelto la sabina Soraya a transmitirnos el oráculo de La Moncloa de cada viernes. Eso es moral, y no la que siempre se le atribuye al pobre Alcoyano. Digo yo que, algún día, en una de esas ruedas de prensa con vocación de diferido, podría salir anunciando una “rotación” del equipo de gobierno que está llegando exhausto y sin ideas al ecuador de la legislatura. Que Rajoy se ha apuntado al fin a la doctrina de Ancelotti y el Tata Martino, en vez de seguir haciendo el Don Tancredo, y ha decidido sentar en el banquillo a alguno de sus titulares tan indiscutibles para él y tan discutidos por la opinión pública y una parte de la opinión publicada. ¡Renovarse o morir, Mariano!