20 de noviembre, necrológico y fantasmal: lo que España no necesita

El triunfo de la muerte. / Pieter Brueghel el Viejo
El triunfo de la muerte. / Pieter Brueghel el Viejo

Tres años después de su fatídico 20-N, le votarían a Rajoy apenas el 11,7% de los españoles que tanto le llenan la boca: cuatro millones de ciudadanos, de modo que ha perdido seis millones de votos.

20 de noviembre, necrológico y fantasmal: lo que España no necesita

Tres años después de su fatídico 20-N, le votarían a Rajoy apenas el 11,7% de los españoles que tanto le llenan la boca: cuatro millones de ciudadanos, de modo que ha perdido seis millones de votos.

Todos los días son iguales de buenos para morir, pero ninguno tan fatídico como el 20N. Tal día como hoy murieron Franco, José Antonio Primo de Rivera, Durruti y… la duquesa de Alba: “Allí van los señoríos derechos a se acabar e consumir”.

Mariano Rajoy, y todos cuantos frecuentan las ubres del poder, deberían tener como libro de cabecera las Coplas de Jorge Manrique, como los estudiantes de Medicina tienen sobre la mesa la calavera de Hamlet: memento homo, Presidente, quia pulvis es et in pulverem reverteris (políticamente hablando; en lo personal, mis mejores deseos).

Considere usted, Presidente, que hoy hace tres años que 10.830.693 españoles dieron su voto a un partido, una candidatura y un programa, Lo que España necesita, cuya primera línea, firmada por Mariano Rajoy, decía: “El cambio en España ya no puede esperar”. Le votaron a usted 10,8 millones de un censo de 35.779.491, de manera que 24.912.925 ciudadanos no votaron al PP el 20N de 2012. Es lo que se dice, dos y pico de cada tres, un “rotundo fracaso” diría usted, como en Cataluña, o mayor aún si apuramos el cálculo.

Una ley electoral tramposa llama “mayoría absoluta” a disponer de menos de un tercio del apoyo ciudadano y, al grito ¡Dejadme solo!, usted ha creído que puede aplicar sus recetas a los 25 millones de españoles que no le han votado en 2012 y que tampoco le votarían hoy, si se confirman los análisis del CIS y todos los barómetros demoscópicos de la legislatura, sin excepción. Va usted de mal en peor, cuesta abajo y sin frenos, y como los pésimos estudiantes, suspende con un 2,3 morrocotudo, mientras un 80% de la población piensa que su gestión y la situación del país son malas o muy malas.

Usted y su gobierno no han resuelto el problema del paro, “un drama social sin precedentes”, decía su programa, sino que lo han aumentado: del 21,5% (última EPA Zapatero), ha pasado usted al 25,8% que Bruselas prevé en 2015 y se irá, “nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar”, con el dudoso honor de dejar tras de sí 5.457.000 parados (EPA 3T 2014).

Se irá en otoño de 2015, o antes si entra en erupción el volcán catalán, dejando una sociedad asqueada por el ébola de la corrupción que infecta a casi todos, pero a usted y los suyos más. Se irá sin haber tocado la reforma local, ni los monopolios eléctricos, con la educación desconcertada por la NoLey Wert, con “la mejor sanidad del mundo” cabreada e insultada, o con 30.000 desahucios al año, uno cada quince minutos.

En este tiempo solo ha contentado usted a la Banca, pero ni siquiera ha resuelto la macroeconomía esa de que tanto presume: “La deuda actual asciende a 700.000 millones de euros” (pág. 30 de su Programa 2011). Usted la ha subido a más de 1.000.000 de euros, el récord histórico. “La deuda pública española ha aumentado 22,9 puntos del PIB entre diciembre de 2011 y septiembre de 2013”, escribió el economista Taguas poco antes de morir.

En resumen, tres años después de su fatídico 20N, le votarían a usted apenas el 11,7% de los españoles que tanto le llenan la boca: cuatro millones de ciudadanos, de modo que su partido ha perdido seis millones de votos, a razón de dos millones por año. ¡Ánimo!, un añito más y al acabar la legislatura podrá disputar usted el farolillo rojo a Pedro Sánchez, que ayer nos dejó boquiabiertos a todos proclamando en el Congreso que “vivimos en la mejor de las Españas posibles”.

Con semejante hooligan, no me extraña que esté usted crecido y sacuda querellas a diestro y siniestro, pero créame, su problema, el suyo y el del PP, es que treinta millones de ciudadanos ya saben “Lo que España no necesita”. Nuestro problema, el de este país, es que no se vislumbra en el horizonte nada ni nadie que nos diga de verdad Lo que España necesita. Triste 20 de noviembre, necrológico y fantasmal: se lleva a los Grandes de España y hace morder el polvo a los poderosos. @ValentinCarrera

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