Tras 40 años de franquismo en España, muchos se han olvidado demasiado pronto

Uno de los leones a la entrada de las Cortes. / Cortes Generales
Uno de los leones a la entrada de las Cortes.
Igual que el médico es para el hombre, el politólogo debe de ser para la sociedad. No se trata de una visión elitista de la democracia, sino efectiva del ejercicio del poder. ¿Nos animamos?
Tras 40 años de franquismo en España, muchos se han olvidado demasiado pronto

A lo largo de esta crisis que nos azota y que ya parece endémica, mucho se ha hablado y debatido acerca de soluciones, salidas, proyectos y promesas económicas dejando a un lado el aspecto político y social del momento que estamos viviendo. Y una de las causas que nos han empujado hasta aquí es el haber creído que la economía y el crecimiento del PIB estaban por encima de la política, cuando en realidad el poder y el dinero se manejan a través de la política. No existe un mundo apolítico donde solamente el mercado impere y regule los países, y quienes nos quien hacer creer esto es porque, en el fondo, desprecian a toda sociedad civil y ven la democracia únicamente como un instrumento para manipular y someter legalmente a los ciudadanos.

Uno de los pilares que más se están tambaleando con la crisis y que se sitúa en el centro de las reformas fruto de la ingeniería política que está perpetrando el PP se encuentra en la educación. Es verdad que la derecha quiere la reforma de la educación, en parte, porque es profundamente clasista, pero no debemos olvidar que para el PP la mala o escasa educación del hoy serán, con casi toda seguridad, sus votos del mañana. No de otra manera puede ser hegemónico un partido que entiende la política como una cuestión de fe y la explica a sus votantes como si se tratase de un destino teleológico ante el cual no podemos hacer otra cosa que resignarnos y comprender que la derecha siempre nos azota en el culo por nuestro bien. La derecha quiere transformar España en un país escéptico, resignado y pobre. Como con Franco, pero con la novedad de la pobreza, ya que han entendido que a mayor igualdad de rentas, a menor coeficiente Gini, más libres están las cabezas para ser críticas porque no tienen que pensar en comer o darles de comer a sus hijos.

Pero yo, sin embargo, voy más allá. Mucho nos hablan del fracaso escolar y del modelo educativo en España, que no funciona según el Gobierno. Realmente España presenta unas tasas de fracaso escolar muy elevadas en comparación con la UE-15, pero en los últimos años estas se han reducido. Lo que no dicen, por ejemplo, es que España está muy por encima de la media en población que han terminado estudios de educación superior (31,60% frente al 28,20 de la UE-15) o que la tasa de paro de los españoles con estudios universitarios duplica a la media europea (12,7 frente al 5,7), porque esto quiere decir que no hemos sabido crear una sociedad que dé cabida a sus ciudadanos formados. Y si esto ya era así antes de la crisis, en la actualidad no hace falta que expliquemos la ecuación. En el fondo esto a la derecha le ayuda en su objetivo de hacer de España un asilo nacional low cost para que vengan los jubilados alemanes a que les limpiemos el culo por 500 euros mientras los empresarios de siempre se hacen cada vez más ricos.

Ante esto, claro, el tema de la educación es crucial, pero sobre todo en un sentido que nadie ha planteado aún: la educación política de los españoles. Ya no hablo de la cultura política que Almond y Verba teorizaron y, en parte, cuantificaron, sino de la cultura política como conocimiento teórico para que todo español tenga una base y no pueda ser manipulado por el primer político que aparezca a su antojo y conveniencia. En España existe una incultura política oceánica, y cuando digo en España me refiero también a la mayoría de sus políticos que no tienen ni idea ni de política, ni de historia y saben, a duras penas, algo de geografía.

No solamente hemos llegado a donde estamos por malas políticas o gastos excesivos, sino también porque hemos sido gobernados, a todos los niveles, por políticos que no tenían apenas nivel formativo ni conocimiento preciso del funcionamiento del gobierno. Para ser un buen político hay que tener conocimientos y alma, y en la actualidad la mayoría que nos gobiernan no tienen ni una cosa ni la otra.

Por esto mismo aparece una revolución pendiente para nuestro país que sería un paso importante para corregir muchas disfunciones públicas: la revolución de los politólogos. ¿Para qué sirven los politólogos? Una gran pregunta que muchos podrían hacerse si no sucumben antes a la pregunta más habitual: ¿qué es un politólogo? Y yo lo diré de una manera muy sencilla: un politólogo es a la sociedad lo que el médico a la persona.

Es evidente que, igual que entre los médicos, existen politólogos necios, malos, incompetentes o que prefieren donar su talento a la obra del mal. De eso no cabe duda. Pero la mayoría pertenecemos a un grupo de españoles con preparación, formación precisa y naturaleza democrática, que podríamos realizar un gran servicio a España si buscáramos nuestro lugar y pidiésemos paso para asumir responsabilidades. No se trata de llegar a la política a dar lecciones de nada, sino de llegar a la política para dar ejemplo, que es distinto.

Muchos dicen que saldremos de esta crisis, aunque no sabemos cuándo ni cómo. Pero si no tratamos el tema de la educación política de España como algo fundamental, caminaremos hacia un lugar donde la democracia empezará un buen día a ser algo ficticio y nuestra libertad acabará también por ser algo impostado. Será cuando llegue la oscuridad que ya conocemos demasiado bien tras 40 años de franquismo aunque muchos se hayan olvidado demasiado pronto. @marcial_enacion

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